Daniel "Tano" Catalano «Un paro aislado de un proyecto de resistencia no tiene sentido»

✌️En la previa de la Marcha de la Resistencia, una movilización de 24 horas en la Plaza de Mayo, dialogamos con el secretario general de ATE Capital, Daniel "Tano" Catalano. "La posibilidad de transformación está en que podamos armar un frente político que permita liberarnos del fascismo", planteó.
12/02/2025

El gobierno de Javier Milei abrió muchos frentes: la salud pública, los Derechos Humanos, la comunidad LGBT, las universidades y los trabajadores estatales. Y en la intersección entre muchas de estas peleas aparece un personaje central, Daniel “Tano” Catalano, secretario general de ATE Capital y una de las voces fuertes en defensa del trabajo argentino.

Este viernes, junto a Madres de Plaza de Mayo y otras organizaciones, el gremio de los estatales convoca a la Marcha de la Resistencia, una movilización de 24 horas en la Plaza de Mayo. El Grito del Sur dialogó con el secretario general de ATE Capital.

Es un momento clave para el gobierno de Milei y ustedes realizarán una marcha de 24 horas junto con las Madres. ¿Cómo se gestó la iniciativa y por qué es tan importante la alianza entre trabajadores del Estado y organismos de Derechos Humanos?

Uno de los objetivos que nos impusimos cuando llegamos a ATE Capital fue poder recuperar la identidad de nuestro gremio. Acá no estaban los bustos de Perón ni de Evita, porque las gestiones anteriores los habían puesto en el sótano. No había ni bandera de ceremonias. Se había roto la urgencia de sentir la patria y abrazar las causas de los 30.000. Ahí surgió la idea de poder darle una vuelta más: hay madres porque hubo hijos revolucionarios. Buscamos trazar esa impronta: hubo una resistencia argentina de 30.000 compañeros que eligieron tomar las armas en defensa de la democracia para transformar la realidad del pueblo argentino y producir una revolución. Si uno lo divorcia de eso, caemos en un lugar que para una parte de nuestro espacio político es cómodo, pero para nosotros no. Lo que veíamos como urgente y necesario termina ahora en esta propuesta de resignificar la Plaza, apropiarnos de una herramienta que es del pueblo, que las Madres usaron. Lo hablamos con ellas y bueno, ahora a marchar 24 horas.

Te escuchaba la otra vez sobre una discusión que vienen agitando algunos sectores, que tiene que ver con la huelga general. Señalaste que un paro general provocaría un golpe a la gestión de Milei, que podría ser una herramienta muy válida, pero que era más importante o estratégico pensar un frente de liberación nacional.

La convocatoria a un paro general es urgente y es una herramienta que no podemos abandonar. Hay 6 millones de asalariados entre el sector privado y el público, que pagamos una cuota para tener representación sindical. Pero hoy no hay paritarias que le ganen a la inflación, estamos en un momento muy delicado, por lo que no es una herramienta que podamos regalar. Hay que discutirla, tramitarla y no la podemos abandonar. Por otro lado, entendemos que eso no es una solución, puede ser un paliativo pero un paro aislado de un proyecto de resistencia no tiene sentido. Yo creo que la posibilidad de transformación está en que podamos armar un frente político que permita liberarnos del fascismo, del marco represivo, de aquellos que nos están hambreando, que están detonando el Estado, que reprimen a los abuelos. Y eso nos parece que no hay que simplificarlo en la posibilidad de parar. Mirá la respuesta que hubo del colectivo LGBT el 1 de febrero. Ahí hubo sindicatos, sí, pero desde una plaza construyeron una posición en donde un millón de personas estuvimos en la calle manifestándonos. Entonces, a veces tampoco se debe delegar toda la responsabilidad de la resistencia en la institución sindical, que yo creo que hay que exigirla, hay que hacerla, no hay que abandonarla, pero si eso no sucede, hay otras herramientas que explorar.

