Pensar la democracia en la coyuntura argentina actual y sus desafíos

📚 Cuarto título del Instituto Generosa Frattasi al interior de la editorial Indómita luz, "La democracia en cuestión, la larga marcha hacia la emancipación", último libro de Mariano Pacheco, comentado por la docente e investigadora Natalia Romé.

Que La democracia… sea un libro de edición cuidada es algo que, de por sí, debe ser mencionado. Porque sabemos que editar por fuera del canon del mercado editorial o de los apoyos institucionales es una apuesta audaz en sí misma. El gesto de perseverar en la cultura letrada, buscando a la vez elaborar esa cultura letrada al interior del campo de las militancias populares, es una rareza difícil de nombrar. Un libro de cultura letrada y popular, con una frágil “y” que pretende reunificar lo que la historia separa, es un ave rara, pequeña y bella que vuela con el viento en contra. 

El esfuerzo conlleva una apuesta, aquella que avizora la necesidad fundamental de recuperar los pliegues conceptuales que entraman las experiencias políticas; las formas de organización y conformación de demandas, los diagnósticos de la coyuntura, producidos de modo práctico en el ejercicio mismo de la política. Es preciso adjudicarles a esas prácticas su condición de invención intelectual, para poder pensar la condición imaginaria de esa división que aparece entre formas del trabajo intelectual y formas del trabajo manual, que se reimprime sobre otra demarcación ideológica entre intelectuales y militancia, intelectuales y políticos o intelectuales y pueblo. 

Esas fronteras que se trafican sigilosamente en la evidencia misma de nuestro lenguaje, son demarcaciones despotenciadoras; son imaginarias pero tienen consecuencias reales que producen distanciamientos, jerarquías, y lenguas intraducibles entre sí. Y hoy se vuelve muy difícil volver ese problema pensable, porque los dispositivos, los mecanismos, las prácticas sistemáticamente organizadas para sostener esas diferencias son cada vez más fuertes y difíciles de romper. Se nos presenta el desafío de reunificar, como el agua y el aceite, el pensamiento teórico y el político, sin advertir que el hecho mismo de su divorcio es el resultado de múltiples derrotas políticas e intelectuales, o, mejor de una misma derrota que se libró en varios campos para consagrar la artificiosa imagen de una teoría depurada de prácticas, de deseo y de historia; tanto como una imagen de la política como nuda acción, acéfala, espontánea o técnica.

Este libro de Mariano Pacheco, muchos de sus libros, diría que casi todo el trabajo de Mariano, tienen que ver de un modo u otro, con este problema, con este diagnóstico –que comparto–. Y La democracia…, es un intento material de hacer algo con este problema, un modo práctico de discutir ese problema, simplemente, haciendo un libro que insiste en ignorar esa frontera. En ese sentido, hay una serie de operaciones en el texto que merecen descatarse.

La primera es que el texto pone en acto una articulación de cuestiones que no suelen estar conjugadas en un mismo libro. Y esas cuestiones son:

  1. Una pregunta fundamental por los conceptos más abstractos. El libro pretende pensar la democracia en la coyuntura argentina actual y, para hacerlo, lo primero que nos presenta, es una recuperación de lo que el autor entiende son los grandes teóricos de la democracia: Spinoza, Marx, Gramsci y García Linera. La selección de esos nombres y no de cualesquiera teóricos políticos de la modernidad liberal, es en sí, una apuesta política. ¿Y cuáles son los conceptos de democracia que se pueden extraer de los pensadores elegidos? Pues bien, la democracia absoluta en Spinoza, en el marco de la idea de una república libre y de la articulación horizontal de los cuerpos a partir de la geometría del deseo. De Marx, la idea de democracia como proceso de democratización; de Gramsci la necesidad de pensar la operación de puesta en forma de esos procesos de democratización; es decir, la composición de un pueblo y, finalmente en Linera, la incorporación de esas formas, de esos procesos en una problemática muy específicamente latinoamericana, que es aquella de la tensión entre Estado y comunidad, aquella que se resiste a pensar la democratización como una pura potencia, una energía constituyente o una lógica anterior que se resiste a la institucionalización; sino el juego de una dialéctica compleja y situada en las historias concretas de formaciones sociales caracterizadas por instituciones frágiles y asediadas por fuerzas materiales supraestatales o antisoberanistas. 

En esa breve, brevísima primera parte, el libro identifica algunas grandes ideas fuerza para empezar a pensar desde el lugar más abstracto, ese de las teorías de todos los tiempos, la cuestión de la democracia. La selección de esas ideas, no obstante, no se pretende enciclopedista ni plural per se, es una selección sesgada, partisana y me atrevo a reconocer como materialista. Que no olvida que las mejores ideas sobre la democracia son aquellas forjadas frente al acecho de la injusticia, la persecución, la fragmentación o la victoria de las clases populares. 

  1. Tras ese primer momento filosófico, el libro salta a lo que se propone recuperar “legados” de las experiencias democratizadoras en la historia latinoamericana reciente. Pacheco lee las lecciones de democracia de la Revolución Cubana, de la Revolución Bolivariana de Venezuela, del zapatismo, de la experiencia reciente de Bolivia y de la más lejana del peronismo entendido como comunidad organizada. El libro nos conduce así, del momento del concepto al de las memorias de luchas históricas; es el momento de un llamado a componer el archivo de las ideas disponibles para inventar un futuro que sea nuestro. De esos legados se extraen también conceptos, aunque estos ya no se presentan en persona sino entramados en herencias políticas concretas que nos interpelan abriendo la pregunta sobre lo que vamos a hacer con ellas. La herencia es siempre un mandato, una tarea y la obligación de hacerse una pregunta por el presente. 
  1. Finalmente, una vez colocada la discusión sobre la democracia, abriendo la pregunta a la multiplicidad de matices que en su nombre se invocan, el libro dedica a revisar la historia política de los últimos cuarenta años en Argentina, explorando las genealogías de su multiplicidad temporal. Es la parte más extensa del volumen, de la que sólo pueden aquí destacarse algunos hallazgos. 

En primer lugar, el proceso de neoliberalización profunda del tejido social en Argentina, abierto fuertemente a partir de la última dictadura, es caracterizado en los términos de una contrarrevolución. Se trata de un énfasis relativamente disruptivo con respecto a cómo se ha pensado el tema. Contra cierta tendencia a pensar el neoliberalismo como un proceso de configuración de un poder total que subsume plenamente la vida humana y natural, las instituciones y el lazo social, la subjetividad y las emociones, el libro sitúa una genealogía que permite pensarlo políticamente. Nombrar al neoliberalismo como contrarrevolución es no sólo pensarlo como una respuesta de clase a la crisis de acumulación del capital, de inicios de los setenta -como lo han pensado, por ejemplo, David Harvey o George Caffentzis-, sino como una respuesta contra la avanzada estratégica que tuvieron entre los cincuenta y sesenta, los movimientos de liberación nacional y tercermundistas. 

Pensar políticamente lo que se inicia en 1976 es pensar la pluralidad contradictoria de temporalidades y procesos; pensar qué tipo de hitos son 1976, 1983 y también 2001; 2008 o 2015. ¿Qué se transforma y qué no, en cada una de esas fechas? ¿Qué resortes del juego político son afectados por una derrota o una victoria electoral y cuáles perduran más allá de los cambios de gobierno? Esto exige un esquema desapegado de las tendencias politológicas, capaz de producir una mirada materialista de la coyuntura, entendida como articulación y fragmentación de fuerzas. Una mirada que se concentra en las dinámicas de composición tendencial y contradictoria de bloques hegemónicos. 

En este sentido, el libro ofrece una hipótesis que permite una comprensión de la historia política de los 40 años de democracia que resulta rica en consecuencias. Sostiene Pacheco que lo distintivo de la coyuntura que se abre desde 1976 radica en la confluencia y tendencial unificación de las clases dominantes coincidente con la fragmentación de las clases populares; mientras que desde mediados de los años noventa y hacia 2001, lo que se verifica es un movimiento inverso. Este proceso político se encuentra atravesado por dinámicas específicamente políticas que mantienen una relación sobredeterminada con procesos culturales y económicos vinculados a una transformación material del mundo del trabajo; más específicamente, con la tendencial fragmentación del trabajo como principio organizador del lazo social y los procesos de subjetivación.

Lo que esto permite es, finalmente, introducir una pregunta abierta hacia el futuro, con respecto a las formas de politización democratizadora de ciertas experiencias relacionadas a las nuevas formas de trabajo. En ese sentido, el desafío reside en la posibilidad de politización de las formas de vida asociadas a la desarticulación de las formas salariales de empleo y al reconocimiento de otras formas de trabajo ligadas a la reproducción. Es ahí que el libro sitúa el horizonte de vitalidad democrática de los feminismos populares y de la economía popular. Se trata, como sabemos, de procesos que, en América Latina sobre todo, han pensado el problema del trabajo, y no sólo en términos de categoría en el capitalismo, sino como principio aglutinador de la vida social y ordenador de los proyectos subjetivos. 

A la pregunta por la democracia y por los futuros horizontes de democratización, el libro asocia la pregunta sobre cómo pensar formas de composición de lo popular, cuando no disponemos estructuralmente de ese principio organizador como experiencia cotidiana, espacio de reunión, modelización simultánea de las subjetividades que es el trabajo formal, o más precisamente el empleo. Los feminismos vienen pensando todo esto, desde la categoría de reproducción social. ¿Dónde hay producción de valor y dónde no lo hay, y si es que efectivamente no la hay en formas de trabajo que se consideran no-trabajo?

¿Qué cosa es, entonces, pensar la democracia como proceso de democratización, es decir, como democracia popular, emancipatoria, cuando ya no tenemos al trabajo asalariado como principio de organización, como lazo y como principio estructurante de la subjetivación y cuando no contamos con las categorías adecuadas para pensar con claridad en qué consiste esa reunificación de sectores dominantes? 

A partir de estas coordenadas, el libro sitúa como la principal tarea la reunificación de aquello que políticamente se presenta como separado: el progresismo y el corporativismo, el autonomismo y el populismo, la práctica política y la imaginación intelectual. Al fin y al cabo, la hegemonía como traducción y no como articulación de demandas; traducción en tanto forma de composición de aquello que la coyuntura, o más bien, la historia reciente, han separado. 

Sin dudas, constituye un gran acierto situar a las economías populares y más específicamente, a los feminismos populares, como formas concretas, corporales, activas, prácticas, pero también intelectuales para un horizonte democrático emancipador. Pero eso no es todo. En ese marco se abre la tarea de pensar, en relación con estas experiencias, la cuestión de lo nacional. Ni los feminismos ni la economía popular han logrado aún darse una inteligencia colectiva que se haga cargo del problema nacional (que no es necesariamente, la de una celebración conservadora o chauvinista sino la apertura de la pregunta profunda por las memorias soberanistas, por sus formas culturales concretas, sedimentadas en los últimos dos siglos). 

Si nos tomamos en serio que el nacimiento del neoliberalismo estuvo estrechamente ligado a una contraofensiva sobre los movimientos de liberación nacional, se vuelve preciso, en momentos de crisis del neoliberalismo -al menos de zozobra de su bloque histórico-, reintroducir de modo práctico, organizacional, la pregunta por la nación y con ella, lo plurinacional.

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