La vuelta del viajero de la eternidad: El Eternauta, los likes y por qué no dejar solo a Juan Salvo

📺 El Eternauta y el legado de sus autores tienen una gran oportunidad, pero también corren un enorme riesgo. El viajero de la eternidad pasará a medir likes, views, interacciones y reacciones.
26/04/2025

Luego de años de proyectos truncos, que incluyeron hasta un plan de largometraje dirigido por Lucrecia Martel, se acerca la tan discutida, charlada, celebrada y debatida versión de El Eternauta en formato serie. Detrás quedó el trago amargo de la confirmación de venta de los derechos al gigante de las plataformas on demand, con algunos rumores confirmados y otros desmentidos, con adelantos a cuenta gota y con una ciudad repleta de gigantografías con la cara de Ricardo Darín detrás de una escafandra.

En los días, los meses y los años que han pasado desde que se oficializó la llegada de la historia a la gran N roja, se debatió sin cansancio sobre la forma que elegirán la plataforma, la productora –Kramer Sigman-, y su director -Bruno Stagnaro, creador de Okupas– para contar esta historia. Se sabe que no transcurre en los años posteriores a la Revolución Fusiladora, sino en nuestro presente. Se confirmó que Juan Salvo ya no es dueño de una PyME que fabrica transformadores, sino un veterano de Malvinas. Se entiende que la nevada es, además de mortal, helada. Todo arranca con la partida de truco. Hay radios. Hay cascarudos. Pero no se sabe mucho más.

Con todo esto, El Eternauta y el legado de sus autores tienen una gran oportunidad, pero también corren un enorme riesgo. Se abre un proceso en el que los inversores buscarán que la serie sea trend y Darín detrás de un visor se torne iconic. Con este aparato masticatorio del nuevo capitalismo en funcionamiento, la mayor obra de ficción nacional se vuelve un plato más en el gran banquete de las Propiedades Intelectuales que llegan a las pantallas y pantallitas de los más de 302 millones de suscriptores que tiene Netflix a lo largo y ancho del planeta. El viajero de la eternidad pasará a medir likes, views, interacciones y reacciones.

Y si bien esto puede ser menor para les televidentes de otras latitudes, se vuelve importante en Argentina. Porque hablar de El Eternauta es hablar de sus autores. El guion fue obra de Héctor Germán Oesterheld, máximo exponente del noveno arte en Argentina y uno de los más importantes autores de historieta del mundo. El dibujo estuvo a cargo de Francisco Solano López, condición sine qua non para entender por qué esta historia es hoy un clásico absoluto. Ambos autores atravesaron una vida marcada por el arte gráfico como fuente de trabajo, por las crisis sufridas por la industria y por el peronismo, en sus diferentes etapas históricas.

En Argentina, la vigencia de El Eternauta es siempre latente, no depende de ninguna megaproducción. Como todo gran clásico, se conecta con las personas y con sus experiencias. Como en aquel 9 de julio de 2007, cuando la Ciudad de Buenos Aires y varias localidades de la Provincia fueron testigos de una nevada histórica. Ese Día de la Independencia, la Plaza de Mayo, los patios de las casas del conurbano y la General Paz parecían preparadas para la invasión de los Ellos. El 14 de septiembre de 2010 apareció en el Estadio Luna Park por primera vez la famosa reinterpretación de La Cámpora, con Néstor Kirchner detrás del visor, sin fusil y con un gesto sonriente. Cuarenta y tres días después, con el fallecimiento de Néstor, ese personaje cambiaría su nombre de Nestornauta a Eternéstor. Para quienes leyeron la obra, cada vuelta a casa a altas horas de la noche, cuando la ciudad y los barrios están desiertos y la cara se pega al vidrio de la ventana del «colectivo quejumbroso», la sensación es inmediata: en cualquier momento empiezan a caer los copos.

Esa relación autores-obra-lectores es inquebrantable y es parte importante del acervo cultural nacional. Por eso, a la espera de conocer aquello en lo que se transformará la historia una vez que se estrene en todo el mundo y los financistas salgan a recuperar lo invertido, este texto busca entender dónde realmente radica la vigencia y el legado de El Eternauta y de la dupla Oesterheld-Solano López.

El Eternauta es Memoria

La figura de Juan Salvo envuelto en su traje de buzo es para muches indisociable de la historia y la vida de sus creadores. Tanto, que suele entrelazarse y confundirse la ficción con la realidad. Entre el 4 de septiembre de 1957, día del estreno de la primera entrega de El Eternauta, y el 27 de abril de 1977, día del secuestro y posterior desaparición de Oesterheld, personaje y creadores no dejaron de cruzarse. En esos casi veinte años, Juan Salvo apareció en 106 capítulos en formato revista para Hora Cero, en dieciséis entregas de tres páginas cada una para la reversión publicada en Revista Gente, con dibujos del uruguayo Alberto Breccia, y en varios números para la Revista Skorpio, donde se publicó El Eternauta II, de nuevo con dibujos de Solano López. Durante esos años, Juan pasó de ser un padre de familia jugando al truco en su chalet de Beccar a liderar un levantamiento armado (con piedras) en una tierra futura atomizada. Oesterheld, por su parte, pasó de ser esposo, padre de cuatro hijas chiquitas y adherente al humanismo y el existencialismo, a compartir militancia armada dentro del peronismo con esas mismas hijas que ahora eran mujeres y a ser secuestrado y desaparecido por la última Dictadura. Solano López pasó de ser un habitué de las revistas nacionales de aventuras a convertirse en un referente del cómic británico en la editorial Fleetway y, en 1977, luego de salvar a su hijo de la cárcel, a engrosar las listas de exiliados políticos.

Juan, Héctor -el personaje y el guionista- y Francisco -el artista y el militante sobreviviente- son una tríada única en la historia gráfica nacional. Nunca antes y nunca jamás existirá una conexión tan potente, dolorosa y heroica entre la realidad y la ficción, entre la creación y sus creadores.

La última persona que vio con vida a Oesterheld fue el psicólogo Eduardo Jaime José Arias, padre del humorista gráfico e historietista Leo Arias. Eduardo narró ese último encuentro en la revista Feriado Nacional, que salió a la venta el 27 de octubre de 1983 y cuya portada, realizada por Félix Saborido, es hoy un símbolo de lucha. Frente a esa pancarta que grita «¿Dónde está Oesterheld?», se ven los rostros de todos sus personajes, mirando al frente.

Feriado Nacional era dirigida por Martín García, ex director de Agencia Télam y el último periodista que entrevistó a Héctor. En los primeros meses de 1976, lo invitó a su programa 5xBsAs, que salía por Radio Belgrano. Como la entrevista era larga, García decidió publicarla en cuotas. En ella, Oesterheld analizaba cada una de sus más importantes historias. Incluso cuando la noticia de su secuestro empezó a conocerse en las redacciones y los espacios que solía frecuentar, las entrevistas se seguían emitiendo. Hace pocos años se recuperaron la mayoría de los fragmentos, siendo hoy el único archivo sonoro conocido a través del cual acceder a la voz del gran autor.

La figura de Oesterheld, su historia y la de su familia son una referencia de lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia. El pueblo puso sus nombres al frente de la resistencia. Existen hoy dos plazas con el nombre de Héctor, una en Puerto Madero y otra en Rosario, sobre la avenida Che Guevara. Los nombres de sus hijas se suman a las de otros militantes en el mural homenaje del aula magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami investigaron por años ese entramado familiar-historia argentina en la fabulosa biografía Los Oesterheld, editada por Sudamericana.

Francisco Solano López creó en el exilio, junto a su hijo Gabriel, Ana e Historias Tristes. En estas historias, padre e hijo, sobrevivientes a la dictadura, vuelcan el trauma de la represión y rodean en cada viñeta la carga para aquellos que quedaron en pie. Editadas muy tardíamente en Argentina, en los primeros años del nuevo siglo, son referencia ineludible para hablar de la destrucción de un modelo soñado de país.

Solano López falleció en 2011, embanderado en el merecido reconocimiento de haber sido el artista detrás de la más importante historia de ficción argentina, al punto de haber sido elegido su diseño como símbolo de resistencia por todo un movimiento político.

El destino de Juan Salvo y el de su esposa, su hija y sus amigos de resistencia son inseparables del de sus autores, sus hijes y sus compañeros de militancia durante la última dictadura. Son parte de la historia de lucha estudiantil, obrera y artística argentina. Son, además, reflejo del segundo mayor legado: una revitalizada idea de lo colectivo.


