Sofía Balbuena: «La literatura no cura, no evangeliza»

📚 En este libro de Vinilo Editora, Sofía Balbuena recorre su experiencia con el alcohol, describe de modo excepcional las primeras borracheras y las personas que giran alrededor de las botellas y se apoya en otres escritores que hablaron de su consumo.

“Escribí este libro para intentar responder a la pregunta de por qué bebo”. Con esta frase, Sofía Balbuena anunció en Instagram la salida de su nuevo libro, “Doce pasos hacia mí”, editado por Vinilo Editora. A lo largo de poco más de setenta páginas, la autora recorre su experiencia con el alcohol, describe de modo excepcional las primeras borracheras y las personas que giran alrededor de las botellas y se apoya en otres escritores que hablaron de su consumo. Desde allí, busca confeccionar un mapa, un sendero iniciático que no busca la redención.

Para Sofía, el proceso de escritura del libro fue rápido. Una sola jornada para volcar su experiencia y dar el primer paso para llegar al libro terminado. El proceso de relectura estuvo marcado por la confianza. “Cuando las cosas salen de un tirón, salen bien”, cuenta Balbuena. Con la seguridad de haber dado ese primer paso, el libro empezó a girar entre las personas en las que confía, amigues y autores que se leen mutuamente.

El libro implicaba exponer frente a lectores anónimes una experiencia que, a primera vista, podría pensarse como profundamente personal. Pero la autora tomó una distancia necesaria. “No todo lo que cuento es mi vida real, hay artificios”, explica. Para ello, rompió con las ataduras de ciertos géneros literarios. En “Doce pasos hacia mí” no existe una dicotomía tajante entre la ficción y la no ficción. Se destruye una tradición en la que esas categorías deben ser estáticas. Su autora escribe así, desde la no creencia en el deber atarse a lo categorial y desde la confirmación de que es así como funciona para ella. “Las cosas se ajustan, porque hay algo orgánico sobre lo que la estructura pedía y que el texto puede dar”, afirma Sofía. Si en el contenido del texto en sí se puede seguir una genealogía de autores convocados a una charla imaginaria sobre el alcohol, en su estructura se reconoce una forma de trabajo que Balbuena recupera de otras escritoras que a ella misma le gustan, autoras que ocupan un lugar en su biblioteca.

Durante el proceso de escritura, Balbuena pensó mucho en el objetivo que perseguía la obra y, sobre todo, en aquello que no buscaba narrar. “Me preocupaba dar lecciones, decir cómo pensar y qué hacer”, cuenta Sofía. Esa clase de estructuras, esas formas de articular el contrato entre autora y lectores, para ella son expulsivas. Al hablar de alcoholismo, la autora asumió una responsabilidad: la de no presentar su obra como una respuesta mágica ante un tema que incide de formas tan heterogéneas sobre las personas. “No quería un sistema de sentido cerrado, porque el alcohol es una circunstancia, no es ni bueno ni malo”, aclara.  Sabía que su escritura partía de una coyuntura y una identidad específica. Desde esa posición, explica: “no me parecía ser categórica o condenatoria, porque yo no quiero curar a nadie”.

En “Doce pasos hacia mí” existe una reflexión acerca de los imaginarios diferenciales que se construyen alrededor de las figuras de las autoras y los autores con respecto al alcohol. Se trata de una conversación sin conversación. Entre las experiencias de la autora y los artificios por ella usados, se intercalan vivencias y biografías de otres escritores y de otros consumos. Un proceso de recolección de vidas y bebidas que se fue confeccionando de a poco. “Tengo un sistema muy rudimentario en el que saco fotos y las subo a Instagram”, describe Sofía. En su perfil personal, en sus historias destacadas, se pueden recorrer sus subrayados. Un centenar de imágenes, en vertical y horizontal, con recuadros hechos a mano sobre el papel o con trazos temblorosos en rojo o blanco sobre la misma pantalla del celular. Un archivo de citas digitalizadas, un índice 2.0 desde el cual partir para después consultar la biblioteca personal.

Esta búsqueda de vínculos entre autores y el alcohol fue creciendo, hasta convertirse en un tema. “Se fue manifestando subterráneamente hasta tomar una importancia significativa», recuerda Balbuena. Comenzó con “The recovering: Intoxication and its aftermaths”, un libro de seiscientas páginas escrito por Leslie Jameson, y siguió como un recorte personal y arbitrario en busca de enfrentar dos preguntas: ¿Por qué bebo y cómo se entiende el beber al interior de la literatura?

