Un par de pibes, en la Plaza Sicilia, a metros del Jardín Japonés, hacen que vuelan en escobas. La única diferencia con el mundo mágico está en la distancia con el suelo: los jóvenes tienen palos o tubos de PVC entre las piernas, agarradas con las manos, y se desplazan de esa forma. En Argentina, en Buenos Aires, en Palermo, se hace lo mismo que en el estadio de Hogwarts, la mítica escuela de la saga Harry Potter: los pibes están jugando algo así como al quidditch.
«Diego va de guardián», dice el capitán y eso es lo que pasa: Diego se para como si alguien fuera a jugar de defensor central en el fulbito cinco, de líbero en la cancha de vóley o de alero en un microestadio de básquet. La posición de Diego, entonces, es la de guardián.
El quidditch es un deporte mágico, imposible de reproducir: habría que volar para jugarlo. Pero el quadball es un juego terrenal, de piso, de pasto. Una suerte de imitación de aquel de la saga de J. K Rowling fundado, según su página oficial, por Xander Manshel y Alex Benepe, del Middlebury College, en el año 2005.
“El quadball es el nombre que se le da a lo que antes le decíamos quidditch, un deporte de contacto inspirado en el de la serie de Harry Potter, adaptado a reglas que combinan cuestiones de rugby, de handball y quemados. A la Argentina llegó en el año 2012”, cuenta vía Meet Ariadna Navone Sarubbi, que juega en el equipo porteño de Supernova a pesar de vivir en Rosario.
En el Jardín Japonés solamente hay un espectador.
-El que está ahí es mi novio, eso explica que esté acá.
Hace frío en la mañana del domingo. Hay mosquitos. El hincha, en la funda de su celular, tiene la insignia “Platform 9 3/4”, que era la estación que veía partir a Harry antes de ir a Hogwarts.
La nimbus 2000 en un tubo de PVC
“Él vino acá y vos estabas allá”, dice Falco, que juega en Supernova. Las indicaciones son de un capitán que quiere corregir la defensa de la jugada anterior.
Le explica a El Grito del Sur las principales reglas de este deporte. “Se juega con dos equipos enfrentados en una cancha de 60 x 35, un intermedio entre fútbol 9 y fútbol 11. Hay tres aros parados y un área de guardián, de cada lado. Se juega con cuatro pelotas. Una de vóley (que simulan las de “quaffle”) y tres de quemado”, indica y lógicamente el juego consiste en hacer puntos en los aros contrincantes.
“Por equipo hay cuatro posiciones. Tres de ellas arrancan en la cancha. Los cazadores son aquellos que juegan con la pelota de vóley. Todos los jugadores tienen que ir corriendo con un tubo de PVC. Cuando son quemados están fuera de juego, tienen que tocar la base en el aro propio, ponerse la escoba entre las piernas y siguen jugando. Los cazadores, que son tres, hacen goles desde cualquier lado, llegan dando pases. El guardián es como un cazador con habilidades especiales: en el área no puede ser quemado o tacleado. Los golpeadores (dos) solamente manejan las pelotas de quemado y se encargan de quemar a los contrincantes, en ataque y defensa”, completa Falco.
Siempre hay que sostener la escoba, condición que habilita el ataque y la defensa. Hablamos, además, de un juego muy táctico y muy físico: bloqueos, “cortinas”, contacto.
Pero el juego tiene una sorpresa más, difícil de imaginar a simple vista. ¿Cómo se hace para imitar la búsqueda de la snitch dorada? Fácil: magia.
“La snitch es reemplazada por un árbitro que se llama ‘corredor de snitch’ o ´corredor de flag´, que tiene una media colgada en el pantalón. Dos jugadores, uno de cada equipo, entran en el minuto 20 para atraparlo y sumar 30 puntos”, indica Ariadna y Falco precisa: “Es una pelota de tenis en una media en un pantalón, con un velcro en la cintura”.
Copa Libertadores
Ariadna cuenta cómo llegó el deporte a la Argentina. “La adaptación la empiezan a organizar grupos de fans en 2012. Se hace, en septiembre de ese año, un mini torneo en el Planetario. Luego se va acercando gente no fanática de Harry Potter.”. Curiosidad: 145 años antes, un 20 de junio de 1867, en el mismo lugar se jugó el primer partido de fútbol en el país.
“Yo acá en Rosario -continúa Ariadna- organizo lo que es el evento temático de Harry Potter y de ahí una de las chicas sugirió armar el equipo. Desde el año 2014 que existe el equipo llamado Deathly Dragons, sigue hasta hoy”. Nuestro país, hoy en día, tiene tres equipos: el mencionado del Paraná y Supernova y Blackbirds, en Capital Federal.
Falco cuenta que, cuando se organiza un torneo entre los tres equipos, se juntan alrededor de 50 jugadores. Este año aún no pudieron hacerlo.
“Juego desde 2017 -comenta Falco-. Conocí el deporte en una Magic Meeting (reunión anual de la saga) y me enamoré desde el primer momento en que vi que lo estaban jugando. Fui, probé y me encantó. Me designaron en un equipo hasta 2019. Luego dirigí un año a los Blackbirds. Ya en 2021 venía con la idea de hacer mi propio equipo y en 2022 arranque con Supernova”.
Tanto Ariadna como Falco recuerdan que, en los últimos 10 años, en varias oportunidades se realizó la Copa del Sur, un torneo con equipos del continente que reunió planteles de Argentina, Chile, Perú, Brasil. El más entusiasta, a la hora de recordar el certamen, indudablemente es Falco: “es como una Copa Libertadores”.
Orgullo
Una de las características del deporte es la militancia, en sus propias reglas, del orgullo de la banderas de las diversidades. “Es un deporte mixto. Hay una regla de máximo cuatro jugadores que se identifiquen con el mismo género. El deporte se basa en el género autopercibido. Se encuentra pegado a las luchas de las diversidades”, comenta Ariadna.
El tema contrasta con las posiciones políticas que más de una vez puso sobre la mesa J. K Rowling, autora de la saga. La escritora, hace cuatro años, se encargó de cuestionar explícitamente a las personas trans, planteando que cualquier persona que menstrúa se llama “mujer” y con declaraciones como la siguiente: «Cuando se abren las puertas de los baños y los probadores a cualquier hombre que se crea o se sienta mujer y, como dije, ahora pueden otorgarse certificados de confirmación de género sin la necesidad de cirugía u hormonas. Se abre la puerta a todos los hombres que quieran entrar. Esa es la pura verdad».
Más allá de que la decisión también incorporó posibles cuestiones legales con los derechos de copyright y merchandising (“Warner estuvo muy gorra con eso”), este es uno de los motivos por los que el deporte deja de llamarse quidditch: evitar “quedar pegado” a las opiniones de JK Rowling que incomodaron a jugadores de la comunidad trans. “El quadball banca a las diversidades”, dice Ariadna.
A J. K Rowling, en esta y tantas otras cosas, la snitch dorada se le escapó.