La «E» en debate

En “La lengua en disputa” (editorial Godot) se concentran los principales argumentos a favor y en contra del uso de lenguaje inclusivo. Un debate profundo entre Beatriz Sarlo y Santiago Kalinowski.

La letra “E” bien podría ser uno de los fenómenos del año en cualquiera de esos magazines que comienzan en estos meses a deleitarse con los rankings anuales. Cada vez más presente, arrastra controversias, reclamos, prejuicios y confusión a su alrededor. Escuelas y universidades autorizan su empleo, otras la rechazan tajantemente; ciertos sectores se muestran más predispuestos a su impulso, otros indiferentes o reacios; algunas personas se enojan y otras, aún queriendo, no encuentran manera de utilizarla.

“Todes”, “chiques”, “nosotres”, “elles”, “cuerpes”. El lenguaje inclusivo está instalado, al menos como discusión. Tomó impulso rápidamente entretejiéndose con los movimientos feministas, pero da lugar a distintas identidades. Argumentos a favor y en contra se reúnen en el libro que acaba de publicar la editorial Godot, “La lengua en disputa”. El mismo surge a partir del debate realizado en agosto de este año, en el marco de la octava feria de editores (FED), entre la ensayista y crítica Beatriz Sarlo y el lingüista Santiago Kalinowski. La desgrabación corregida y ordenada de ese debate ayuda a entender de qué se habla cuando se habla de leguaje inclusivo.

¿Puede imponerse en la lengua? ¿Es realmente inclusivo? ¿Se es machista por no usarlo?
El lenguaje va redimensionándose en cada ámbito de la cotidianeidad: en los trabajos y en los clubes, en las organizaciones sociales, políticas y en los medios de comunicación. Pero también en cada feria, encuentro o manifestación se discute cómo se debe hablar y escribir sin replicar el genérico masculino. Así han pasado el “@” y la “X” como intentos de experimentar una escritura que interpele otras identidades, aunque sin éxito en la oralidad, lugar que parece venir a solventar el empleo de la “E”.

El libro se organiza alrededor de dos ejes temáticos propuestos por las organizadoras del debate, Ana Ojeda y Cecilia Fanti: “¿Cuál es el vínculo entre lengua y realidad?”, por un lado, y “¿Cuán dueño/a/e es cada uno/a/e de su lengua, de su manera de hablar?” y si esto pone en riesgo la inteligibilidad del idioma”, una de las cuestiones centrales de la controversia, junto con la noción de “economía” del lenguaje. De esta manera, Sarlo y Kalinowski trazan recorridos posibles para su interpretación y su potencial devenir, al tiempo que sistematizan las principales razones de la discusión.

Sobre el primer punto, ambos coinciden en que la realidad no está configurada por la lengua sino que hay una relación más azarosa y cambiante entre esos elementos. La discusión se torna más intensa al centrarse en el segundo punto, el lenguaje inclusivo. ¿Qué argumentos esgrimen los invitados? Las posturas contrapuestas de ambos se desprenden de dos concepciones distintas del lenguaje inclusivo. Mientras que para Sarlo es un fenómeno lingüístico y gramatical, es decir con orden y reglas detrás, que no puede ser impuesto por una minoría, para Kalinowski el lenguaje inclusivo es un fenómeno retórico de comunicación cuyo fin es político. Según esta postura, el inclusivo no busca ser gramática por lo cual es indiferente a las decisiones de, por ejemplo, la Real Academia Española.

“Lo que a mí como hablante y escribiente del español rioplatense o del castellano rioplatense me afecta del inclusivo es la imposición”, dice Sarlo, aludiendo a que es un fenómeno de una minoría de élite (particularmente señala a “las chicas del Pellegrini y el Nacional Buenos Aires”) que no tiene resonancia en otras ciudades del país, ni tanto eco en el exterior. Por el contrario, Kalinowski sostiene que existe un “diálogo global”, con focos importantes de discusión en Argentina, España y Chile entre otros países. Si bien no considera que sea un fenómeno de masas, no ve nada malo en que sea una práctica de vanguardia, aunque advierte que “no son sólo dos escuelas”, sino que son cada vez más los espacios que en distintos niveles lo están implementado. “El inclusivo es la configuración discursiva de esta lucha política, una lucha política de sangre en la calle”, defiende ante su contendiente negada a concebir el fenómeno como algo político.

Mientras que Sarlo redunda en anécdotas personales y ejemplos particulares —como la comparación con el declive de la palabra “nigger” en Estados Unidos—, los aportes más significativos al debate los proporciona Kalinowski, mencionando, por ejemplo, por qué es tan difícil desprenderse del genérico masculino. “Durante miles y cientos de miles de años el hombre, el macho de la especie acaparó absolutamente todos los espacios de visibilidad”, de modo tal que la lengua queda codificada por el sexismo. Para él, es un fenómeno que busca interpelar a la audiencia, poner el foco sobre una condición desigual y desde ahí intentar lograr consensos que confluyan en un cambio político. “El masculino genérico es prácticamente un universal lingüístico porque es un universal humano la desigualdad entre el hombre y la mujer”, cierra Kalinowski.

Por su parte, Sarlo insiste en que “el uso del inclusivo no puede ser una orden de la ideología, porque no hay orden sobre la lengua” y concluye: “En nombre de la democracia y de la inclusión no es conveniente hacer cosas que no sean democráticas ni incluyan las inevitables tensiones lingüísticas”.

Si bien el debate sobre el lenguaje inclusivo no se agota en estos argumentos, el libro permite asistir a la mirada de dos especialistas en el área. La lengua, se dice, es ingobernable, y las sociedades la modifican en sus disputas diarias. Sin embargo, afirma Kalinowski, lo que es organizado de manera consciente, como en el caso del lenguaje inclusivo, no puede llegar a gramática, ni tampoco es ese su objetivo.

Ficha técnica

Título: La lengua en disputa
Autores: Beatriz Sarlo y Santiago Kalinowski
Editorial: Godot
Año: 2019
Páginas: 88
Precio: $450

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