“Queremos que Brieger pida disculpas públicas a todas las afectadas”

💚 El colectivo Periodistas Argentinas realizó en el Senado una conferencia de prensa para denunciar 19 casos de acoso y abuso sexual por parte del periodista internacional Pedro Brieger. Los testimonios y las reflexiones de las denunciantes.

Este martes Periodistas Argentinas, una agrupación de comunicadoras, realizó en el Senado de la Nación una conferencia de prensa para denunciar 19 casos de acoso y abuso sexual por parte del periodista internacional Pedro Brieger. Agustina Kämpfer, una de las denunciantes, señaló: “Era nuestro profesor, nuestro compañero de trabajo, nuestro jefe de cátedra, nuestro vecino, nuestro colega, nuestro acosador”, sostuvo Kämpfer.

Con un panel de periodistas, académicas y trabajadoras de prensa -entre las que se encontraban periodistas políticas como Nancy Pazos-, se presentaron los 19 testimonios recabados durante estas semanas. No sin antes mencionar que “en el año 2010, la periodista Agustina Kämpfer expresó públicamente en un programa de televisión que el periodista Pedro Brieger, flamante ganador del premio Martín Fierro, era un acosador. Nadie la escuchó”.

Catorce años después de esa denuncia televisiva y a partir de una nota de Alejandro Alfie que daba cuenta de un juicio laboral que Brieger había ganado, la periodista Cecilia Guardatti comentó el posteo de esa noticia en las redes sociales y denunció su conducta acosadora.

“Esta vez, alguien escuchó. Alfie publicó, luego de investigar, una serie de tuits donde citó cinco casos de profesionales afectadas por la conducta de Brieger. A partir de esa publicación, se quebró el silencio”, explicaron. 

Los 19 episodios de acoso sexual contra colegas que trabajaron con él y alumnas de distintas instituciones ”se repitieron durante 30 años”. 

Algunos testimonios 

“Tenía 21 años, era alumna de tercer año en TEA, había cursado Política Internacional con él y había trabajado en la investigación de uno de sus libros, sin percibir remuneración. En agosto o septiembre de ese año me invitó a una conferencia del escritor español Juan Goytisolo en la Fundación Los Cedros, muy cerca de la facultad, por lo cual a la salida de TEA fuimos caminando hasta el lugar. Durante el trayecto, hizo comentarios sobre la ropa que llevaba puesta, me preguntó si tenía novio, etc. Mientras esperábamos el inicio del evento sentados, de la nada, me susurró: `cómo te bajaría la bombachita y te pegaría en la cola ́. Me quedé absolutamente paralizada, muda, sin saber qué hacer. Transcurrió toda la conferencia y no me moví. Luego hubo un cóctel, en el que me alejé de él todo lo posible, hasta que me dijo `¿nos vamos? ́. Le dije que no, que me iba a quedar. Esperé un rato y salí mirando para todos lados, aterrada de que estuviera en la calle, o escondido en algún lado. Siguió llamando a mi casa (era la época de los teléfonos fijos), yo intentaba no atender, pero una vez lo hice y me preguntó por qué no le hablaba más. Recuerdo haberle dicho `vos sabés bien por qué ́ y que se hiciera el desentendido. No me acuerdo si en ese llamado o en otro, me invitó a una reunión una noche en su casa, con gente que no estaba en pareja. Obviamente me negué. Fue mi última comunicación con él. Decidí no dedicarme a la política internacional, algo que me apasionaba, para nunca volver a verlo”.

“Era redactora del noticiero nocturno y de Visión 7 Internacional. Tenía con él una relación amable, hasta que un día, estando sola en control, él entró y se colocó detrás de la silla en la que estaba sentada. Estaba trabajando, cuando siento que me agarra el cuello y luego mete la mano por adentro de mi pullover y comienza a tocarme. Sentí asco y humillación. Me levanté inmediatamente, fui a la redacción y se lo conté a mis compañeros, que como respuesta se rieron”.

“Tenía 25 años y trabajaba en la TV Pública. Desde allí, me enviaron a Mar del Plata a cubrir la Cumbre del ALCA para darle asistencia periodística a él. Al inicio del viaje, en el colectivo, hablaba de lo contento que estaba de trabajar conmigo. Empezó a tocarme los muslos cada vez que podía, el cuello y la espalda, en la parte de la cintura. También tenía la costumbre de hablarme cerca, muy cerca, hasta que sintiera su aliento. Yo me alejaba, pero él se acercaba de nuevo. Desde el primer día se inventó que nos debíamos una cena y desde el comienzo del trabajo no paraba de decir lo lindo que iba a ser cenar juntos. En ese momento usábamos handies, y por esa vía me decía cosas fuera de lugar y me insistía con cenar. También me pidió que fuera a su cuarto. No recuerdo qué excusas le puse para no ir. Me di cuenta de que no iba a parar. Recuerdo la sensación de preguntarme: ¿por qué hace esto? En un momento me animé a decirle: basta. Ni se inmutó. Yo era como su presa. Por un lado, estaba cumpliendo mi sueño de ser periodista y, por el otro, estaba viviendo una pesadilla”.

“Llegué a Túnez junto a uno de mis jefes de Télam para cubrir el viaje de la entonces presidenta Cristina Kirchner. Ahí conocí a Brieger, que era parte de la delegación. Tomamos un té con galletitas en el hall del hotel y charlamos de temas profesionales. Al día siguiente, me dijo que no podía asistir al encuentro con la mandataria, me pidió que le compartiera el audio y me dio su número de habitación. Subí, con la computadora en la mano, a dejarle el audio como favor de colega. Al llegar a su habitación, veo que tenía la puerta entreabierta. Me lo encuentro desnudo, recostado sobre el respaldo de la cama, tapándose con una sábana, masturbándose mientras me hablaba. No recuerdo cuanto tiempo me quedé ahí ni lo que me dijo. Me fui y nunca más le volví a hablar. En ese momento no le dije nada a mi jefe, no era un contexto cómodo para hablar algo así. El 99% de la delegación eran hombres. Seguí trabajando como mecanismo de defensa. Lo bloqueé. Lo negué. Pasó el tiempo y él aparecía en todos lados. Yo veía que ganaba premios y que cada vez tenía más visibilidad y más poder. Me daba miedo dar la cara y exponerme”.

Medidas reparatorias

“Las afectadas cargan con la responsabilidad de denunciar”, afirmaron las periodistas y detallaron que están recopilando más casos para hacer una presentación judicial, pero mientras tanto exigen una serie de medidas reparatorias para las denunciantes.

Exigen prevención y capacitación para erradicar la violencia de género, puntualizando sobre el acoso sexual, en los medios públicos y privados. Así como también en las instituciones académicas. Además, consideran “imprescindible» que el periodista Pedro Brieger “pida disculpas públicas a todas las afectadas». 

En tanto, afirmaron que en Argentina “no existen leyes para penalizar el acoso laboral y académico”. “No es lo mismo el comportamiento de un exhibicionista que el acoso en el contexto de trabajo y cuando existe asimetría de poder”, detallaron. 

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