Entre el odio y la retirada del Estado: ¿cuáles son las variables que explican la violencia escolar?

🏫 La escalada de violencia en las escuelas ha estado en la agenda mediática en las últimas semanas. Hay varios ejes para hacer foco: la vulnerabilidad social, la arenga a la agresión legitimada por el Estado, las dinámicas de grupo alimentadas por entornos digitales y la falta de acompañamiento estudiantil. Opinan referentes y especialistas.
20/04/2025

Ante la escalada de violencia en entornos educativos ocurrida en las últimas semanas, protagonizada por estudiantes en diferentes puntos de la provincia de Buenos Aires, las escuelas estuvieron en el ojo público de la atención mediática. Tanto el caso ocurrido en Ingeniero Maschwitz, donde adolescentes planearon realizar un tiroteo escolar, como la paliza grupal proporcionada a un estudiante por sus compañeros de escuela, en la localidad de General Rodríguez -entre otras situaciones de brutalidad-, han conmocionado a la comunidad educativa.

Para poder pensar un origen y posibles soluciones a este entramado de violencia, Mariela Mozzi, psicóloga especialista en educación; Natalia Carballo, secretaria de Equipos de Apoyo y Servicios Profesionales del sindicato UTE-CTERA; y Sofia Glatsman, vocera del Centro de Estudiantes Secundarios Lenguas Vivas, dieron su mirada al respecto. 

“Todo fenómeno social tiene que ver con los momentos de la época. Nuestra época es más violenta en relación a la segregación”, expresó Mariela Mozzi. La construcción de una uniformidad, las mismas formas de consumo, satisfacción y felicidad, generan mayor segregación y odio en la juventud. “Aquel que no encaja con el ideal imperante, es segregado”, puntualizó Mozzi en torno a la psicología del grupo en la adolescencia. Reflexionó que hay dos variables yuxtapuestas a considerar desde la socialización de los niños y adolescentes, que explican el aumento de la violencia entre pares: la relación con el adulto y la tiranía del grupo. Señaló que el fenómeno se incrementa cuando el adulto se retira de esa socialización y el niño no tiene a quién recurrir ante una amenaza: “¿cómo sale al mundo un adolescente si no es de la mano del grupo de amigos?”, cuestionó y a la vez marcó la importancia de que en esa salida al mundo externo, teniendo en cuenta que los adolescentes tienden a alejar a los adultos de ciertos aspectos de su vida, haya un acompañamiento sustancial de parte de los mayores responsables encargados de su cuidado, tanto de la familia como del ambiente educativo: “Es importante qué posición toma el adulto ante la relación con el adolescente y el lugar que le ofrece”, agregó. 

En el mismo sentido, Sofia Glatsman reflexionó acerca del acompañamiento a los jóvenes por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: “Desde hace tiempo venimos denunciando que el GCBA debe hacerse cargo, porque cuando su ayuda no llega, los que terminamos por ponernos al hombro a lxs pibxs y su salud mental somos las comunidades educativas, donde cada vez aparecen más problemas de ansiedad, depresión, trastornos de conducta alimentaria, entre otras dificultades frecuentes en lxs adolescentes”, sostuvo Glastman. En aquel vacío interviene el centro de estudiantes, para construir un acercamiento con quienes tienen actitudes y conductas violentas: “La verdad es que seguimos siendo adolescentes y pares que también podemos estar pasando un mal momento, por lo cual no siempre tenemos las medidas necesarias para poder gestionar todas las problemáticas”, explicó. En este marco, arremetió contra la propuesta del Ministerio de Educación porteño en torno al programa BA Aprende, que considera que esgrime “recetas mágicas” bajo el titulo de “bienestar socioemocional” que constituye: “un proceso de aprendizaje que deviene de herramientas de autoevaluación y autorregulación de las emociones propias para así poder identificar los sentimientos negativos y erradicarlos a partir de una receta mágica que aún no sabemos cómo funciona”, expresó y agregó que la problemática es que no se planifica en base al sostén educativo que responda de forma integral, sino a la individualización de una problemática conjunta: “tenemos la certeza que la autonomía emocional es un trayecto que de ninguna manera se puede afrontar solo, menos siendo adolescente y vulnerable a que ¨las recetas para la felicidad¨ no funcionen generando así mayor angustia y frustración”. 

Otra variable a considerar para comprender la dinámica relacional entre jóvenes es cómo se vinculan a partir de la virtualidad: “Lo que aumentó en escalada es la violencia en redes digitales”, sostuvo Mozzi, quien planteó como motivo central el anonimato que proponen las redes a los jóvenes, que posibilitan un entramado donde la agresión llega a ser más virulenta. “Me parece que ahí en lo virtual hay una especie de liberación de ciertas censuras que aparecen en la relación cara a cara con el otro”, analizó. Dentro de esta problemática compleja, sostuvo la especialista, existen diferentes maneras de agresión desde lo vincular en dinámicas juveniles: “No contestar, ghostear, anular al otro, hacer de cuenta que el otro no existe, es la muerte del sujeto, una muerte subjetiva”, explicó y agregó que “la violencia siempre tiene que ver con eso, degradar al otro a una condición que no lo ubica como sujeto. Como decía Lacan: ‘donde soy considerado como objeto por el otro, ya no hay más mediación que la violencia’”.

En la misma línea, se produce un desafío particular para los padres que intentan proteger a sus hijos de entornos hostiles, pero que quedan fuera de la esfera digital donde hoy sucede gran parte de sus vidas: “El entorno virtual es como una manera de seguir en contacto con el mundo exterior sin salir de la casa. El espacio virtual es un espacio externo para el adolescente. Como estar afuera sin salir de la casa. Es casi como estar en otro lado cuando no se quiere estar en un lugar”, finalizó Mozzi. 

Natalia Carballo, por su parte, reflexionó acerca de la multicausalidad de variables que explican el escenario de aumento de violencia entre el alumnado: “Por un lado tenés a niños y adolescentes post pandemia, que han estado encerrados, solos, sin poder socializar, sin espacios de juego y en aislamiento, lo que ha impactado fuertemente en la construcción de sus subjetividades”, señaló la integrante de UTE. Por otro lado, la segunda causa a considerar es la vulnerabilidad socioeconómica que atraviesan gran parte de las infancias en el país, rango etario donde las cifras de pobreza e indigencia se agravan aún más. “Hay lugares y contextos que hacen que sea más hostil el modo en que están viviendo algunas familias. Es una violencia simbólica que los jóvenes padecen” indicó Carballo, que para robustecer su análisis, explicó en profundidad cuál es la situación de carencia, que constituye un obstáculo sustancial a la hora de pensar el acompañamiento y la crianza familiar: “Qué difícil cuando las condiciones mínimas no están dadas para poder paternar y maternar, ¿no? Cumplir un lugar ahí de sostén, es muy complejo. Tenemos familias muy caídas del sistema que realmente hacen lo que pueden. Que no tienen trabajo en blanco, acceso a la salud y a una vivienda digna”, detalló. Luego reiteró: “Si la familia no pudo con ese hijo, hay que ponernos a pensar como Estado, qué estamos haciendo para que tengan mejores condiciones en todo sentido, para habitar la ciudad, para vivir y poder criar, maternar o paternar a sus hijos”.

La secretaria de UTE esgrimió una tercera causa a tener en cuenta: la habilitación del discurso de odio y la violencia por parte del Estado Nacional, cuestión que se viene legitimando desde el corazón libertario en tiempos de campaña electoral: «De alguna manera, el relato del gobierno nacional se va impregnando. Está habilitada la agresión y la violencia, desde lo simbólico pero también en términos concretos».

Glatsman realizó un análisis acerca de la situación, poniendo el foco en un gobierno que no solo no ofrece respuestas para resolver sus problemáticas, sino que las alimenta: “Como comunidad educativa notamos que el nivel de violencia que se manifiesta en las aulas día a día entre estudiantes y docentes va en incremento desde el último tiempo y por supuesto que no es casual. Se asocia al contexto político y social actual, en el cual desde el Gobierno se fomenta la agresión hacia quienes disiden de la opinión oficialista”, apuntó. En la misma línea, sostuvo que el discurso violento es el vehículo por el cual el actual gobierno llegó al poder, posición en la cual se han encargado de rediscutir ciertos consensos democráticos que se creían saldados, como el rol de la universidad pública y buscando un mayor nivel de polarización discursiva: “Es así como en estos tiempos en los que el retroceso parece ser la avanzada de las derechas neoliberales, cada vez se naturaliza desde las juventudes la negación y el rechazo hacia el que diside de la opinión propia”, sostuvo y agregó que las escuelas quedan escindidas en este contexto político incierto y violento para la reproducción de valores democráticos en detrimento de “la construcción de ciudadanía activa, participativa y tolerante”.

“Hay una pérdida de sentido en la docencia”, señaló por su parte Mozzi refiriéndose al resquebrajamiento del rol del educador en tiempos donde el conocimiento está siendo desprestigiado, no solo desde el descrédito a la formación educativa, sino también a su correlato: una mayor educación ya no es vista como medio de ascenso social, sino que se publicitan otras formas como la idea de tener tu propio negocio y ser emprendedor, en detrimento de la elección por la formación educativa, que ya no garantiza un futuro prometedor, de la misma manera que en generaciones anteriores. “Ante la pérdida de sentido, el problema es ahí cómo construye futuro el adolescente”, apuntó. Tras este diagnóstico, Mozzi hizo hincapié en la importancia de recuperar la relación de la escuela con la cultura y de adaptar la lógica escolar tradicional a la relación actual de los adolescentes y niños con el saber: “El mayor lugar de contención que tiene la institución educativa es su conexión con la cultura y el saber”. Paralelamente, expuso que otro factor que incide es el lugar donde estén localizadas las escuelas en relación a las oportunidades que materialmente se ofrecen dependiendo de la vulnerabilidad de ciertas zonas, donde el vínculo con la educación superior no está fortalecido. 

Carballo analizó que es importante destacar el rol de sostén que cumple la escuela en tiempos donde el Estado como institución se ha contraído de forma sustancial y las casas de estudio constituyen una de las pocas puertas abiertas: “Ante la desaparición del Estado, siempre está la escuela. Cuando está el Estado y cuando no está, cuando se achica, se reduce o cuando intenta correrse, la escuela es una de las instituciones sociales más presentes”, reflexionó a la vez que sostuvo que ese lugar de cercanía la posiciona como depositaria de todos los malestares y hartazgos sociales: “Hace tiempo que se viene culpabilizando a los docentes. Es complejo porque ellos también están padeciendo la misma coyuntura nacional y las complejidades económicas. La lectura que hacemos es que la escuela es la institución social en donde todo se vuelca. Es la institución por excelencia porque es la que abarca, aloja, educa y da respuestas”, expresó Carballo. Concluyó que incluso para las familias de los estudiantes, la escuela aún funciona como lugar de refugio y búsqueda de ayuda, ante situaciones adversas en contextos de violencia de género o de precariedad laboral. 

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