«Puan es realmente un lugar que tiene la virtud de ser particular»

🎞️ Premiados en San Sebastián y celebrados en las funciones locales, la directora María Alché y el director Benjamín Naishtat filosofan sobre su película que recibe el cariño del público, que la recomienda y se identifica. El valor de lo que está en peligro, la vida entera dedicada, y el sentido de un film que nos habla.

No hace falta haber ido a Puan para ver una de las mejores películas nacionales de este año, aunque indudablemente es un plus. Sin dudas porque es una historia con universo propio: la sede de paredes verde musgo empapeladas, sus pasillos, la mesa de profesores y profesoras, la calle de Caballito a Pedro Goyena con el café Sócrates, y a Rivadavia, la estación del subte A. Pero como se estudia, el universo también se expande dentro de sí. Y de eso se trata esta trama, a eso le discute –como en una clase y con Charly García de fondo– hasta el final. Entonces vemos la Biblioteca Nacional, y de pronto notar los lugares donde estuvo grabada es una de sus tantas formas que emplea para reconocernos, o que nos reconozcamos allí.  

“Frente a este mundo donde las series proponen quizás espacios muy uniformes, Puan es realmente un lugar que tiene la virtud de ser particular”, reflexiona la directora María Alché (actriz y premiada cineasta de “Familia Sumergida”) junto a su colega, Benjamín Naishtat (distinguido con su film anterior, “Rojo”), al conversar con El Grito del Sur. “Entonces en este tiempo, donde muchas cosas son digitales, donde el espacio pierde como la fuerza, nos interesaba situarnos en un lugar muy concreto”. Ahora me estoy acordando como anécdota, que en un momento para una película que estaba investigando Benjamín, fue de oyente a una materia de historia de Puan. Cómo él, a través de sus ojos, que nunca había estado en esa facultad, la miraba como nueva, se sumó a algunas cosas que nos llamaron la atención y nos parecieron que tenían algo de potencial cinematográfico para ser narrados”, revela María Alché, a quien su compañero también le recuerda una vivencia personal que la reencuentra con la sede de la UBA.

María Alché y Benjamín Naishtat

“Vos actuaste en dos escenas que se filmaron en Puan”, le aporta Benjamín. “Es verdad, en dos”, recuerda, “en la película de Eloísa Solaas, “Las facultades”, un documental, que muestra a distinta gente estudiando y en esa película yo estoy rindiendo un examen de filosofía medieval”. 

Esa máxima de la experiencia la plasmaron en las grabaciones. “Nos reunimos con las autoridades de la facultad, con docentes, con el centro de estudiantes, con las agrupaciones, para contarle que queríamos hacer una película que se llamaba Puan, que transcurría en Puan, que íbamos a proponerles que los extras de la película sean estudiantes verdaderos de Puan”, cuenta Benjamín. “Armamos toda una especie de mancomunión para que el proyecto tuviera realmente vida y vibrara de la forma más realista posible ahí adentro. Y para eso unimos fuerzas con todo ese mundo y con momentos apoteósicos, como una escena que no voy a contar demasiado porque sería spoilear pero de pronto algo de lo que pasó superó por lejos lo que está escrito y se volvió más potente, más fuerte, más emotivo. Y es un día que nunca vamos a olvidar. Un día de rodaje en la calle”.

“Era divertido saltar entre todos los universos en los que iba saltando el protagonista, Marcelo, y pasar de una cosa a la otra. Las distintas temperaturas de color de la ciudad, y de los de la casa de Amelia (Zulema Galperín), muy silenciosa, con esa parsimonia, y cómo la filosofía se iba insertando, cobraba otro sentido. Esta película la pudimos escribir en la pandemia, cuando además cursé una materia en Puan de forma online y sentía esa sensación de extrañar el mundo, de ver personas en las clases. Un poco imaginarnos cómo sería volver a la facultad y en ese sentido fue imaginada esta ficción”, agrega María.

