Una abuela y una madre que atacan violentamente a las autoridades de una escuela pública del barrio de La Boca. Una trabajadora que termina con traumatismo de cráneo, dos detenidas, la suspensión de las clases y la violencia como eje vertebrador de los vínculos.
La noticia sorprendió a todos: la madre y la abuela de un alumno atacaron a las autoridades de la escuela donde cursaba el niño. En la Escuela Nº8 D.E. 4 “Carlos Della Penna”, ubicada en la calle Braun Menéndez al 260 en el barrio de La Boca, aún persiste el impacto de lo sucedido.
«Una madre se acercó a quejarse porque supuestamente el director había maltratado a uno de sus hijos. Ante la respuesta de que esto no había sido así, se abrió una discusión entre el director y la secretaria con la madre y la abuela de los nenes. La madre reaccionó violentamente, le tiró de los pelos y le arrancó un mechón a la secretaria para luego clavarle una lapicera en el brazo al director. Intervino un auxiliar para intentar separarlos y fue amenazado con un cúter, aunque por suerte se lo pudieron sacar y no pasó a mayores».
La que narra lo sucedido es Ana Diasprotti, secretaria de Educación Primaria de la Unión de los Trabajadores de la Educación (UTE). Señala que toda la comunidad del colegio quedó movilizada por la situación vivida. «Es muy traumático vivir escenas así en la escuela, que es un lugar donde se supone que tiene que haber tranquilidad, ternura y ser un espacio de contención. Que se transforme en un espacio violento y agresivo es muy traumático para el equipo docente, pero también para los niños y la comunidad educativa».
Según informaron desde el colegio, las clases fueron suspendidas y se instaló una jornada de reflexión y trabajo al respecto de lo sucedido. Las autoridades docentes decidieron impulsar también una serie de talleres y actividades de convivencia contra la violencia y en defensa del diálogo.
«Muchas veces los docentes en las escuelas estamos siendo expuestos a estas situaciones de violencia en las que las familias agreden a compañeros y compañeras por temas que realmente nos sobrepasan y que no tienen que ver con decisiones nuestras», agrega Diasprotti.
Consultada por la realidad de la población de la escuela, la docente señala la heterogeneidad del estudiantado pero también subraya que asiste un segmento muy golpeado por la crisis económica. «Hay muchos chicos que están expuestos a la vulnerabilidad socioeconómica, con un presente en el que es muy difícil llegar a fin de mes, con viviendas precarias donde conviven muchas personas en una habitación, con amenazas de desalojo o familias monoporentales o con padres desempleados», agrega.
La pregunta que se impone ante estas situaciones es acerca de la capacidad de las instituciones para intervenir. ¿Qué puede hacer la escuela ante estos hechos de violencia?
«Creo que desde las escuelas tenemos que apelar al diálogo con las familias, trabajar mucho el tema de la convivencia, la escucha, la solidaridad. Y también volver a entrelazar el vínculo entre escuelas y familias que fue muy vapuleado», explica la docente. «En estos últimos años se ha fomentado el desprecio hacia la escuela pública y sus docentes. Pero creemos en un ida y vuelta permanente que nos permita volver a armar comunidad, a hacer participar a los papás y las mamás en actividades de la escuela y volver a trabajar con fraternidad en proyectos colectivos. La salida es colectiva y en unión entre todos los actores que forman la comunidad educativa y del barrio», concluye.
