‘Perseverar y triunfar con superpoderes…’
Aún resta contar los últimos votos, pero el resultado está definido: Donald Trump tendrá un nuevo periodo en la Oficina Oval. Contará con una mayoría en la Cámara de Diputados, en el Senado y con una Corte Suprema de tendencia conservadora. En un sistema que se enorgullece de sus límites y contrapesos, parece que en este periodo será difícil encontrarlos, ya que los tres poderes estarían controlados por el bloque republicano.
Los republicanos, famosos por su voto rural conservador y usualmente escasos en popularidad, ganaron tanto en el Colegio Electoral como en el voto popular, algo que no ocurría desde la reelección de Bush en 2004. Además, es la primera vez desde 1893 que un presidente obtiene su reelección tras haber pasado un periodo fuera de la Casa Blanca.
Recordemos que, en lugar de votar directamente por el presidente, los estadounidenses votan (de forma optativa, no obligatoria) por “electores” en su estado. Cada estado tiene un número específico de electores, basado en su población. Estos electores forman el Colegio Electoral. La mayoría de los estados otorgan todos sus electores al candidato que obtiene más votos en ese estado («el ganador se lo lleva todo»). En total hay 538 electores, y para ganar la presidencia un candidato necesita al menos 270.
Algunos estados se inclinan históricamente hacia un partido: hay estados demócratas (como California o Nueva York) y estados republicanos (como Texas o Alabama). Sin embargo, la elección se centró en los estados «péndulo»: los que pueden cambiar de partido en cada elección, siendo claves para ganar la presidencia. Los estados péndulo que definieron esta elección fueron 6: Nevada, Arizona, Georgia, Pensilvania, Michigan y Wisconsin.
A continuación, analizaremos cómo varió la elección en estos estados con respecto a la victoria de Biden en 2020 y cómo esto explica electoralmente esta victoria de Donald Trump.
Nevada: 6 electores
Su economía depende principalmente del turismo, el juego y el entretenimiento. Sin embargo, también tiene un rol central la industria minera (oro y plata), así como el sector tecnológico y de centros de datos, creciendo por los bajos costos de electricidad. Tiene una población diversa: trabajadores locales e inmigrantes trabajadores del juego. Esta diversidad hizo que sea más tendiente en las últimas elecciones al Partido Demócrata.
En 2020, Nevada se pintó de azul con una victoria de Biden contra Trump de 50,1% a 47,7%. Pero en esta oportunidad, la tendencia se revirtió. Trump pudo reducir la distancia en Las Vegas y aumentar su diferencia en el resto de pequeños condados: con el 86% escrutado, gana el estado 51,5% a 46,8%.
Arizona: 11 electores
Tiene una base económica que combina minería, turismo, agricultura e industria. Es de los principales productores de cobre del país y se nutre de turistas por algunos de sus lugares característicos como el Gran Cañón. Tiene una población en crecimiento que incluye principalmente adultos mayores, inmigrantes y migrantes internos. Ha sido históricamente republicano, aunque en las últimas elecciones resultó competitivo para los demócratas.
En las elecciones anteriores, Biden había ganado el estado por unas pocas décimas: 49,4% a 49,1%. Este año Trump se encamina a ganar el estado obteniendo, con el 61% de los votos escrutados, un 51,9% contra un 47,2% de Harris. En parte se da por el crecimiento que tuvo en el condado la ciudad industrial de Phoenix, dando vuelta el resultado.
Georgia: 16 electores
Su economía está impulsada por la agricultura, la industria, los servicios y la tecnología. Es el mayor productor de nueces y maníes en el país, y Atlanta, su capital, es centro para empresas tecnológicas, medios y transporte. Tiene una mezcla de poblaciones rurales y urbanas, y una gran diversidad étnica. Tradicionalmente republicano, en las últimas elecciones se volvió pendular debido al crecimiento de la población joven y diversa.
