Las tendencias pueden ir y venir, pero los tatuajes son para siempre… ¿o no? Argentina es uno de los paÃses más tatuados del mundo. Algunas estimaciones indican que el 31 % de la población tiene al menos un tatuaje; otras elevan esa cifra hasta el 45 %. Lo cierto es que cada vez más personas se tatúan y, como era de esperarse, también crece la cantidad de quienes se sienten descontentos con algunos diseños en su cuerpo. Afortunadamente, para esa gente existe la opción de borrarlos con láser: una tendencia en aumento, en sintonÃa con el crecimiento del número de personas tatuadas y de tatuajes por persona.Â
¿Qué lleva a alguien a tomar la decisión de borrarse un tatuaje? Convengamos que siempre existe la opción de cubrirlo con otro, y no es nada raro: varias celebridades argentinas siguieron ese camino en los últimos años antes de someterse a la eliminación láser.Â
«Me lo hice en pleno duelo y a los tres meses ya estaba averiguando lugares para sacarlo. Además, me lo hice en el medio del pecho», comenta a este medio Albina Lottero Sarraf, actriz y profesora de teatro. Sus motivos se repiten en incontables testimonios. También son frecuentes otras razones: que el tatuaje no sea estéticamente placentero, que esté mal hecho, que no le quede bien a la persona o, como en el caso de Albina, que limite sus oportunidades laborales.Â
Las sesiones son, por lo general, dolorosas (aunque solo por unos instantes), pero hay lugares que aplican aire frÃo o anestesia para mitigar el dolor. El número de sesiones varÃa: una nunca es suficiente. El tiempo necesario depende de varios factores, como el tamaño del tatuaje, su ubicación en el cuerpo, el uso de colores, la profundidad de la tinta y la calidad del trabajo original. En general, se requieren entre 4 y 12 sesiones, con un intervalo de cinco a ocho semanas entre cada una. Es un proceso largo, que exige cuidados posteriores: durante la primera semana, el uso de cremas cicatrizantes y protector solar es clave. A la hora de consultar precios, las respuestas forman un abanico amplio: desde $60.000 hasta $275.000 por sesión. Sin embargo, no fue posible encontrar diferencias marcadas entre los aparatos utilizados o los cuidados brindados, independientemente del costo.Â

Más allá del diseño o la carga simbólica, tatuarse y destatuarse implica decisiones que involucran al cuerpo. Por eso, tanto al momento de hacerse un tatuaje como de removerlo, es importante tener en cuenta ciertas condiciones mÃnimas de seguridad. Siempre es preferible acudir a un lugar habilitado, con profesionales capacitados y materiales esterilizados. Todo esto reduce riesgos de infección o reacciones adversas. Lo mismo vale para el láser: no todos los centros cuentan con personal médico o equipos adecuados, y un mal procedimiento puede derivar en quemaduras, cicatrices o manchas permanentes. Consultar, comparar y tomarse un tiempo para elegir dónde hacerlo puede marcar una gran diferencia en el resultado final.
Como todo en este mundo postmoderno, incluso los tatuajes -pensados durante años como marcas definitivas- hoy son un objeto más de esta época lÃquida y fluida. Con más o menos presupuesto y con más o menos dolor, borrarse un tatuaje es una opción. Pasó de ser una marca permanente a convertirse en una decoración que, en el peor de los casos, puede quitarse. Sin embargo, aunque la decisión parezca menor, no lo es: implica tiempo, cuidados y cierto grado de convicción. No hace falta romantizar ni dramatizar. A veces, simplemente, cambia el gusto o cambia la vida. Y que exista una forma de borrar para siempre las decisiones que tomamos sobre nuestro cuerpo también habla sobre el momento en el que vivimos.





