Este domingo, las y los uruguayos van a las urnas para elegir presidente y renovar el Congreso. En un país con una democracia consolidada y un sistema político sin elecciones intermedias, las dos grandes expresiones políticas históricas se enfrentan para definir el futuro de la República Oriental para los próximos cinco años.
El principal favorito, según lo indican todas las encuestas, es Yamandú Orsi. Yamandú Ramón Antonio Orsi Martínez es un docente de historia que pertenece al Movimiento de Participación Popular (MPP), la formación del Pepe Mujica que integra desde hace años el Frente Amplio. Hijo de un trabajador rural y una costurera, durante casi 22 años alternó su trabajo docente con el comercio. En 2015 ganó las elecciones como intendente de Canelones, cargo para el que fue reelecto en 2020.
El FA existe desde 1971 y resuelve sus diferencias a través de internas. En las últimas elecciones primarias, Orsi se impuso sobre Carolina Cosse, intendenta de Montevideo. Tras vencer por 59% contra 37,6%, Orsi convocó a su contrincante interna a que lo acompañe como vicepresidenta de la fórmula que integran juntos y que se propone derrotar a la derecha el próximo domingo.
En el cierre de campaña (del que participó el propio Pepe Mujica), Orsi asumió públicamente cinco compromisos: unir con consenso, crecer con “estabilidad económica”, protección social, ser “duros con el delito y con las causas”, y honestidad y decencia. “Voy a ser presidente y voy a cumplir con estos compromisos básicos”, dijo el aspirante.
Enfrente se presenta la versión uruguayizada de la derecha. Álvaro Delgado Ceretta es el candidato del Partido Nacional, el actual oficialismo. Ministro de Gobierno de Lacalle Pou, de doble apellido y vocero oficial durante la pandemia, Delgado tiene la compleja tarea de remontar la imagen de un gobierno cercado por casos de corrupción y narcotráfico. Las encuestas lo muestran estancado en el segundo lugar, pero ingresando al ballotage.
En caso de que Orsi no alcance el 50% más uno necesario para imponerse en primera vuelta, debe ir a una segunda instancia que se dirimirá un mes después, el 24 de noviembre. Allí es posible que las candidaturas dispersas que presenta la derecha busquen unirse para evitar el retorno del progresismo uruguayo. Dependiendo la distancia de la que quede del ansiado 50%, es que veremos mayores o menores festejos en el bunker frenteamplista.