En las elecciones de 2020, el Partido Demócrata ganó Georgia por escaso margen con 49,5% contra 49,2%. Pero Trump también lo dio vuelta, a pesar del crecimiento demócrata en las afueras de Atlanta, obteniendo 50,8% contra un 48,5% de Harris.
Pensilvania: 20 electores
La actividad económica de Pensilvania es variada, destacándose en industria, energía y agricultura, además del sector tecnológico, con Filadelfia y Pittsburgh como importantes centros. La extracción de gas natural también juega un rol clave. El estado tiene una mezcla de áreas urbanas, suburbanas y rurales, desde comunidades agrícolas en el centro hasta grandes ciudades. Ha sido históricamente pendular y muy competitivo entre partidos.
En 2020, el estado quedó en manos demócratas: ganaron por 50% contra un 48,8% republicano. Sin embargo, en 2024 pasó a manos de Trump donde, con el 97% escrutado, éste obtiene un 50,7% contra un 48,4% de Kamala. Acortó la distancia en el bastión demócrata de Philadelphia y revirtió algunos condados del interior del estado. Dato de color: en Scranton, la ciudad de The Office, ganó Kamala Harris por escaso margen.
Michigan: 15 electores
Su economía ha pasado de una fuerte dependencia de la industria automotriz a una necesidad de mayor diversificación, consecuencia de la crisis del 2008, a través de sectores como la industria avanzada, la tecnología, la agricultura y los servicios financieros. Tiene una fuerte presencia de comunidades afroamericanas en Detroit. Históricamente ha sido un estado muy competitivo, aunque en los últimos años fue más tendiente a los demócratas.
En las elecciones de 2020, Biden ganó el estado por 50,6% contra 47,8% de Trump. En 2024, el estado volvió a ser republicano: 49,8% para Trump y 48,2% para Harris. Cabe destacar el crecimiento de 10 puntos de Trump en Wayne, el condado donde está Detroit.
Wisconsin: 10 electores
Tiene una base económica que combina la agricultura, la industria y los servicios. Es conocido por su producción de lácteos y por tener una fuerte presencia en la industria automotriz, maquinaria y alimentos procesados. Tiene una mezcla de áreas urbanas en ciudades como Milwaukee y Madison, y comunidades rurales centradas en la agricultura. Siempre fue un estado muy competitivo entre partidos a lo largo de las elecciones.
Cuando los demócratas ganaron en 2020, pintaron el estado de azul con un 49,6% contra un 48,9% de los republicanos. Para este año, la elección se mantuvo en términos reñidos pero a favor del millonario naranja: obtuvo el 49,7% contra el 48,8% de Kamala Harris.
¿Por qué aceptaron a Trump, lo rechazaron y luego lo volvieron a aceptar?
Nos preguntamos por qué Trump volvió después de haber sido rechazado. En una democracia donde los presidentes suelen ser reelegidos y con indicadores económicos relativamente estables, perdió en el contexto de una crisis sanitaria monumental. Frente a ella, el mandatario adoptó una postura negacionista desde el Poder Ejecutivo.
Por otro lado, el Partido Demócrata presentó un candidato peculiar: Joe Biden, un veterano dirigente vinculado con sectores que los demócratas habían descuidado, reviviendo el antiguo lazo con los trabajadores industriales (‘blue collar’). Biden logró una victoria inusual sobre Trump, integrando tanto a las minorías tradicionales como a una agenda de progreso material, acompañada por el respaldo de sindicatos y otras organizaciones intermedias.
Cuatro años después de aquella elección, el contexto ha cambiado. Biden, debido a su edad, se bajó en plena campaña. En esta ocasión, los demócratas enfrentaron a Trump con Kamala Harris, quien no representa a esos sectores obreros olvidados, sino que está más cercana a las élites educadas de las costas. En síntesis, Kamala tiene más similitudes con la derrotada Hillary Clinton que con su excompañero de fórmula, Joe Biden.