Un líder carismático. Que confronta, pelea, que corre el margen de lo decible. Un caudillo popular. De patillas y pelo al viento, rockero y verborrágico. Un redimido; mirá de quién te burlaste. Javier Milei copó el Luna, como Charly, Ringo, como Rodrigo. Rugió la bestia en medio de la avenida: soy el rey, los destrozaré. Escuela austríaca y circo, en la tierra del pan.
Nunca hay que sobreestimar a un oponente, pero es necesario dimensionar el impacto de su irrupción: Milei es todo lo que el último peronismo no fue. Ni diálogo, ni consenso, ni charlitas light con medios opositores. Carisma y panic show. Un discurso pseudo científico, economicismo al palo y soluciones tan radicales como mesiánicas. La muerte de los gradualismos, tanto celestes como amarillos. La última palada de tierra sobre la angosta avenida del medio.
El dólar se dispara, la Ley Bases no avanza, Misiones arde y la pobreza marca un récord desde 2002. Pero el pago chico importa menos que la vitrina internacional: de los once viajes que hizo el Presidente desde que asumió, seis fueron al exterior y solo cinco dentro del país (uno a la Antártida y otro para verse con Laura Richardson en Ushuaia). Los payasos y la pasta de campeón: mientras la inflación baje y el déficit cierre, todo lo demás es gilada en el guion anarcocapitalista.
Del otro lado, solo indignación. La ausencia de un programa político claro, la dispersión de los liderazgos y la anticipada interna a cielo abierto para 2025 demuestran una orfandad imperante en el campo popular. La municipalización y el funcionariado como proyectos de poder también expresan sus límites. La derrota electoral fue el rechazo a una forma de hacer política. Un peronismo al que le cuesta más hablar de revolución que de equilibrio fiscal. Qué te han hecho patria mía.
Federales del puerto y peronistas de los fondos buitres. La Coalición Federal se puso ese apellido para votarle todas las leyes a Milei. De la UCR nadie esperaba nada, pero la arrastrada de Llaryora es monumental: el último violinista del Titanic del Pacto de Mayo suplica por la foto con el presiduende. Y si esto es consecuencia de un peronismo AMBAcéntrico, ¿cuál es el proyecto que está enfrente? ¿El federalismo de Jaldo, de Llaryora o de Passalaqua? Conmigo no, Barone. Mientras tanto, el último y silente candidato del peronismo, Sergio de Tigre, se dedica a asesorar al fondo buitre Templetone al tiempo que Tony Aracre, SEO de Sigenta y ex-jefe de asesores de Alberto, ahora milita a Milei tanto y más que Daniel Scioli. Así es muy difícil che.
Postkirchnerismo sin pedido de disculpas. En la Provincia de Buenos Aires se escucha un ruido. Axel camina, arma y en el camino se saca fotos con Pullaro y Nacho Torres. Llega a donde otros no llegan y busca entonar los acordes que transformen en canción al murmullo. Nadie lo puede acusar de anti-k: es hijo pródigo y prodigio de CFK. Hojaldre: hace poco, el Hache enseñó las consecuencias de desayunarse el postre y la premura por el 2027 compite con el afán de armar bando propio para el año que viene. Nacionalizar al gobernador porteño como apuesta por poner un candidato que estime más la justicia social que la venia de Techint.
Con las cenizas del PRO. Cruje el partido de la derecha clásica. Un sector ya está virtualmente adentro de LLA y fue a aplaudir al show del Luna Park: el patito con peluca Bullrich, Santilli y Ritondo. Otro grupo que tensa el límite por el centro: un Larreta derrotado que regresa de su gira por Yale. En tanto, el desafío del killer Mauricio de contener a una considerable bancada de diputados y a un heterogéneo grupo de gobernadores.
