Del seudónimo al fandom: mujeres que escriben (y reescriben) su lugar en la historia

📖 Estas prácticas de escritura, tanto en el pasado como en el presente, evidencian cómo las mujeres han utilizado la literatura y las plataformas digitales para expresar sus voces, desafiar normas establecidas y construir comunidades de apoyo.
06/05/2025

Las primeras escritoras argentinas del siglo XX desafiaron los roles de género y disputaron el monopolio masculino de la palabra: la literatura escrita por mujeres ha sido históricamente un espacio de resistencia y transformación cultural. Lo que une a esta generación, paralela al movimiento sufragista internacional, con las escritoras de fanfiction  de Wattpad es el deseo de contar lo que se oculta, de imaginar futuros, denunciar lo intolerable. Las de antes, las de ahora, las de siempre.

Pioneras

Emma de la Barra (1861-1947) publicó en 1905 -de manera anónima- Stella, una de las obras más vendidas de la primera década del siglo XX; el primer Best Seller argentino fue escrito por una mujer. Tiempo después comenzó a utilizar el seudónimo que la acompañó durante toda su carrera y que garantizó la continuidad de ese anonimato: César Duayen, su máscara autoral que le permitió asegurarse un lugar en el ámbito literario dominado por varones. De acuerdo a Karina Boiola, editora del libro Sobre el feminismo / Emma de la Barra, las crónicas de la época dan cuenta que en los primeros meses de la publicación de Stella se vendieron más de diez mil ejemplares y el público se agolpaba en las librerías preguntando por la reposición de los ejemplares de la novela. 

Karina, en diálogo con El Grito del Sur, sostiene que la primera dificultad para que las mujeres publiquen era justificar su autoría: debían justificar su derecho a la educación, escribir y ser leídas. La palabra como medio de intervención pública les permitió a las mujeres debatir sobre su propio lugar, sobre cómo podían ser parte del progreso de la nación y demás tópicos donde la prensa fue fundamental, en tanto espacio de discusión pública, a lo largo de todo el siglo XX. Karina agrega: «hay que seguir contando y diciendo nuestras verdades, como decía de la Barra, para derribar prejuicios». La participación femenina en la esfera pública coincidió en Argentina, durante los inicios del siglo XX, con las primeras manifestaciones del movimiento feminista. 

La colección Las Antiguas, de la editorial Buena Vista, busca rescatar títulos de escritoras como Salvadora Medina Onrubia, Ada Maria Enflein y Juana Manso para que hoy podamos acceder a sus cartas, intervenciones periodísticas y ensayos en los que asoma el feminismo sufragista.

Emma de la Barra

Entre el canon y la reescritura colectiva

Los primeros fan fictions se registraron en el año 1967, como obras del fanatismo por la serie Star Trek, que eran escritos principalmente por mujeres a través de correspondencia. Se trataba de una forma de crear nuevas narrativas que tomaban como punto de partida el universo ya creado por la serie. La investigadora Libertad Borda rastrea que los primeros fanfics latinoamericanos nacen de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea. Producciones hechas por y para fans publicadas en foros entre los años 2000 y 2006.

La convergencia de abajo hacia arriba consiste en que la propia industria audiovisual recupere las producciones del público y las traslade e incorpore a la serie o película de origen. Es una herramienta para consolidar a su audiencia que actualmente se continúa retomando, por ejemplo, producciones alternativas y críticas que surgen de plataformas como Wattpad y AO3. 

Un caso interesante es el de J.K. Rowling, escritora de la saga Harry Potter, quien adhiere a un discurso transfóbico y contra la comunidad LGTB+. Algunos de sus dichos fueron reflejados en su blog bajo el título Cinco razones para estar preocupada por el nuevo activismo trans, y también en la red social X.

«¿Personas que menstrúan? Estoy segura de que antes existía una palabra para esas personas. Que alguien me ayude. ¿Wumben? ¿Wimpund? ¿Woomud?»

«Me niego a inclinarme ante un movimiento que, en mi opinión, está causando un daño demostrable al buscar erosionar a la ‘mujer’” como clase política y biológica».

A pesar de la posición de la autora, los fans decidieron continuar escribiendo nuevas historias a partir del mismo universo narrativo: utilizan los mismos personajes, pero los resignifican completamente, redefiniendo sus motivaciones, conflictos y vínculos según sus propias experiencias. Ahora Harry Potter y Ron Weasley pueden ser pareja, Harmione asexual y Draco Malfoy una mujer trans.

De esta manera, los fans se apropiaron de una historia que había atravesado parte de sus infancias y adolescencias. Supieron reestructurar los personajes y la historia de acuerdo a su cosmovisión, despegarse de la concepción de la autora y convertirlo en un lugar de visibilización, creando un espacio seguro, construyendo identidad y comunidad.

Como analiza Libertad, esta reescritura no escapa al modelo de “desvío y límite” propio de todo acto de fans: si bien parten de un texto fuente, las fanficcionistas incorporan sus demandas de género, sexualidad y conflicto social, poniendo en crisis las convenciones narrativas originales y creando un ámbito de resistencia cultural.

Coni, lectora de fanfics y bookfluencer, cree que el acto de las mujeres y disidencias de escribir y también leer es importante porque permite mostrar otras voces que estuvieron silenciadas bajo diferentes contextos a lo largo de la historia. La escritura es una constante revolución. Dice: «el encontrarse a una mujer o las disidencias escribiendo y compartiendo su experiencia es encontrarte ahí, tu libertad y aquel lugar donde me siento segura y escuchada».

Continuidad y ruptura

Estas prácticas de escritura, tanto en el pasado como en el presente, evidencian cómo las mujeres han utilizado la literatura y las plataformas digitales para expresar sus voces, desafiar normas establecidas y construir comunidades de apoyo. Desde el anonimato impuesto por las restricciones sociales hasta la creación de espacios propios en la web, las escritoras han encontrado formas de resistir y transformar su realidad a través de la palabra escrita. Ambas generaciones comparten el impulso de narrar lo que ha sido silenciado y de imaginar mundos donde sus voces sean escuchadas y valoradas.

De esta manera, las escritoras y lectoras de hoy continúan una tradición iniciada hace más de un siglo, con nuevas herramientas y estrategias. La escritura sigue siendo, tanto en el siglo XX como en la actualidad, un espacio de reivindicación, reconfiguración de realidades y construcción de nuevas identidades. El fanfiction, lejos de ser un simple fenómeno de ocio, es también una forma de resistencia política y cultural.

“No olviden jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, deben permanecer vigilantes toda su vida”. Simone de Beauvoir

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