Este domingo se realizó la primera vuelta electoral en Uruguay, de la que se desprendió un holgado resultado a favor de la fuerza progresista local, el Frente Amplio. Éste obtuvo casi el 44% de los votos emitidos frente a los principales candidatos de la coalición actual de gobierno: Álvaro Delgado, por el Partido Nacional, quien sacó un nada desdeñable 27%, y Andrés Ojeda, por el Partido Colorado, quien obtuvo un 16%.
Aún con este escenario, Uruguay se encamina al balotaje el próximo 24 de noviembre, ya que para ganar en primera vuelta el binomio frenteamplista debería haber sacado el 50% más uno de los votos. Con lo que cuesta ganar un balotaje.
Qué ganas de volver
Las encuestas recolectadas en los últimos meses -según el monitor realizado por CELAG DATA- le daban a Yamandú Orsi un promedio del 44%, exactamente el mismo resultado que obtuvo el Frente Amplio en la última jornada electoral. Es decir, el escenario era previsible, pero aún así la militancia frenteamplista redobló esfuerzos y energías los últimos días, llevó adelante un cierre de campaña multitudinario y se ilusionó con ganar en primera.
La fórmula de Yamandú (último intendente de Canelones, uno de los distritos más grandes del país, durante dos períodos) y Carolina Cosse (última intendenta de Montevideo) volvió a entusiasmar a la militancia después de la derrota del año 2019. Esta vez, la fórmula de unidad y de paridad logró convocar a todos los sectores del Frente.
La campaña del FA fue prolija, sólida y sin fisuras. Yamandú y Carolina se mostraron juntos en las recorridas a cada pueblito del interior. Aún teniendo algunas diferencias, como por ejemplo la posición sobre uno de los dos plebiscitos que estuvieron sometidos a votación el último domingo, el de seguridad social, impulsado principalmente por el espacio del sindicalismo y de Cosse, la dinámica entre ambos candidatos fue de cohesión y de trabajo en equipo.
Con el diario del lunes, algunos analistas afirman que la obsesión por no cometer errores llevó a que la campaña del Frente Amplio no logre debatir propuestas concretas. La realidad es que el programa tuvo consenso en el plenario del FA realizado en diciembre del año 2023 y con esa base programática los candidatos salieron a hacer campaña.
La militancia activa y la ilusión del pueblo superó cualquier esquema, estrategia de campaña, manual de estilo y programa definido. La movilización popular del progresismo no sólo estuvo a la altura de sus circunstancias históricas, sino que superó ampliamente, en muchos casos, la emotividad de los propios dirigentes.
La elección del FA fue buena en términos generales. Se logró la mayoría en senadores, se recuperaron varios distritos que estaban en manos de los blancos y en Montevideo, histórico bastión del Frente Amplio, el resultado superó el 50%. Respecto a la elección anterior, al progresismo también le fue mejor. En esta misma instancia, en 2019, el ingeniero Daniel Martínez obtenía el 39% de los votos, es decir, 5% menos.
La nueva derecha uruguaya
La actual coalición de gobierno tuvo en la campaña una serie de desprolijidades. El Partido Nacional anunció su fórmula presidencial luego de que se conocieran los resultados de las internas y lo hizo de manera trasnochada y sorpresiva. La candidata a vice no sería Laura Raffo, quien salió segunda dentro de la interna blanca, sino Valeria Ripoll, una sindicalista y panelista de televisión con un pasado frenteamplista.
La escena mediática de la coalición la centralizó sin dudas Andrés Ojeda, un candidato outsider del Partido Colorado que fue por afuera en la primera vuelta pero que sumará apoyos a Delgado en el balotaje.
Ojeda es una mezcla de Daniel Noboa (actual presidente de Ecuador), Javier Milei y quizás algún otro personaje más. Es un abogado mediático que basó su campaña en difundir videos propios en el gimnasio y hablar de astrología, una especie de machismo explícito vinculado a la autocosificación con el objetivo de captar el voto femenino al que le agrade su aspecto, la forma en la que el espacio pareciera entender el rol de la mujer en la elección. Lo diferencia con Noboa la ausencia de parientes presidentes y empresarios. Ojeda es un panelista devenido en candidato, un verdadero outsider.
Además, hubo un debilitamiento del espacio ultraconservador Cabildo Abierto, liderado por Manini Ríos, quien obtuvo sólo un 2,4%. Vale recordar que el Partido Libertario Uruguayo intentó participar de la contienda pero quedó afuera de la primera vuelta por 15 votos.
En el búnker de la coalición oficialista con todos estos candidatos juntos en el escenario, sonó la canción de la banda argentina Tan Biónica “qué noche mágica ciudad de Buenos Aires”. Increíble pero real.
El promedio de las encuestas de los últimos meses le daba al Partido Nacional cerca de 3% menos de lo que terminó sacando. Delgado, el hombre designado para darle continuidad al gobierno de Luis Lacalle Pou, se mostró por primera vez en lo que va de la campaña con optimismo y algunas seguridades.
Salir del gualicho
Ahora, en instancia de balotaje, el progresismo deberá enfrentarse nuevamente a esa cruzada en la que tantas veces se vio atrapado y sin salida. El antiprogresismo en América Latina suele sumar fuerzas para ir en contra de los gobiernos populares.
Si bien la grieta existe en casi todos los países de la región, y Uruguay no es la excepción, el Frente Amplio no posee la estigmatización que tiene el peronismo en Argentina. El FA logró incluso poner la transparencia como eje de campaña, luego de la cantidad de irregularidades y polémicas en las que se vio envuelto el actual presidente Lacalle Pou. Es decir, hoy el progresismo uruguayo puede tomar la bandera anticorrupción, propia de la derecha latinoamericana.
Otro aspecto relevante será el debate entre ambos candidatos, una instancia que no estuvo presente en la primera vuelta electoral. En 2019, el debate no jugó a favor del candidato Martínez, pero esta vez la cuestión podría ser diferente teniendo en cuenta las capacidades discursivas de Yamandú.
Las encuestas que midieron hasta el momento el escenario de balotaje lo dan como favorito a Orsi, aunque no hay que ser muy erudito para darse cuenta: la cosa va a estar reñida. Otro elemento central será si la militancia podrá sostener el empuje y la ilusión de los últimos días. El querer creer no produce victorias electorales, pero sin la ilusión no habrá ninguna. El último tramo de la campaña presidencial en Uruguay ya llegó, ¿podrá el paisito zafar del gualicho?