SIFA: un nuevo sitio de la Memoria en la Ciudad de Buenos Aires

En la esquina de Riobamba y Viamonte funcionó la Secretaría de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) durante la última dictadura militar. A través de un convenio entre la Secretaría de Derechos Humanos y la ANMAT, se restaurará el edificio y se cederá parte del mismo para armar un nuevo sitio de memoria.

Mudar de piel | Metáfora y evidencia

Piel de gallina y silencio: entrar al edificio inquieta. No son muchos los que lo han hecho y la energía del lugar late en todos lados como si la memoria aún persistiera, como si intentara salir por cada uno de los poros de las habitaciones que componen la vieja casona. Las paredes descascaradas son metáfora y evidencia: la piel de un edificio que comienza a mutar, a dejar atrás su forma reciente, pero en su tránsito expone las huellas de lo que sucedió allí, los testimonios del horror, los rastros para reconstruir -con la perseverancia de los que luchan- una parte de nuestra historia.

En Viamonte y Riobamba, en pleno barrio de Balvanera, la memoria colectiva de nuestro pueblo vuelve a correr el velo que intentaron ponerle los que siempre prefirieron el silencio. Allí, en el epicentro de la Ciudad de la Furia, funcionó durante los años 1976 y 1983 el edificio que alojó a la Secretaría de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA). Ahora, casi treinta años después y tras haber pasado por varias manos -gracias al empuje de un grupo de vecines y organizaciones-, el lugar será recuperado como espacio de la memoria.

La historia es así: hace solo unos meses, la Secretaría de Derechos Humanos firmó un convenio con la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para que este organismo se hiciera cargo del lugar, con el objetivo de montar oficinas y con el compromiso de ceder parte de la planta baja y el subsuelo para la construcción de un sitio de memoria. En caso de concretarse será el sexto de la Ciudad de Buenos Aires y se sumaría a ESMA, Orletti, el Olimpo, Atlético y Virrey Cevallos, este último de íntima relación con SIFA. El proceso recién inicia pero augura traer nuevos datos sobre la forma en que operaba la Fuerza Aérea durante la última dictadura cívico-militar.

Viamonte esquina Riobamba

Por fuera está tapiado. A simple vista no podría distinguirse de cualquier otro inmueble abandonado de la zona, de esos que fueron hotel, pensión o vivienda multifamiliar. El único detalle que lo diferencia del resto son dos baldosas, ubicadas en la vereda, que señalan en letras blancas: “Aquí funcionó durante la dictadura cívico-militar el SIFA: centro clandestino donde el terrorismo de Estado gestó el secuestro y desaparición de militantes populares”.

El edificio en cuestión fue parte del circuito de Virrey Cevallos: la estructura de detención, secuestro y tortura que mantenía la Fuerza Aérea en la Ciudad de Buenos Aires. SIFA funcionaba como archivo y se cree que también fue depósito de armas y centro de tortura. Según varios testimonios, el edificio de Riobamba y Viamonte habría sido el espacio adonde se trasladaba a los secuestrados para constatar su identidad. De hecho hay nombres en común entre ambos sitios: entre ellos el comodoro Jorge Alberto Espina, titular de la Jefatura II Inteligencia y uno de los responsables del circuito represivo que habría operado en ambos lugares.

La ubicación del inmueble habla por sí misma: la zona siempre ha sido un lugar de importante presencia militar. De hecho, el Batallón 601, la agencia de inteligencia del Ejército, funcionaba en Viamonte 1814, apenas a un par de metros de distancia de SIFA. Además, muchos de los edificios de la manzana fueron oficinas y viviendas de militares o civiles ligados a esta fuerza. “Inventariamos que allí funcionó una Sociedad Anónima fantasma y un grupo de acción represiva”, explican desde Baldosas por la Memoria Balvanera, en relación a uno de los edificios que se ubica sobre Viamonte entre Riobamba y Callao. Llamativamente, una vez finalizada la dictadura, la Universidad del Salvador se hizo con muchos de los inmuebles de la cuadra. Inclusive se quedó con lo que fuera el 601.

