¿Qué hay para leer en la nueva Historieta Argentina?

📖 El Eternauta llegó a Netflix y revolucionó el entramado cultural actual. El viajero de la eternidad impactó con la potencia propia de todo clásico y abre el apetito de los lectores. A continuación, un invite a descubrir nuevos exponentes.
29/05/2025

La llegada de una versión audiovisual de El Eternauta a la plataforma on demand Netflix despertó un gigante para muches dormido dentro del entramado cultural argentino: la historieta nacional. Una tradición gráfica con más de cien años que, gracias a la versión audiovisual de su máximo exponente, vuelve a ocupar un lugar en la agenda de les lectores.

Aunque algunes se nieguen a hablar de «industria», por no querer comparar el presente editorial con el pasado glorioso de la edad de oro de la historieta argentina, donde se vendían revistas por cientos de miles de ejemplares, la máquina sigue funcionando. En Argentina se publican, año a año, más de 100 libros de historietas y humor gráfico, fruto del trabajo de editoriales independientes que son piezas fundamentales del engranaje productivo. No son grandes grupos empresarios aprovechando tendencias para explotar luego la Propiedad Intelectual, sino trabajadoras y trabajadores culturales que aman a la historieta y trabajan codo a codo por hacerla crecer.

Con el nuevo Juan Salvo recorriendo las calles de Buenos Aires y ocupando un lugar dentro de las conversaciones de la sobremesa, se abre una posibilidad para invitar a expandir una curiosidad. Una vez que se devora el clásico: ¿Qué más se puede leer? Teniendo en cuenta que El Eternauta es una referencia a una forma de hacer historietas con casi setenta años de antigüedad, ¿qué nuevas formas de contar pueden encontrarse hoy en las ferias y librerías? A continuación, un invite a descubrir nuevos exponentes.

Ian Debiase es guionista y dibujante. Además, es peronista. Desde esa tríada de herramientas piensa y crea. Durante años, investigó acerca de uno de los mayores levantamientos populares de la historia argentina: el Cordobazo. Realizó entrevistas, revolvió archivos y conoció el territorio cordobés para reconstruir aquellas jornadas de lucha. Con ese trabajo, creó La Rebelión: Historias del Cordobazo, editado el año pasado por Hotel de las Ideas. Allí, a lo largo de 128 páginas narra ese gran capítulo de la historia obrera argentina desde pequeñas escenas cotidianas donde el compañerismo, la represión, la militancia y los militares forman un bosquejo de época.

El arte de Paula Boffo habita dos planos íntimamente conectados. Entre la historieta y la animación desparrama su creatividad. En Satén Rosa Rosa, antología editada por Deriva, explora diez años de historietas porno eróticas. Historias cortas publicadas en Argentina y en España, donde lo kinky convive con el humor. Nuestro país heredó una importante tradición de historieta erótica europea que fue ampliamente desarrollada durante el destape post dictadura. Pero, en la mayoría de los casos, se trató de historias hechas por varones cis para varones cis. Paula Boffo rompe con esa escuela y trae un imaginario sexual desde las disidencias que abre el juego y muestra deseos compartidos, antes que impuestos.

La llegada del manga y el animé a la Argentina hacia fines de los 90 y principios de los 2000 transformó también esta estética europea y nutrió una nueva identidad para la historieta que combinó tradiciones para luego expresarse de formas muy heterogéneas. Aunque de una manera distinta a como lo hizo en el trabajo de Boffo, la cultura japonesa aparece también en el arte de Salvador Sanz. En Mega, la serie original publicada por Ovni Press que ya va por su tercer tomo, Salvador trae los kaijus a territorio rioplatense y entremezcla el terror ante la presencia de esas bestias con el esoterismo y lo onírico para posicionarse como uno de los mejores historietistas de terror del momento. Una prisión milenaria se encuentra debajo del adoquinado porteño en Mega: La danza de los chacales.

Con los sucesivos cambios en la industria argentina, a nivel estructural y a nivel estético, fueron cada vez menos los y las artistas que trabajaron con el concepto de personaje. Es cada vez más difícil, por las características de la producción y las búsquedas de los productores, encontrarlos. Sin embargo, hay excepciones. Una de ellas es Dora, el personaje creado por Ignacio Minaverry. Aunque nació como una investigadora dentro del proceso de enjuiciamiento a los responsables del holocausto judío durante el Tercer Reich, llegando a sumarse como cazadora de nazis en Argentina, hoy Dora Bardavid es un personaje que viaja a través del siglo XX europeo y cuenta épocas. En Dora 1965: la ciudad muda, cuarta entrega de la serie y nuevamente con Hotel de las Ideas detrás del trabajo editorial, Minaverry ubica la narración alrededor de la industria cinematográfica romana post neorrealista y, desde allí, nos cuenta la telenovelesca crisis de pareja entre Dora y su novia, Geneviéve.

Para Juan Sasturain, una eminencia dentro de la historieta, uno de los grandes legados de Héctor Germán Oesterheld fue la posibilidad de trasladar la acción a una geografía conocida, al barrio de todos los días. Sasturain lo definió como «el domicilio de la aventura». Daniela Ruggeri recupera ese legado y, de paso, lo supera. Porque Juan Salvo, Favalli, Franco y el resto de los sobrevivientes caminan siempre por avenidas patricias. Ruggeri, en cambio, prefiere hablar desde geografías no hegemónicas. En El Otro Lago, su nueva historieta para jóvenes lectores editada por Maten al Mensajero, vuelve a aparecer el mismo grupo de chicos que en El diablo en la torre 9 (Barro Editora, 2021) recorriendo los monoblocks del Barrio Samoré y sumergiéndose en las misteriosas profundidades del lago Lugano, en Villa Soldati.

La adaptación de la obra de Oesterheld y Solano López hecha por Bruno Stagnaro deja, en la mayoría de los casos, muy buenas sensaciones. Además, trajo la memoria de lucha de su guionista, junto con un pedido de justicia por la desaparición de tres de sus hijas y el asesinato de la cuarta, y con un récord de llamadas al teléfono de Abuelas de Plaza de Mayo de personas con dudas acerca de su identidad. La potencia del clásico máximo de nuestra ciencia ficción recuperó además un interés por la lectura de historietas hechas acá, una industria que -pese a los embates económicos y la competencia desleal con lo que viene de afuera- resiste y se posiciona como una de las más importantes de la región.

Frente a estas búsquedas revitalizadas por la historia de Juan Salvo y sus compañeros, les lectores encontrarán que hay mucho, hay bueno y hay para todes en la nueva Historieta Argentina. Solo queda sumergirse en la aventura.

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Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia.