Mariano Ferreyra murió hace ya diez años. Fue asesinado por una patota sindical que intentaba desarticular el reclamo de un grupo de militantes y trabajadores que exigía su pase a planta y el fin de la tercerización en el ferrocarril. Pablo, su hermano, se convirtió a fuerza de los golpes en un vocero, un elemento de justicia para que el recuerdo de su hermano no quedara en el olvido y para que los culpables pagaran por su acciones. Una década después del asesinato político que conmoviera a todo un país, el exlegislador kirchnerista habló en una entrevista con El Grito del Sur sobre política, justicia, precarización laboral y el legado que dejó su hermano en la sociedad argentina.
Vos fuiste quien introdujo en cierta medida a Mariano en la militancia, lo que fue luego su camino de vida. ¿Cómo procesás hoy ese rol que jugaste en la vida de tu hermano?
Tiendo a desmitificar eso, porque si bien Mariano se acerca a la militancia porque yo estaba en el Partido Obrero, él se acerca a hacer unas actividades menores, yo no fui su mentor. Él enseguida se incorporó, tuvo un responsable que lo introdujo en la militancia. De hecho yo tenía 20 años y el tenía 13 y era complicado estar con el hermano más chico, incluso en lugares donde uno se sentía cómodo. Pero sí hay algo de lo que sucedía en la habitación que compartíamos que lo interpeló, que lo llevó hacia eso: la lectura de libros, de cosas que estimulan y estaban ahí. Y pensar en introducir a la militancia a alguien que tuvo una vida tan corta, signada por la militancia (y que eso es lo que queda hoy de Mariano), es muy difícil porque implica ponerme en un lugar que tiene una carga muy pesada, que es creer que si no lo hubiera introducido en la militancia no le hubiera pasado lo que le pasó. A veces es el destino de una persona: él tenía que estar ahí en el tren por el pase a planta de los precarizados y, en definitiva, resignificar eso fue algo muy pesado para mí. Resignificar eso en el proceso de lucha por justicia fue resignificar ese peso tan complejo que tiene este rol introductorio.
¿Cómo era esa militancia en el Partido Obrero?
Era una militancia de los 2000, post-90, post-Alianza, post-2001, de la destrucción de los servicios públicos. Sumado a la zona geográfica de nuestra militancia, en la zona sur y a la importancia que tiene el Ferrocarril en Avellaneda. Hay un montón de factores que lo fueron volcando ahí. Tampoco había muchas alternativas políticas en ese momento para militar, como puede haber ahora dentro del espectro del campo popular. En ese momento había una asociación más directa del peronismo y el menemismo, signada por la privatización y la corrupción del gobierno.
¿Cuáles son esas otras facetas de Mariano, además de la militante, de las que se habla menos?
La verdad es que su vida fue muy corta y es difícil representarla porque es una persona que no se desarrolló totalmente. Una faceta muy importante hasta sus 23 años fue la música, con una formación autodidacta, que lo llevó a tocar la guitarra, el acordeón y el teclado. Tenía varias herramientas. Le gustaba mucho el teatro y actuaba en una compañía de teatro en Avellaneda. Eso lo transformó bastante porque era muy tímido y le permitió representar personajes, lo que le habrá servido también para la militancia. Era una persona muy tímida, con pocas palabras a veces y para militar, sobre todo en esa época y en el Partido Obrero -que requiere tanto de la palabra, de poder explicar su proyecto político-, era importante. Le gustaba el cine, David Lynch, cine europeo o de autor. No escapa de otras cosas que le gustan a los jóvenes. Empezó estudiando historia, pero había dejado. A los 23 años es todo muy corto. Igual le tomó el gusto a laburar por sus propios medios, trabajó como tornero en un taller, se mudó con una novia. Son cosas que no pudieron seguirse expresando y hay una faceta que signa todo eso que es su rol militante.
En una semana se cumple también el décimo aniversario de la muerte de Néstor, que dejó la famosa frase «la bala que mató a Mariano rozó el corazón de Néstor». Fuiste legislador por el kirchnerismo y desde el Partido Obrero te han acusado de traidor y otras yerbas. ¿Cómo vivís hoy tu relación con el kirchnerismo?
Es muy compleja la relación. Siempre ha surgido una crítica de izquierda y de derecha -que termina siendo igual- en relación a mi posicionamiento por el asesinato de Mariano, donde te dan diferentes etiquetas: «traidor», «vendiste a tu hermano». Lo que buscan es etiquetarte como si uno fuera parte de un proceso de corrupción interna. Y al contrario. Yo no iba a tranzar mis convicciones por algo que había sucedido: me costó mucho los primeros días y me parecía un garronazo que justamente en un gobierno que yo banco y apoyo, pasara lo de mi hermano. Y mucho de lo que pasó tenía que ver con la lógica de Pedraza respecto a las tercerizadas, al sindicalismo peronista, pero también con fuerzas de seguridad involucradas, con funcionarios que los primeros días dijeron cualquier pavada. Cuando pasó lo de Mariano, sentí la misma confusión que cualquier militante que bancaba al kirchnerismo. Yo le decía a Cristina algo que no le gustó: «quieras o no, este asesinato mancha la política de no represión del gobierno, aunque no tenga que ver directamente con la represión policial». Si bien se revalorizó la juventud, después sucedían estas cosas: desde la tercerización hasta algunas lógicas de represión dentro de la estructura sindical o las mismas fuerzas de seguridad. Al contrario de las críticas que uno puede recibir -que me lo ha dicho gente en la cara, no solo en Twitter, sino militantes, referentes e incluso personas que hoy son legisladores-, lo más fácil hubiera sido no llamar al CELS y poner a la abogada del Partido Obrero. Pero fue un acierto haber puesto al CELS en la causa porque tejió el entramado económico detrás del asesinato, el móvil, elaboró una cantidad de cosas que hoy no hubieran estado si nos movíamos por los caprichos del Partido Obrero. Tuve que pensarme como un actor dentro de lo que había sucedido, pensarme desde un lugar no tan complaciente con el gobierno.
¿Cómo fueron esos encuentros con Cristina Fernández de Kirchner?
La reunión con Cristina fue dura, de su parte y de la mía. Yo tenía mucha desconfianza así que le llevé una carta donde estrictamente le pedía que no se fuera laxo ni con Pedraza ni con las fuerzas de seguridad. Fue complicado, pero no quería traicionar mis convicciones. Yo hice una transformación después de la 125 que me despojó de los prejuicios que tenía del gobierno de Néstor Kirchner. Pensá que dejé de militar en el Partido Obrero en el 2004, por ende fueron muchos años de ir abandonando de a poco una caracterización del gobierno que tenía el trotskismo más clásico. Empezar a ver que había discusiones desde lo popular, desde abajo. A mí la 125 fue una discusión que me llevó a abrazar la ideología kirchnerista sin dudarlo, porque ahí vi quiénes eran los enemigos.
¿Cuál es el legado de Mariano Ferreyra en la historia política argentina?
El asesinato de Mariano muestra que hay cero tolerancia para el asesinato y la represión. Pensá que el gobierno de Néstor se inicia a partir de la crisis del Puente Pueyrredón, hay algo que recogen que es la política de la no represión, de entender a los movimientos sociales. Por eso el asesinato de Mariano golpeó muy fuerte al kirchnerismo porque cuestiona algo que pensábamos que no iba a pasar más. Aparte, la sociedad, más allá de que Mariano fuera o no del Partido Obrero, reaccionó unánimemente contra eso. Se sintió lastimada: los militantes del Partido Obrero y los que no eran del PO salieron a las calles a decir «no toleramos más esto»: la muerte de un joven no se tolera más. Abrió una etapa en la historia. Y está ligada a la muerte de Néstor Kirchner, por lo cual hoy se genera un mito. Es una semana donde quedaron ligadas las muertes de Mariano y la de Néstor, a pesar de que eran personas de un espectro ideológico opuesto. Pero pone en debate la tercerización laboral: Mariano estaba luchando contra esta situación en el ferrocarril y nunca se hubiera imaginado la precarización laboral a nivel individual que hay hoy, donde hay motos llevando cajas amarillas o naranjas sin seguro, sin obra social o sin ART, trabajando por una moneda. Claramente ha cambiado mucho el trabajo en estos 10 años y para peor. Y por último, las fuerzas de seguridad y la justicia. Hoy vemos dos campanas, Sabina Frederic por un lado y Sergio Berni por el otro, un debate que logró sintetizar algo dentro del campo popular: que no es de derecha pensar las fuerzas de seguridad, la seguridad democrática. Hay que pensar la política de seguridad y la democratización de la justicia. Quedó trunco el proyecto de Cristina, y hoy ante una nueva avanzada del gobierno para ordenar las cosas en el Poder Judicial, vuelven las marchas anti-cuarentena y los discursos de Elisa Carrió. Los mismos problemas que llevaron a la muerte de Mariano siguen existiendo.
¿Cómo avanza la causa por sobornos?
Ya estamos en la elevación a juicio oral en la causa de sobornos, que es la que investiga un presunto soborno de 50 mil dólares entre contadores de la Unión Ferroviaria, instrumentado con un agente de la SIDE y que estaba yendo a parar al domicilio de un camarista, de un juez, que iba a arreglar el sorteo para que a Pedraza le cayera en una cámara más complaciente con él. Este juicio, que llevamos hace 8 años, ahora pudimos hacerlo real. Porque es un juicio que investiga a la justicia y todos los jueces a los que les caía la causa se excusaban.
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