En un festival cargado de emociones, familiares, vecines, amigos y amigas de Kiki Lezcano volvieron a reunirse en Villa 20 – Lugano, donde vivía el joven de 17 años asesinado por un efectivo de las fuerzas de seguridad. A diez años de la fecha en que Santiago Veyga terminó con la vida de Jonathan «Kiki» Lezcano y Ezequiel Blanco, el reclamo de justicia se mantiene intacto. La jornada de ayer fue organizada por la Garganta Poderosa y la Casita de Kiki, y contó con murgas, shows de baile y canto, juegos para niños y niñas, y finalizó con una olla popular para el barrio.

Dos años atrás, luego de un largo recorrido de lucha, tuvo lugar el juicio contra Daniel Santiago Veyga, el principal acusado por el crimen, en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 16. Allí, luego de tres audiencias repletas de irregularidades, el tribunal decidió absolver al agente de policía y concederle el permiso de reincorporarse a sus tareas en las fuerzas. Al día de hoy, familiares de los jóvenes asesinados y organizaciones sociales denuncian la complicidad de las fuerzas de seguridad y la Justicia, que cubren con un manto de impunidad los asesinatos de miles de pibes de los barrios más humildes.

Si bien el fallo fue apelado el año pasado, aún no han obtenido una respuesta al respecto. Pero si algo ha aprendido esta familia en la última década fue que rendirse no era opción y a seguir peleando por la memoria de Kiki. «No obtuvimos la justicia que esperábamos de parte de los jueces, pero tenemos mucha fe y esperanza», dijo Angélica Urquiza, madre del joven asesinado, en diálogo con El Grito del Sur.

Como cada año, se renovó el mural de la Casita de Kiki que lleva el retrato del joven y el lema «En vano una vida no se va, luchemos para que no vuelva a pasar». En paralelo, se montaron distintas actividades para los niños y las niñas del barrio que asistieron a la jornada cultural. Pelotas y globos de distintos colores y tamaños coparon Fonrouge, entre Chilavert y Barros Pazos, mientras el rap se apoderaba del escenario. Banderines, imágenes de los últimos años, murales y carteles decoraban el lugar.

Sobre el final de la jornada, los y las integrantes del Comedor «El Enano» comenzaron con la olla popular y le acercaron un plato caliente de locro a los y las presentes. En simultáneo, una murga musicalizaba la cena y le ponía color y calor a una noche fría y oscura de invierno. Para cerrar, Angélica Urquiza subió al escenario junto a Daniel, su compañero, y el muralista estrella de la jornada.

Éste no fue un aniversario más: diez años pasaron desde aquel fatídico día en el que familiares y amistades de Kiki y Ezequiel iniciaron un largo camino de lucha, que hasta el día de hoy no ha alcanzado justicia. El rencor, la bronca y la sed de venganza no tienen lugar en esta historia; la lucha y la organización han sido siempre la brújula que guió el camino de Angélica y miles de familiares de las víctimas del gatillo fácil. «Cada año que pasa extrañamos, pero estamos de pie, no bajamos los brazos y seguimos en la lucha», concluyó la madre de Kiki.