Chacho Álvarez y el Papa

Llegamos a SIFA y los guardias de seguridad de la empresa privada que custodia el lugar nos dan un casco y una linterna. Somos solo dos: Osvaldo López, coordinador del Sitio de Memoria Virrey Cevallos, y este humilde cronista. Apenas entramos, SIFA muestra sin pudor sus años de abandono. Al traspasar su puerta de seguridad de doble hoja, se aprecia una casona gigante en estado deplorable. Entramos a un lugar poco explorado: somos una especie de Indiana Jones criollos, sin recursos ni grandes presupuestos hollywoodenses pero en la búsqueda por develar secretos bien guardados.

En la sala principal de la casona hay un poster de Chacho Álvarez y un cuadro de Juan Pablo II. En el techo, probablemente con un cuchillo, Víctor de Varela escribió su nombre. Esta habitación fue modificada: según testimonios, anteriormente presentaba una entrada que permitía el ingreso de autos por la ochava. Pero SIFA, luego de ser centro de tortura, también fue vivienda tomada, y durante esos años modificó mucho de su morfología inicial. Posteriormente la administración del lugar pasó a la Policía de Seguridad Aeroportuaria y finalmente a la Comisión Nacional de Monumentos, a cargo de Teresa Anchorena. Nadie, nunca, avanzó en el proceso de investigación y recuperación de la memoria histórica. Hasta hoy.

Investigar para comprender

A SIFA se entra subiendo una escalera corta que separa la puerta de calle de la entrada principal. Apenas se accede está ubicado el cuarto central. Allí hay un elemento extraño, que llama la atención: un hueco en el piso que permite mirar al subsuelo, un rectángulo de unos 20 centímetros de largo que habilita observar la sala del piso inferior, la que se presume que pudo haber funcionado como cuarto de torturas. En el mismo piso, las huellas de los estantes permiten reconocer el ambiente que fungió como archivo: un espacio de 3×3 que podría haber sido la base de datos de la inteligencia de Fuerza Aérea.

Más adelante se llega a un cuarto que parece hablar por sí solo: un espacio chico, sin ventanas, en cuyas paredes se leen algunas inscripciones. RENAR Legajo 784, Pocho P 5244, Bersa MD 823 Nº 100C93. Sin dudas, un depósito de armas. Un testimonio silencioso que abona a la hipótesis de que el lugar no funcionaba como un simple archivo de papeles de inteligencia.

«Este es un espacio más de memoria que se rescata para el presente y para las generaciones futuras, que da testimonio de cómo funcionó la Fuerza Aérea en su participación en el genocidio y el terrorismo de Estado», explica Osvaldo López, coordinador de Virrey Cevallos y uno de los impulsores de la recuperación de SIFA. «Son sitios que han permanecido ocultos para la reconstrucción del relato histórico en Argentina, es un ladrillo más que abona a la construcción de la memoria necesaria», señala López.

«Tenemos testimonios de que los represores que estaban en Cevallos operaban acá también. Nosotros tenemos que preservar esto porque seguramente aparecerán nuevos testimonios y este lugar, que identificamos que pudo ser lugar de tránsito, debe ser conservado para un posible reconocimiento», sentencia López.

Lo que falta

La Regional de Inteligencia de Buenos Aires, en el centro de Morón, y la casona de Franklin, en el Cid Campeador en pleno barrio de Caballito. Hay muchísimos testimonios que dan cuenta de lugares que están identificados como centros de represión pero que aún no fueron recuperados. La pelea por la memoria es desigual: una lucha que pone a las víctimas en el rol de fiscales, que muchas veces obliga a los propios detenidos a buscar los retazos que les permitan reconstruir su historia. Nuestra historia es la memoria común de nuestro pueblo.

Con la apertura de SIFA y su instalación como sitio de memoria comienza a abrirse un nuevo capítulo que permitirá indagar en los procesos represivos, el rol de la Fuerza Aérea y probablemente generará la apertura de nuevas líneas de investigación. El juzgado de Daniel Rafecas, el mismo que juzgó y condenó a algunos de los responsables del centro de detención y tortura de Virrey Cevallos, será el encargado de continuar la investigación.

Mientras tanto, en Balvanera, Baldosas por la Memoria, el Centro Virrey Cevallos, docentes de las escuelas Bermejo y Normal Nº1 y organizaciones políticas y sociales, continúan presionando para que más temprano que tarde SIFA pueda abrir sus puertas y cuente al barrio su verdad. Que desentierre las voces que faltan y que permita seguir tejiendo nuestra historia. Que mude su piel para dejar de ser metáfora y convertirse en testimonio. Porque todo está guardado en la memoria.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.