“Puan” sigue las peripecias de Marcelo (un impecable y merecido protagónico de Marcelo Subiotto), un profesor de filosofía que tras la muerte de Eduardo, el titular de la cátedra, resulta ser su legítimo heredero por el vínculo de maestro-discípulo que lo mantiene unido a él desde sus años de estudiante. Sin embargo, la llegada de Rafael Sujarchuk (un carismático y siempre entrador Leonardo Sbaraglia), un hijo pródigo -con toda la onda que representa a quien se fue, exploró el mundo y regresa a casa-, que cita a Kant en su alemán original, toca el piano, llena una masterclass en el aula magna, para presentarse como postulante, confronta al protagonista a concursar por la materia. «Puan no es un feudo y vos no sos el cacique» le advierte el imponente rival. Tímido y reflexivo, se debaten los ideales de una esposa más combativa que él (gran actuación de Mara Bestelli), la posta que le tira su hijo (con el carisma de Gaspar Offenhenden, el pequeño Fito Páez en “El amor después del amor”): «No podés querer algo solo porque el otro también lo desea«, y sus emociones de una vida entera dedicada. Trotes de una rutina donde quien es está dado por ese lugar en el mundo, o por ser ese lugar su mundo.

«Si me hubieran conocido hace treinta años atrás dirían: ahí va Marcelo, el estudiante de filosofía, el de pelo largo. Me conocen ahora y dicen: ahí va Marcelo, el profesor de filosofía, el pelado. ¿Cuál de los dos Marcelos es Marcelo?» es otra de las líneas espectaculares del guión.

“Desde el principio la idea era escribir una película para Marcelo Subiotto como protagonista y que actuara y fuera pareja en la ficción junto a Mara Bestelli, que es su pareja en la vida real” —comparte Benjamín, como una de las piedras fundantes de su película que a la vez con la decisión de mantener su nombre entre actor y personaje deja el coqueteo con la realidad— “Eso fue lo primero que hubo. Después creo que llegó el mundo Puan, estaba muy dando vueltas”.

Foto: Valeria Fiorini

“Puan” fue ovacionada en su estreno internacional en el 71° Festival de Cine de San Sebastián, donde además decenas de artistas, directores y productores levantaron una bandera contra las amenazas de cierre del INCAA con la consigna Cine Argentino Unido, aprovechando que el país obtuvo un récord en las nominaciones este año. Allí Subiotto ganó como Mejor interpretación protagonista, junto a Alché y Naishtat, que se alzaron con el Premio del jurado a Mejor Guión.

“Tardaba en llegar la decisión de quién iba a hacer de Rafael, que era importante”, señala María: “Tenía que ser alguien que funcione por contraste con lo que era Marcelo y en ese sentido la aparición de Leo fue muy genial”. ¿Lo hicieron aprender alemán? 

“Sí”, responde Naishtat mientras cuenta que “tomó clases de alemán con una tía mía que vivió en Alemania”. “Se toma todo muy en serio, para la película además aprendió piano”. En una de las grabaciones “vino de visita un productor de la película que es alemán y Leo se le acercaba todo el tiempo a repasar las frases con él y a entender bien la pronunciación, porque estaba preocupado de que le salga bien. Y también tanto Marcelo como Leo se juntaron con filósofes y tomaron algunas clases”, suma Alché.

En ese ir y venir de Marcelo para acudir al homenaje fúnebre de Eduardo, y de Puan a la casa de Amalia en el barrio acomodado que expone el contraste de saberes de clase, se apareja con otro concepto base de la filosofía y las letras: el camino del héroe. Tal vez como herencia del Quijote de la Mancha que parodió las hazañas para desmantelar un mundo cada vez más ridículo, “Puan” innova como una comedia actual de una verdad ineludible -que desde el trailer ya adelantaba ser un film original e inteligente- en esta realidad argentina más cercana (las y los eternos remadores), y en contraste con la obra de Cervantes, dota esas andanzas y escenarios de sentido, un sentido que se discute, se filosofea. A medida que cada vez más la sociedad nos resulta una vorágine, entre las actuaciones y diálogos de “Puan” la risa va dando paso (espacio, tiempo) a las preguntas existenciales. ¿Qué nos pasa cuando pasamos la vida? ¿Qué implica la vida dedicada a? ¿Tiene sentido invertir los años en un mismo lugar, en una misma construcción cuando todo -como diría Mercedes Sosa- cambia? ¿Qué es lo que permanece? ¿Qué se destruye? 

“Pusimos algo de homenaje a estos profesores que van de un lado al otro, que llegan a la facultad corriendo, que dan esos teóricos de cuatro horas con una calidad altísima para un montón de gente. A los profesores que más nos han impactado. Un buen profesor o profesora te deja algo que es precioso, como un tesoro. Es nuestro homenaje y anti homenaje a un héroe dentro de este mundo, con todas sus desventuras, y con esta cosa que subyace en la película de tenías un objetivo y pensabas que ahí estaba el final del camino y después siempre se abre como otra cosa. Era algo también que nos interesaba pensar: ¿en ganar? ¿en tener la cátedra? Como una pregunta a propósito más filosófica, que es donde está al final la felicidad ¿no?, quizás es algo que está en movimiento, que es lo que a este personaje lo va a hacer descubrir algo nuevo, lo que ya conocía y lo que no conoce”, reflexiona María.

“Nuestra universidad pública es la parte insoslayable de la identidad argentina”— sintetiza Benjamín— “Puede ser que sea un mundo que no vimos tanto en el cine argentino últimamente y que es muy particular. Es masiva, que es heterogénea, que es por momentos caótica, y fascinante. Está bueno que se hagan películas sobre este tipo de cosas”.

La fuerza y la vigencia de “Puan” componen su esencia. Si bien María y Benjamín aclaran que no la pensaron para este contexto (suele pasar en el cine argentino que pese a los años las tramas y sus mensajes políticos parecen hechos ayer), es aún mayor, el simbolismo que adquiere. Le habla a las personas +50 con su recorrido, que se preguntan por el rumbo, que oscilan entre la seguridad de lo cosechado y el temido volantazo, que ven más de cerca la crueldad laboral que expulsa, te contrata, que un día estamos y al otro no. Le habla a la juventud, a la fuerza de los espacios de pensamiento, el valor de las luchas sociales y el derecho a la protesta, mientras la candidata a presidente Patricia Bullrich (JxC) promete “acabar con los piquetes”, mientras el candidato por La Libertad Avanza, Javier Milei, pretende arancelar con vouchers la universidad pública y sacar “afuera” el Ministerio de Educación. Frente a la amenaza de un mundo cada vez más explotador y efímero, sentarse a ver una película es un acto de fe. A la metáfora El país de las últimas cosas, (la distopía de Paul Auster), “Puan” le recupera el valor de lo que está en peligro.

“Nosotros escribimos el guión hace cuatro años, en pandemia, un contexto muy particular lejos del panorama político actual que nos ha sorprendido a todos. Entonces hay un sentido que todavía no entendemos cuál es y supongo que terminaremos de ver cuando el público se encuentre con la película y nos muestre su síntesis, sus conclusiones y sus preguntas, y ahí entenderemos bien qué película hicimos y cómo pega en este momento. Pero ciertamente hay una especie de homenaje subyacente a la facultad y a quienes la hacen: alumnos, docentes, no docentes, a ese mundo que existe. Entonces hay una posición muy asumida por parte de la película”, manifiesta el director. “Para nosotres la película cobró otro sentido último de pronto a la luz de las complejidades del escenario político actual, preocupados y aterrorizados por lo que representa la amenaza de la posibilidad del fascismo, de las propuestas políticas que están dando vueltas”, añade María.

Las actuaciones se completan con Julieta Zylberberg, Alejandra Flechner, Cristina Banegas, Andrea Frigerio, Liliana Juárez, Camila Peralta, Juan Luppi, Claudia Canteros; y producción de Pasto & Pucará Cine en coproducción con Kino Produzioni, Bubbles Project, Pandora Film Produktion, Atelier de Production y Infinity Hill (la segunda luego de “Argentina, 1985”).

Foto: Valeria Fiorini

¿Cómo les resultó incursionar en la comedia?

Benjamín: Es muy difícil hacer comedia, es un desafío súper grande. Uno siempre está en duda de si algo es gracioso o muy obvio, que se va arrastrando hasta que la ve el público. Aprendimos realmente sobre la marcha. Algunas escenas quedaron muy lindas. Nos gusta mucho la comedia y no hay nada más maravilloso que cuando la gente se ríe en una sala de cine. Ese era un poco el norte de este proyecto a la vez, sabiendo que la comedia es lo más serio que hay. Si vas al origen en la Grecia antigua o en Roma, la comedia era mucho más política que la tragedia. La tragedia hablaba cosas metafísicas pero la comedia estaba al servicio de la política, donde se veían las relaciones de clase, los problemas con los gobiernos de turno, y lo tuvimos muy en cuenta a la hora de escribir.

María: Teníamos muchas ganas de meternos con el género y fuimos teniendo distintas referencias desde los gags del cine mudo de Chaplin, de Buster Keaton, hasta comedias más profundas, más existenciales que nos gustan. Trabajamos mucho en los ensayos. Hay una frase de Oscar Wilde que dice: “Si quieres decir la verdad a la gente, hacerlos reír; de otro modo te matarán”. Hay algo de la risa, como un modo de decir las verdades, algo bufonesco para hablar de cosas que son trágicas o terribles.

¿Cómo trabajaron con la filosofía? ¿Hubo una elección puntual de temas y autores?

María: Sí, hubo una elección puntual. En principio sabíamos que el tema central de Marcelo iba a estar relacionado con la cuestión del Estado, de los contractualistas, y estuvimos viendo autores como Rousseau, Hobbes. Nos dio una mano un profesor, Sebastián Abad de filosofía, con lecturas y discutiéndonos cómo iba a funcionar la mente de un profesor que piensa en estas cuestiones del Estado y las enfrenta en su propia vida. Después con el personaje de Leo, de Rafael, pasamos por muchos temas para tratar de reflejar a alguien bien de la contemporaneidad: desde la inteligencia artificial, la biología, de la informática. Y al final terminamos en Spinoza, coetáneo de Hobbes pero Hobbes triunfó. Conversamos con (el politólogo) Diego Sztulwark y después con una profesora filósofa medieval amiga nuestra, Jazmín Ferreiro, experta en temas de San Agustín, quien trajo ideas de la muerte de distintos autores medio inconsciente un día que venía a dar una clase a alumnos de Puan que eran parte del ensayo y de pronto encajaba muy bien con la película.

Hay un personaje que también subyace en toda la película, que es Vera Motta, y que cuando la nombran hay como un deslumbramiento. ¿Con Lali pasaba lo mismo? ¿Cómo fue incluirla en la peli?

María: Lali es un personaje increíble. Me parece que es una chica fascinante e inteligente y que todas sus intervenciones en la esfera pública son muy atinadas. Es un honor que Lali esté en la película, ella tiene ese brillo único que para este personaje que tiene es el chiste de que todos hablan de ella. Así que nadie mejor.

Lali en «Puan», interpretando a Vera Motta

María, esta peli te reencuentra con Julieta Zylberberg después de “La niña santa” y casualmente Lucrecia Martel estuvo hace poco dando un seminario en la UBA. Si bien son amigas, ¿cómo fue ese reencuentro trabajando en tu película? ¿Con Lucrecia tuviste algún diálogo posterior?

Sí, le conté. La doctoraron Honoris Causa (en la primera edición del FIC) y justo también pasó que en Mubi empezaron a pasar “La niña Santa”. Entonces aparecieron esas imágenes, nosotras dos a los 20, como una distopía en la que se mezclan todos los tiempos y las cosas coinciden. Yo a Juli la adoro, me parece una de las mejores mejores actrices de su generación. Es versátil y capaz de hacer de todo, tiene mucho humor. Y ya cuando yo estudiaba en la Ener cine me acuerdo cómo en primer año que tenía que hacer un plano secuencia y vino ella a actuar, o sea que ya la había dirigido.

Benjamín, hablando de grandes autoras de nuestro país, adaptaste el cuento “La Virgen de la Tosquera” de Mariana Enríquez. ¿Qué podés contar de esa experiencia y lo que viene?

Es un proyecto hermoso que adapté pero va a dirigir Laura Casabé. Mariana leyó e hizo su devoluciones sobre el guion. Es muy fanática del cine de terror, entonces es súper interesante charlar con ella y tuve oportunidad de invitarla a un cineclub que hago a veces en la sala Planta Inclán (Parque Patricios), donde vino a presentar una película de Brandon Cronenberg y fue impresionante porque Mariana es como el Indio Solari, vienen como mil personas.

Junto al recibimiento en el país, Puan fue elegida para representar a la Argentina en los Premios Goya. ¿Cómo viven esa experiencia?

Benjamín: Estamos contentos sobre todo por el apoyo que nos dan nuestros propios colegas, que son quienes forman parte de la Academia y votan esas preselecciones. Es una película que escribimos y filmamos para que la gente la vea en las salas, donde creemos que se puede desplegar todo el trabajo del equipo artístico y esperamos que ahí pasen preguntas, risas, emociones, que todo eso tenga lugar y que en este momento nacional haga su pequeño aporte a generar un poco de sentido de dónde estamos parados.

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