La pérdida de un aliado moral: el Papa Francisco y la comunidad afro

🙏 Desde Roma, Francisco elevó una verdad incómoda: la historia del pueblo afrodescendiente fue también la historia de la Iglesia. Y esa historia, en su mayoría, fue ignorada, ocultada o relegada al silencio.
22/04/2025

La muerte del Papa Francisco deja un vacío difícil de llenar para la comunidad afroargentina. Su papado no solo representó un giro teológico hacia los márgenes del mundo católico, sino también una intervención concreta en la larga lucha por visibilidad, dignidad y justicia para los afrodescendientes en Argentina y en toda América Latina.

Desde Roma, Francisco elevó una verdad incómoda: la historia del pueblo afrodescendiente fue también la historia de la Iglesia. Y esa historia, en su mayoría, fue ignorada, ocultada o relegada al silencio.

Un Papa con rostro latinoamericano

Jorge Mario Bergoglio llegó al pontificado desde el sur global, llevando en su piel y memoria la mezcla de exclusión y resistencia que caracteriza a América Latina. Como argentino, conocía en carne propia la negación sistemática de la identidad afro en su país. Pero como Papa, eligió amplificar las voces silenciadas. “Debemos reconocer con vergüenza que muchos cristianos no supieron acompañar adecuadamente a nuestros hermanos y hermanas de origen africano”, declaró en 2019 durante una audiencia con delegaciones afrodescendientes del mundo. “La Iglesia no puede permanecer indiferente. Es tiempo de escuchar”.

La acción organizada de la fe negra

En Argentina, su respaldo fue clave para consolidar espacios como la Pastoral Afroamericana y Caribeña y la Conferencia Episcopal Pastoral Afroargentina (CEPA), una instancia que representó la acción organizada de la Iglesia Católica en la promoción de los derechos del pueblo afrodescendiente. Bajo el paraguas de estas estructuras, se fortalecieron programas de visibilidad, espiritualidad encarnada y acompañamiento territorial.

Estas pastorales no fueron un gesto folclórico, sino que se trataron de herramientas vivas de dignificación. En sus encuentros, en sus misas negras, en sus caminatas de fe, se articuló una teología antirracista que no pidió permiso para existir. Y ese proceso —incómodo para algunos sectores eclesiásticos más conservadores— fue explícitamente alentado por Francisco.

Un respaldo doctrinal y político

El Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, organismo clave en el diseño de la doctrina social de la Iglesia, jugó un papel relevante en amplificar el mensaje del Papa. Bajo su liderazgo, el Consejo articuló documentos, diálogos y encuentros sobre la situación de los afrodescendientes, conectando lo espiritual con lo estructural. No puede haber paz sin justicia, y no hay justicia donde reina la desigualdad racial”, afirmó Francisco durante una sesión con líderes religiosos en 2020, denunciando lo que llamó una “forma moderna de esclavitud social”.

El Consejo —hoy integrado al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral— promovió el reconocimiento del racismo como pecado estructural, no como actitud aislada. Ese cambio de enfoque ofreció a movimientos afrocatólicos una legitimidad moral invaluable.

Un legado vivo, no ornamental

La muerte de Francisco significa la pérdida de un referente mundial que no dudó en denunciar públicamente las raíces coloniales del racismo moderno. Pero su legado fue más allá de la figura papal: se trató de una semilla que germinó en las periferias. En las comunidades negras que rezan con tambores, en las mujeres afrocatólicas que predican sin púlpito, en los jóvenes que recuperan la fe sin renunciar a su identidad.

Su mayor enseñanza, tal vez, fue recordarnos que el Evangelio no es patrimonio de Occidente, sino herencia universal. Y que en cada historia de esclavitud también hubo una promesa de resurrección.

La comunidad afroargentina —aún invisibilizada en las estadísticas, los censos y los altares— perdió un aliado. Pero también ganó una responsabilidad: la de sostener viva una Iglesia con rostro afroamericano, una fe que no temió mancharse los pies en la tierra de los olvidados.

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