Coincido con que esa marcha fue un hito en lo que va del año, pero quiero tu reflexión sobre lo que algunas compañeras dejaban trascender: que tenía algún dejo “antiinstitucional”. Que esta idea asamblearia, que para mí hay que verla como una aprendizaje del 2001, debe convivir con un proceso de representación. Pero al mismo tiempo hay un gran descrédito de las instituciones. 

El 1 de febrero igual tuvo una institucionalidad, porque estaban las compañeras de la CTA, de la CGT, de la UTEP, estaban las compañeras del Subte, del PTS, del PO, de la JP y del peronismo. O sea, es mentira que no había institucionalidad. Lo que hubo en todo caso fue una gran articulación en una autoconvocatoria. La pregunta es: ¿cómo nos convocamos? Y hubo fricción, tensión, debate y hubo posiciones fuertes respecto de cómo transitarlo. Ahora la síntesis que hicieron es “todo el mundo en la calle”.  Ahora, el aprendizaje del 2001 -en donde las asambleas populares rechazaron la vía institucional- no arrojó nada que uno pudiera prever. ¿Qué vino del 2001? Se llama Néstor Kirchner y no nació de la asamblea, sino de la voluntad de una porción del pueblo que creyó en él. O sea difícilmente uno pueda pensar que desde la autoconvocatoria, negando la institucionalidad, vos puedas resolver. Yo creo que ese marco asambleario quizás se pueda reproducir, pero en el marco de aceptar las institucionalidades que nos vamos acercando, ¿no? Es importante no rechazar ninguna institucionalidad, hay que fortalecerlas. Lo bien que le haría a las instituciones que la comunidad se pueda involucrar, pueda participar, se las pueda apropiar, pueda disputar hacia dentro y las pueda transformar. 

Fotos: Prensa ATE Capital

Hablando de disputar hacia dentro, ¿por qué todavía no se construye esa correlación de fuerza en el sindicalismo que permita disputar desde adentro hacia dónde tiene que ir el movimiento obrero organizado?

Yo creo que en la historia de nuestras centrales no hubo nunca una síntesis de hacia dónde ir. Siempre hubo tensión en la CGT, desde Rucci y Tosco. Yo creo que hay un equilibrio que la conducción de la CGT trata de sostener para que lo institucional no se rompa. Es difícil, es un equilibrio que van haciendo. Pero también creo que no medimos todavía el impacto de que haya entrado la UTEP a la CGT, hecho que uno podría pensarlo como revolucionario. Se reconoce al trabajo informal como una forma de organizarse. Yo estoy en otra central obrera con otra dinámica, con otra impronta y otros debates. Pero también pidiéndole a la Confederación General de Trabajo que pueda ser un gran articulador para que tengamos mejores condiciones. 

Se habla mucho de la burocracia sindical, pero hay poca definición de qué es la burocracia sindical. Lo que decía Tosco era que el burócrata sindical es el dirigente que discute solamente los problemas del sindicalismo y no los de la patria. ¿Creés que hay algo de eso que todavía sigue vigente hasta el día de hoy?

Uno no puede vivir sin burocracia, porque en realidad si gestionás un sindicato de 40.000 personas no lo podés hacer fuera del escritorio. No se reniega del marco de la burocracia, el tema es en el mundo de las representaciones: ¿qué es lo que está discutiendo? Pensar que la CGT o que UPCN no están discutiendo los destinos de la patria es un error político garrafal. Los tipos lo discuten, que no sea lo más cercano a lo que vos pensás es otra cosa. Lo que tenemos que interpretar es: ¿por qué la gente vota a Milei? ¿Por qué la gente vota a Macri? ¿Por qué la gente pudo votar a Bolsonaro? Hay un sindicalismo que tiene una práctica que le cierra a muchos compañeros, que vos hablás con los compañeros y son gente divina, no es que hablás y decís: «Es un burócrata del otro sindicato». Son compañeros que dejan la piel por el Estado, por sus compañeros, que ven el mundo igual que vos, que son hiper peronistas, pero que tienen otro método de laburo totalmente distinto y que ven la institución también de otra manera. Para nosotros, la práctica sindical de ATE es la que nos convence y mirá que yo tengo intervenido el sindicato por ATE Nacional, que me sacan la cuota y no me pasan la plata del convenio colectivo de trabajo desde hace 9 años. A mí cuando me vienen a hablar de UPCN digo: «háblame de ATE Nacional». Vos tenés que discutir la democracia sindical para discutir las urgencias que tiene un laburante. Yo quiero que eso pase porque sino es todo un “como sí”. El sindicalismo es una herramienta que -depende de quién la ejerza- puede generar mayor o menor nivel de apropiación en los cuerpos delegados de los compañeros y compañeras. Pero hay que darle una impronta. Y hay que repensar el sindicalismo de verdad, pero muchos no la quieren dar por las comodidades que tiene el aparato.

Foto: Prensa ATE Capital

¿Qué sindicalismo te imaginás para el futuro?

Un sindicalismo de liberación, que pelee por el 50/50. Me imagino un sindicalismo que intervenga en la vida política del pueblo, que piense en la igualdad de las personas, que pelee para que haya pleno empleo. Me imagino un sindicalismo que pelee para que laburemos 4 horas por día. En el mundo en donde las cosas van bien, están discutiendo la baja del horario. La gente se tiene que jubilar a los 60 años después de haber laburado 4 o 5 horas por día. Vos tenés un tiempo de vida útil de 60, 70 o 80 años. Bueno, no puede estar viviendo siempre para que otro se enriquezca y vos pasarla para la mierda. Bueno, el sindicalismo tendría que existir para que esa brecha cambie, que vos laburés pocas horas que puedas producir lo que tenes que producir, que el mercado funcione, que a nadie le falte nada, y que seas una persona feliz. Lo que tiene que haber es una voluntad social de que eso funcione.

¿Cómo evaluás el ataque contra las políticas de Derechos Humanos? 

Los Derechos Humanos arrancan su pelea más fuerte en democracia con el gobierno de Mauricio Macri, cuando éste interviene la Universidad de las Madres e intenta meter presa a Hebe, cuando empieza a cuestionar la cantidad de desaparecidos. El curro de los Derechos Humanos, ¿no? Milei asume con una vicepresidenta negacionista más un ataque brutal a la Universidad de las Madres, con una intervención que sigue hasta el día de hoy, un ataque brutal a los organismos Derechos Humanos, al banco genético de datos, al equipo forense, echando a los abogados de los juzgados de lesa humanidad, mandando una patota de diputados a la cárcel a visitar a los genocidas. Los gobiernos de Néstor y de Cristina pudieron levantar la bandera de los 30.000, pedirle perdón al pueblo argentino, volver a escribir páginas de historia en el marco de la lucha contra la dictadura militar, bajar el cuadro de Videla. Y Milei ataca todo eso desmantelando la Secretaría de Derechos Humanos, cerrando el Conti, intentando desmantelar la identidad. Quieren desmantelar la resistencia peronista, demonizar a Montoneros, las FAR o el ERP. El mensaje es que a vos te podían empalar si eras Montonero, que eras merecedor de que te puedan empalar. Y es lo que se instala hoy: existe quién puede determinar al bueno y al malo. Ellos, para poder justificar lo que están haciendo, nos tienen que demonizar. Entonces la tarea que tenemos es poder resignificar la lucha de nuestras compañeras y compañeros que pelearon contra la dictadura, contra el poder de una parte de la Iglesia, de una parte de la sociedad civil, una parte de los espacios políticos que le pidieron a los militares que den el golpe de Estado, del Grupo Clarín.

Rajan muchos trabajadores también a causa de la continuidad de modelos de contratación precarios como Acara o Artículo 9, que incluso continuaron durante gestiones nacionales y populares. ¿Qué reflexión te genera esto?

Cuando Néstor asume nosotros éramos becados, cobrábamos por ventanilla, no nos reconocían ni como trabajadores. El primer reconocimiento que tuvimos como trabajadores fue cuando Néstor nos puso primero como monotributistas y un par de años después logró firmar el primer convenio colectivo de trabajo de los estatales y empezamos a tener un contrato con obra social y aporte jubilatorio. Todo eso fue devastador para el gobierno de Néstor y Cristina porque tenías todos a los grupos hegemónicos de comunicación atacando el aparato del Estado, a los “ñoquis”. Hoy está demostrado que, independientemente de tu forma de relación laboral, Milei te echa. Tenemos compañeros de planta permanente que están en disponibilidad y no los van a indemnizar, le van a pagar 6 meses nomás. El problema acá no es solamente la estabilidad laboral, el problema acá es que la política aprobó una Ley de Bases que te deja vos sin sin derechos. Entonces, independientemente de lo que no hicieron, que hay que hacerlo, también hay que discutir seriamente los salarios. Yo quiero que un trabajador público pueda vivir con dignidad y lo cierto es que este mes cobré 916.000 pesos. Siendo empleado de la Administración Pública, no podés tener un alivio para organizar tu vida. Necesitás una estrategia familiar para llevar tu vida cotidiana adelante.

Nombrabas algo que está bastante ausente en la boca de dirigentes políticos, de dirigentes sindicales, que es la idea del peronismo revolucionario. Durante muchos años nos vendieron que el peronismo tenía que ser el garante del diálogo, que había que sentar a Tony Aracre a tomar decisiones, que calladito era más bonito. ¿Cómo ves a la vertiente revolucionaria del peronismo de cara a lo que necesita discutir la sociedad?

Yo creo que hubo una mala lectura respecto de lo que la sociedad necesitaba, porque el discurso disruptivo lo terminó haciendo Milei. Fuimos tan cuidadosos respecto de lo que pensábamos que terminamos militando a Sergio Massa, que no era la expresión de las mayorías. Hay que pensar es qué es lo que está dispuesto el pueblo a sostener como marco revolucionario. Yo hace un año y medio atrás hice una asamblea en Provincia de Buenos Aires y le pregunté a los compañeros si ellos estarían dispuestos a bancar un gobierno que expropie las tierras de los pooles de siembra; si estaban dispuestos a que tengamos una industria nacional con sustitución de importaciones, nuestros propios laboratorios. Te dicen que sí. «Pero ustedes bancarían un gobierno que le van a venir los grupos económicos encima y te dicen: Sí, claro, pero hay que hacerlo». La gran pregunta es por qué no es esa una propuesta. Cuando vos hablas con economistas -más ortodoxos, menos ortodoxos- te dicen “nunca se puede”, están formateados todos en la misma universidad. Pongamos entonces otros economistas que puedan pensar la economía desde una matriz de pensamiento donde el pleno empleo sea la única posibilidad de sacar este país adelante. Eso no significa comer frijoles todos los días. Significa que vos tenés la capacidad de poder avanzar sobre los grupos de poder y constituirte como nuevo grupo de poder. El tema es si estamos dispuestos o no. Y hay que animarse, hay que hacerlo. No es fácil, lleva tiempo, es un proceso. Claro que es mucho más cómodo ser parte de la política, ser políticamente correcto, que socialmente te pueden aceptar. Pero bueno, nosotros acá en nuestro sindicato hablamos de rebeldía, hablamos de revolución, hablamos de entrega, hablamos de resistencia, porque además creemos en eso, porque somos una generación que creció con las Madres de Plaza de Mayo. Entonces, no hacerlo también sería traicionar a nosotros mismos. Ojalá que quienes tienen que armar las listas puedan constituir un escenario de listas que sea lo más parecido a lo que el pueblo necesita. Pero bueno, nos vamos a enterar en poco tiempo.

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Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en C5N. AM530, TeleSUR, HispanTV y TVP. Desde hace 12 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente aporta en campañas electorales en Latinoamérica.