El Eternauta es colectivismo

En 1955, pocos meses antes del bombardeo a Plaza de Mayo, Héctor Germán Oesterheld fue convocado por el gobierno para realizar la biografía de Juan Domingo Perón en formato historieta. Quizás, un proyecto pensado como continuidad de lo que Luisa F. García y Santos Martínez Koch habían hecho con Obreritos, la colección de manuales escolares proselitistas que había editado Kapelusz dos años antes.

Héctor pasó algunos días en el hoy desaparecido Palacio Unzué -donde hoy se emplaza la Biblioteca Nacional Mariano Moreno-, esperando los momentos libres de Perón. Habían acordado reunirse bien temprano durante la mañana, antes de arrancar la jornada, o por la tarde, luego de todas las reuniones de gabinete, para tomar las notas de lo que sería el guion final. La dinámica no lo convenció y Oesterheld terminó renunciando. Pocas semanas después, ese mismo palacio sería bombardeado en un intento por asesinar al presidente y el gobierno sería derrocado.

Por aquellos años, para la mirada actual, Héctor era casi un gorila. El humanismo y el existencialismo con el que congeniaba en esa época lo acercaba más a Borges que al líder justicialista. Pero pese a no ser peronista, ya mostraba en sus cuentos infantiles y en sus primeras historietas un interés por lo grupal y un debate interno sobre si existía, o no, un límite tan claro entre el bien y el mal.

Para muches, El Eternauta es el pináculo creativo de Oesterheld y la obra en la que podemos ver algunos de sus intereses en su máxima expresión. Inspirada en Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, y en el boom de la ciencia ficción que nace en el segundo cuarto del siglo XX, la historia recupera muchos de los «miedos» de la época. Para una población que ya había presenciado dos de escala planetaria, la guerra seguía siendo una preocupación. Se le suma a ella la novedosa fuerza nuclear, demostrada una década antes en Hiroshima y Nagasaki. Y por encima de todo ello, el terror a la ruptura del lazo social en un momento liminal.

En El Eternauta, Oesterheld responde a esas inquietudes globales con una respuesta local: la solidaridad. De los lazos de cooperación familiar, casi íntimos, pasará a los barriales. Luego, a los de la lógica militar, más cercana a una guardia patriótica que a un ejército profesional. Por último, volverá a lo más elemental: viajar por toda la eternidad para no quedarse solo. El enemigo, esta vez «encarnado» en un odio cósmico sin forma definida, buscará constantemente destruir esa unión fraterna que nace frente al inminente fin del mundo. Los autores no son inocentes. En todo momento, esa fortaleza comunitaria convive con los riesgos de la «ley de la selva», con aquellos que tajean trajes herméticos, con esos que quiere llegar primero a la zona libre de copos y con los que se esconden entre las sombras apuntando a la cabeza del sobreviviendo que corre buscando refugio.

Para Oesterheld, esta dinámica es profundamente humana. Por eso elige una definición del héroe más cercana a la tradición griega que a su acepción norteamericana, repleta de superpoderes. El héroe en la mitología es más que un hombre y menos que un dios, pero fruto de la unión entre ambos. El autor agrega el adjetivo de «colectivo» y, por último, lo define por la negativa: «nunca el héroe individual, el héroe solo».

En tiempos de individualismo exacerbado, «el héroe colectivo» de Oesterheld y Solano López vuelve una y otra vez. Aunque con otras palabras, es parte de una respuesta, de una disputa que vuelve al centro de la escena. Como en la frase «nadie se salva solo», que Paulo Freire escribe en Pedagogía del oprimido, o en el enunciado papal «nadie puede pelear la vida aisladamente», parte de la encíclica Fratelli Tutti que Francisco dirigió en octubre de 2020, en plena pandemia. Todas formas de acción discursiva directa, cada una desde su terreno, en contra de una cultura orientada a formar seres solos, aislados, egoístas, incluso en momentos de crisis.
Por todo esto, el «viajero de la eternidad» deberá enfrentarse, una vez más, a esa fuerza que buscará transformar la lucha en un trend de TikTok, la resistencia en una marca que genere ventas y la ideología en un espectáculo en busca de rating. Quedará en manos de quienes ya conocen bien a los Ellos, sus armas y artilugios, mantenerlo cerca del grupo, no dejar que lo separen. La tarea será no dejar solo a Juan Salvo.

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Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia.