“Queremos como mujeres romper con las estructuras poderosas y opresivas, para posibilitar una pastoral compartida con la comunidad. Como mujeres nos proponemos SER IGLESIA y no mujeres en la Iglesia”. Mary Hunt | Teóloga feminista estadounidense
Esta semana recibimos noticias desde el Vaticano, ya que la salud del Papa Francisco se vio comprometida por un cuadro de insuficiencia respiratoria. El sumo pontífice debió ser internado y cientos de miles de fieles elevaron plegarias para su recuperación. Entre ellos están las integrantes de Católicas por el Derecho a Decidir (CCD), un grupo que desde 1993 se identifica con el movimiento feminista y forma parte de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Pioneras en la lucha por el aborto legal en Argentina y promotoras del pañuelo verde, CDD integra diversos espacios de articulación y trabaja con especial énfasis en varias provincias de Argentina, especialmente donde hay mayores índices de pobreza y embarazo adolescente.
La gran marea verde del feminismo en Argentina estuvo liderada por un sentimiento de rebeldía encarnado en una masa de jóvenes que vino a cuestionar todo lo que conocía, como la fe católica. Hubo pañuelos verdes en colegios religiosos y también hubo de los naranjas, que abogaban por la separación de la Iglesia y el Estado. Sin embargo, en los debates por la IVE se escucharon voces religiosas tanto a favor como en contra de la legalización del aborto. Contradicciones del feminismo popular y plebeyo que intenta caminar junto al pueblo sin perder los principios propios de la emancipación femenina.

En su comunicado por la salud papal, las Católicas resaltaron la vocación de diálogo que tiene el pontífice y su posición de denuncia ante los abusos sexuales dentro de la Iglesia. Además subrayaron que valoran el cambio hacia el interior de la milenaria institución, que ahora estaría más cercana al pueblo, sensible y abierta. “Como feministas cristianas seguimos bregando por la dignidad y equidad de las mujeres y personas de la diversidad sexo-genérica en todos los ámbitos”, aseguraron. Sin embargo, tampoco se puede escindir al Papa de los dichos machistas y homofóbicos de cuando Jorge Bergoglio era obispo de la Ciudad de Buenos Aires, aunque también vale reconocer sus disculpas públicas al respecto.
“Fue Bergoglio ―devenido en “Francisco”― quien afirmó, en 2013, frente a un grupo de periodistas que, si una persona era gay, tenía buena voluntad y buscaba honestamente a Dios, él no podía juzgarlo. Fue la primera vez que habló públicamente del tema afirmando que, además, la orientación sexual no era un pecado. Fue un signo de clara apertura para las personas LGBTIQ+ que deseen vivir su fe”, argumenta Lucas Leal en esta extensa nota de La Tinta donde hace un racconto de las medidas progresistas de Francisco relativas al movimiento LGBTQ+.
Pero dentro de las contradicciones y las disidencias, ¿se puede ser feminista y bancar al Papa? El Grito del Sur habló con Natalia Rodríguez, del área de diálogo ecuménico e interreligioso de Católicas por el Derecho a Decidir.
Empezemos por acá. ¿Se puede ser feminista y bancar al Papa?
Como feministas cristianas tenemos una tradición muy amplia de disidencias con algunos aspectos que profesa la iglesia católica que tiene que ver con la sexualidad, con el género y la capacidad de las gestantes a decidir sobre sus cuerpos. Trabajamos en argumentos que nos permiten, dentro de nuestra tradición y la doctrina de la Iglesia, blanquear esta disidencia y de esa manera apostamos a una iglesia más plural y abierta, como muchas veces incentiva el Papa Francisco. Una iglesia más abierta en diálogo con la realidad social y política.
¿Cuál es la posición de Francisco respecto a los abusos sexuales en la Iglesia?
Durante el papado de Francisco hubo algunos cambios que se manifestaron en relación a la temática de la cultura del abuso y el encubrimiento de la iglesia católica. Uno de esos cambios tiene que ver con el Código de Derecho Canónico, que se reformó para endurecer los castigos contra el abuso sexual y el encubrimiento en la jerarquía de la Iglesia. También se redujo la discrecionalidad que tenían los obispos y las personas encargadas de recibir las denuncias en la institución. El Papa reconoció que existe esta cultura del abuso y llamó a asumir un camino de denuncia.
¿Qué pasa con la doctrina eclesiástica y el pensamiento feminista? ¿Se contradicen entre sí?
Nosotras, como feministas, lo que hacemos es extraer aquellas enseñanzas de la iglesia que invitan a construir un espacio más equitativo y abierto. Apostamos por una iglesia del pueblo que esté en diálogo continuo con la realidad social.
¿Y con la legalización del aborto? ¿Cuáles son los fundamentos bíblicos a favor de su legalización?
Como católicas feministas siempre traemos esos argumentos que tienen que ver con terminar con la culpa, con la libertad de conciencia, que es una de las enseñanzas principales de la Iglesia. Reconocemos que, como personas con capacidad de gestar, tenemos que tener la libertad para tomar decisiones sobre nuestros cuerpos y la maternidad, interpelando a la institución dentro de sus propias enseñanzas. Como católicas tenemos asegurada esa libertad de conciencia y es lo que traemos todo el tiempo a discusión. La posición del Papa Francisco al respecto del aborto no fue diferente a la de su predecesor, lo sigue viendo como un pecado. Sin embargo, algunos años atrás, en 2016, dijo que el aborto era un tema más humano que religioso y habló de la posibilidad de perdonar a las mujeres que abortaron. Nosotras no estamos pidiendo perdón, estamos ejerciendo nuestra libertad, pero nos parece un gesto rescatable.

¿Por qué hablan de una Iglesia más abierta al pueblo desde que Francisco la encabeza?
Hay muchos documentos del Papa Francisco que demostraron esta nueva apertura vinculada con la dignidad humana, incluso con las parejas del mismo sexo. Son gestos importantes. Siempre se puede un poco más, pero definitivamente en el papado de Francisco hubo un cambio sustancial respecto a sus predecesores. Se trata de un viraje radical respecto a la apertura con el pueblo.
¿Cuál es el lugar actual de las mujeres en la iglesia?
Hay dos hechos significativos en relación con las mujeres y la institución católica: la designación de Rafaella Pettrini en el cargo de gobernación del Vaticano y la designación de Simona Brambilla como prefecta al frente del Dicasterio para la vida consagrada. Esto sumado a la participación de otras mujeres laicas en el último sonido de la sinodalidad. Son hechos significativos por su importancia histórica. Las mujeres constituyen una amplia mayoría en las comunidades católicas; sin embargo, no han ocupado lugares importantes en la toma de decisión de la Iglesia. Falta mucho aún. No se abordan temas profundos y estructurales que tienen que ver con la ordenación sacerdotal, ni siquiera se resuelve algo mucho menor como el tema del diaconado. Todavía hay cuestiones estructurales que no cambian. Hay una deuda de la Iglesia con las mujeres. Numerosas teólogas feministas abordan estos temas, pero todavía no se reconocen sus aportes.
¿Qué pasa con sus dichos homofóbicos respecto al matrimonio igualitario y su postura en contra de la ley de Identidad de Género que tuvo Francisco cuando era Bergoglio?
Siempre se plantea esa cuestión de Bergoglio vs Francisco. Él fue un obispo muy conservador, en contra de las comunidades LGBTIQ+, pero no es todo tan blanco y negro en la iglesia. Siempre hay guiños menos conservadores, de hecho los sectores tradicionales hacen un gran esfuerzo para conservar un modelo único e inmutable de iglesia que no es permeable a los cambios de la realidad. Hay dos tipos de iglesia que están en pugna todo el tiempo.

¿Cuáles son las deudas pendientes del feminismo respecto a la fe católica? ¿En qué punto se encuentran?
Los feminismos cristianos, tanto católicos como protestantes y evangélicos, tienen una trayectoria dentro de las luchas por los derechos de mujeres y diversidades sexo-genéricas. Esa historia es la menos conocida, ya que las jerarquías religiosas monopolizan el discurso e invisibilizan las voces disidentes. En los últimos años, los feminismos cristianos pudieron tomar más empuje gracias al crecimiento del movimiento de mujeres, pudieron presentar sus argumentos y llegar a lugares en donde antes no se los escuchaba. Incluso escuchamos las voces de pastores y referentes cristianas en el debate por el derecho al aborto, en favor de lo que luego se convirtió en ley. La pluralidad de los feminismos nos permite reconocer que estamos en todos los ámbitos, cada uno con sus desafíos particulares. También en las iglesias. Se dan pequeños pasos, pero es mucho lo que aún falta. No dejamos de reconocer, aún así, los cambios que sí se van operando, por pequeños que sean.