El 8 de noviembre, Día Nacional de las y los Afroargentinos y de la Cultura Afro, es una fecha de profundo significado en Argentina, un país que históricamente ha invisibilizado la contribución y existencia de su población afrodescendiente. La invisibilización de los afrodescendientes ha sido una política de Estado que se materializa simbólicamente en documentos históricos, manuales escolares, censos y políticas migratorias. Este fenómeno, al cual muchos activistas y académicos decoloniales y/o antirracistas denominan «genocidio de papel», se traduce en estrategias de borrado cultural que silencian y excluyen a las y los afroargentinos de la narrativa oficial de la nación.
Uno de los ejemplos más evidentes de esta invisibilización se encuentra en los censos nacionales. A partir de 1895, el Estado argentino dejó de registrar a los afrodescendientes en sus censos, eliminándolos como grupo étnico. Esto contribuyó a la construcción de una Argentina «blanca» y europea, excluyendo a los afrodescendientes del registro estadístico y perpetuando la idea de que «en Argentina no hay negros». Este censo marcó el inicio de una narrativa oficial que, durante más de un siglo, ha negado la presencia afro en el país.
Además, los manuales escolares han excluido sistemáticamente las contribuciones de afrodescendientes. Por ejemplo, la participación de soldados afroargentinos en las guerras de independencia, incluyendo figuras clave como María Remedios del Valle, conocida como «Madre de la Patria», que ha sido ignorada. Esta omisión representa un acto de borrado simbólico, minimizando el rol esencial que los afrodescendientes jugaron en la formación de la nación.
El Día Nacional de los Afroargentinos, celebrado en honor a María Remedios del Valle, representa una oportunidad para cuestionar esta construcción simbólica que ha borrado las contribuciones afrodescendientes. La propuesta de reconocer el «genocidio de papel» como crimen de lesa humanidad en foros internacionales cobra especial relevancia en la Argentina contemporánea. Este concepto alude al borrado sistemático de una comunidad mediante la omisión y distorsión de su historia, cultura y aportes en los registros oficiales, un acto que constituye una forma de genocidio simbólico y cultural.
Muchas figuras afroargentinas han sido invisibilizadas por esta narrativa hegemónica. Entre ellas, María Remedios del Valle, persona clave en la Guerra de Independencia, a quien San Martín otorgó el título de «Capitana del Ejército». A pesar de su importante rol, su historia fue olvidada hasta hace poco, cuando fue recuperada como símbolo de resistencia afroargentina. Zenón Rolón, uno de los compositores más prolíficos del siglo XIX, también fue borrado de la memoria nacional, a pesar de su influencia en la música popular. Igualmente, Gabino Ezeiza, el payador afroargentino que revolucionó el género de la payada, y José María «El Tigre» Gatica, el legendario boxeador, fueron minimizados en la historia oficial debido a sus orígenes afrodescendientes.
El “genocidio de papel” también es evidente en el folclore y expresiones culturales afrodescendientes, como el candombe y la milonga, que tienen raíces africanas claras, aunque han sido blanqueadas para adaptarse a una identidad nacional que excluye estas influencias. El tango, por ejemplo, ignora sus raíces afro, pese a la gran influencia africana en este género. La narrativa oficial omite figuras afrodescendientes y promueve una versión cultural que idealiza una identidad «blanca» y europea.
La idea de “genocidio de papel” se refiere a una categoría de políticas de Estado y documentos que buscan justificar la eliminación o asimilación de una comunidad. En el caso de los afrodescendientes en Argentina, la negación y la invisibilización han sido parte de una narrativa oficial que, al borrar la historia y cultura afro, contribuye a su erradicación cultural y simbólica. Esta forma de genocidio opera a través de la narrativa y el discurso, invisibilizando a ciertos grupos, desplazándolos de la historia oficial y limitando su acceso a recursos y oportunidades. Reconocer este tipo de genocidio ayudaría a visibilizar la opresión sutil y sistemática, una opresión que no siempre incluye violencia directa, pero que, mediante el lenguaje, los documentos de Estado y las políticas públicas, lleva a la desaparición de grupos completos.

Genocide Paper: un punto muy importante pero olvidado en la agenda internacional
La idea del Genocide Paper señala un fenómeno sutil, pero devastador: el genocidio cultural y simbólico que ocurre cuando un Estado omite intencionadamente a un grupo étnico o cultural en sus narrativas oficiales, políticas y registros. En Argentina, esta invisibilización ha sido históricamente aplicada hacia los afrodescendientes mediante censos, políticas de inmigración y programas educativos que han negado, minimizado o borrado su existencia y sus contribuciones al país. Este enfoque de «borrado por omisión» no se limita a la Argentina, sino que representa una amenaza persistente para muchas culturas y grupos étnicos a nivel mundial, lo que sugiere la urgencia de criminalizar el Genocide Paper como una estrategia de genocidio simbólico. Reconocer este fenómeno en el marco de la legislación internacional puede ser el primer paso en la lucha global contra el genocidio y por la reparación histórica de los pueblos marginados.
La práctica de invisibilizar a los afroargentinos a través de los censos es un ejemplo claro de cómo el Genocide Paper se convierte en una herramienta de eliminación cultural. Al negarse a registrar oficialmente la presencia afro en el país, el Estado argentino ha creado una narrativa falsa de homogeneidad étnica, promoviendo la idea de una “Argentina blanca y europea”. Esta narrativa ha provocado generaciones de desconocimiento y prejuicio, impidiendo el reconocimiento y la valoración de los afroargentinos en la sociedad. Sin embargo, este tipo de genocidio simbólico no se limita a un solo país; los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las comunidades lingüísticas minoritarias en diversas naciones enfrentan tácticas similares de borrado cultural.
Criminalizar el Genocide Paper en Argentina podría tener un impacto profundo en la lucha global contra el genocidio. Tal medida enviaría un mensaje a la comunidad internacional de que la invisibilización de un grupo étnico o cultural constituye una violación grave de los derechos humanos. Este precedente podría motivar a otros países a reconocer y enfrentar sus propias políticas de invisibilización y borrado cultural.
La criminalización del Genocide Paper podría inspirar a organizaciones internacionales y gobiernos a crear políticas preventivas contra el genocidio simbólico. Esto incluiría revisiones históricas de censos y currículos educativos para reflejar las verdaderas contribuciones de grupos marginalizados. Al fomentar esta conciencia, se sientan las bases para políticas públicas más inclusivas que respeten la diversidad cultural y los derechos de todos los ciudadanos.
El reconocimiento de un genocidio cultural abre la puerta a la reparación histórica. En Argentina, esto podría significar un reconocimiento público de la existencia y contribuciones de los afroargentinos, acompañado de esfuerzos de reparación cultural y educativa. En un contexto más amplio, cada nación que adopte este enfoque podría establecer programas de restitución, espacios de memoria y recursos dedicados a las comunidades borradas de la historia oficial, generando un impacto positivo en la justicia y la cohesión social.
La criminalización del Genocide Paper en Argentina podría allanar el camino para el desarrollo de un marco jurídico internacional que reconozca los genocidios simbólicos como crímenes de lesa humanidad. Esta normativa, impulsada por organizaciones como las Naciones Unidas, podría proteger los derechos de grupos étnicos, religiosos y culturales en todo el mundo, penalizando la omisión intencionada de estos grupos en las narrativas nacionales. Al establecer un precedente legal, el caso argentino podría incentivar a otros países a someterse a una revisión y reconocimiento similar de su historia de borrado cultural.
El reconocimiento de los genocidios simbólicos no solo aborda el pasado; también brinda oportunidades para construir un futuro más justo e inclusivo. La criminalización del Genocide Paper podría inspirar movimientos de reparación histórica en varios países. Ejemplos como los afrodescendientes en Brasil, los pueblos indígenas en Canadá y las comunidades asiáticas en Estados Unidos también enfrentan narrativas oficiales que los minimizan o excluyen. Al reconocer estas prácticas como crímenes de lesa humanidad, se podrían abrir caminos para el acceso a fondos de restitución, oportunidades de representación y reconocimiento de su herencia cultural, lo cual no solo beneficia a las comunidades afectadas, sino también al enriquecimiento cultural de la sociedad en general.
Enfrentar y reconocer el Genocide Paper implica un compromiso con el diálogo y la reconciliación, permitiendo que las historias y culturas borradas se integren en la narrativa nacional. Esto no solo beneficia a las comunidades afrodescendientes en Argentina, sino que también fortalece la cohesión social, promoviendo el entendimiento y respeto entre diferentes grupos culturales. En una era de polarización, reconocer estos aspectos históricos puede ser una herramienta poderosa para la unidad y la paz social.
La criminalización del Genocide Paper puede inspirar movimientos de justicia transicional, especialmente en países que han enfrentado conflictos de identidad cultural y étnica. Países como Palestina, Rwanda y Sudáfrica, que han atravesado períodos de genocidio físico, podrían expandir su enfoque para incluir el genocidio simbólico, integrando programas de memoria, educación y reconciliación como parte de sus procesos de sanación nacional.
Una política internacional que combata el Genocide Paper podría fomentar la creación de museos, memoriales y centros de cultura dedicados a grupos étnicos y culturales históricamente invisibilizados. En Argentina, la historia afrodescendiente podría ocupar un espacio en museos nacionales y centros de memoria, permitiendo a los ciudadanos y visitantes conocer y valorar las contribuciones afro a la historia y cultura del país. A nivel global, esto incentivaría el establecimiento de espacios similares en otros países, enriqueciendo el panorama cultural y promoviendo la diversidad y el respeto.
El concepto de Genocide Paper representa una forma insidiosa de genocidio que debe ser confrontada por la comunidad internacional. La criminalización de este fenómeno en Argentina podría desencadenar un movimiento global hacia la justicia y la reparación histórica, alentando a otros países a reconocer y asumir la responsabilidad de su historia de borrado cultural. Con políticas de visibilización, educación y reconocimiento, el mundo puede avanzar hacia una comprensión más completa y justa de su historia compartida, asegurando que todos los pueblos, sus historias y contribuciones sean recordados y valorados.
Así, criminalizar el Genocide Paper no es solo un acto de justicia para los afrodescendientes en Argentina, sino un paso esencial en la construcción de un futuro global en el que todas las voces tengan un lugar, se escuchen y se respeten.
Conclusión
El 8 de noviembre debe ser una jornada de reflexión, resistencia y demanda de justicia. Conmemorar el Día Nacional de los Afroargentinos y la Cultura Afro es reconocer la riqueza cultural y el legado afroargentino, y también exigir que el “genocidio de papel” sea reconocido como crimen en la esfera internacional. Este día se convierte en una plataforma para que Argentina y el mundo reconozcan el daño causado por esta forma de genocidio y para exigir un cambio en las políticas y narrativas que continúan silenciando las voces afrodescendientes. La memoria es una herramienta de justicia, y reconocer el «genocidio de papel» como crimen de lesa humanidad permitiría construir una identidad nacional inclusiva, que abarque la verdadera diversidad cultural y racial del país.
Este enfoque tiene implicaciones importantes para la justicia global. Al criminalizar la omisión intencional, se sienta un precedente que valida la lucha de muchos pueblos y comunidades que han sido excluidos de la historia oficial. En última instancia, la lucha contra el Genocide Paper es un llamado a reconocer la diversidad y a construir sociedades inclusivas, en las que todos los pueblos y sus historias encuentren un lugar y una voz.
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* Becario del Programa de las Personas Afrodescendientes – Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Ginebra – Switzerland.