Este proceso de acumulación de trocitos de libros, de recuerdos etílicos volcados en miles de páginas y en varios idiomas, terminó entonces arrojando otro tema, uno que terminó siendo parte del esqueleto de “Doce pasos hacia mí”. “La figura de la mujer alcohólica es claramente denostada, negativizada”, advierte Balbuena. Fue rastreando una forma de construcción de significados y un tratamiento diferencial entre la autora alcohólica y el autor alcohólico. “Existen mandatos sociales y significaciones que hay que discutir, pero eso no significa que haya que sacarle la botella de whiskey a los escritores”, analiza Balbuena.

La problemática se complejiza al hablar de literatura latinoamericana. Es difícil encontrar referencias, voces de autoras que construyan narrativas acerca del consumo de alcohol. O por lo menos, es difícil encontrarlas por fuera de los lugares morales o como escrituras que prometen un camino de redención. “El género y la lengua son dos puños al pecho”, dice Balbuena. Mientras en otras tradiciones observa un mayor espacio para contar, en la literatura de América Latina encuentra mucho pudor y una menor reflexión acerca del lugar de las mujeres como narradoras de este tipo de temas.

El libro, por la temática que aborda, se enfrenta necesariamente a diferentes lecturas y podría pensarse como una inserción de la autora en este encadenamiento de significaciones en juego. En este camino de escritura en el que la experiencia de Sofía Balbuena con la bebida se entreteje con la ficción y con esta genealogía de escritoras y escritores, no se piensa a ella misma como incluida en este grupo. “Escribir es para mí un trabajo y la escritura de este libro fue un ejercicio literario en el que no me pienso como persona, sino como escritora”, aclara. Esta ejercitación que nace del escribir le permitió pensar ciertos temas, recorrerlos separándose de sí misma. Balbuena encontró en esta obra una posición. “En el marco de lo literario, el libro me permitió armar un lugar de enunciación”, entiende, y agrega “el proceso tuvo un valor literario”.

“Doce pasos hacia mí” presenta dos senderos. El primero es el camino lineal de la lectura, el que va desde la primera hasta la última línea. El inevitable sendero a seguir para saber cómo termina todo. El segundo es el que imprime su autora, una ruta marcada por círculos concéntricos que se van entrecruzando, una serie de orbitales que giran alrededor del núcleo que es su experiencia y los artificios que le permiten armar este constructo literario. Balbuena expone su recurso, rompe la linealidad y cuenta de a pedazos, con fragmentos. El libro, de esta manera, activó una reflexión acerca de su propia escritura. “Buscaba partir de lo múltiple y desde esos múltiples puntos de partida llegar a un solo lugar”, cuenta Sofía.

Existe una intención, un objetivo claro en su escritura. Para la también autora de “Pajarera Naif” (La Verónica Cartonera, 2019), “se trató de decir con la menor cantidad de palabras posibles”. Aunque este nuevo libro pudo escribirlo, como cuenta, de un tirón, el proceso de corrección se encargó de impregnar definitivamente esta impronta. “Leí en voz alta ese primer escrito y comencé un proceso de limpiar, limpiar y limpiar”. Con esa limpieza, la obra se construye como un collage. Una serie de pedacitos, porciones que vienen de distintos lugares y se encuentran en esta obra. “Me gusta el fragmento, me enseñó mucho sobre el ritmo, sobre bordear las cosas y que sea el lector quien las encuentre”, explica.

Al mismo tiempo, la conversación no se limita a estas otras vidas de escritores que se entrelazan con la de Balbuena. Existe también una interacción entre la autora y el movimiento. No se trata solamente de un relato acerca de su convivencia con la literatura y el alcohol, sino también con las diferentes ciudades que la albergan, con esas espacialidades habitadas tanto por ella como por los libros que contienen eses autores convocades a este diálogo imaginado. El desplazamiento cobra un gran protagonismo. Para una argentina en España, como ella misma entiende, “la migración cambia el foco, te transforma”.

Este movimiento, este cambio de escenario, implica para Balbuena un proceso de despojo. “Cuando una se va, las referencias no se van con vos”, explica. Esta separación con respecto a ciertos marcos de entendimiento, esta pérdida de algunas normativas de lo cotidiano, dan una mayor libertad. Para Sofía, que parte de entender su proceso migratorio como diferente a otras experiencias más complejas y violentas, “es un buen vértice desde el cual hablar”.

“Doce pasos hacia mí” se presenta como un intento por rastrear un linaje, antes que como una búsqueda de respuestas satisfactorias. Balbuena considera que la literatura parte de una naturaleza, la de ser el lugar en donde se deposita el ego de quien escribe. “La literatura no cura, no evangeliza”, sostiene. En el beber y dejar de beber, en el escribir y leer, Balbuena encuentra acuerdos con une misme. Pero no un camino de redención.

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Demian Urdin

Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia.