Rota: Una historia de desgarro

🎭 🎭 ¿Puede llorarse a un asesino? ¿Cuándo se convierte un hijo en monstruo? La obra que relata la historia de una madre cuyo hijo mató a su novia y se suicidó ya fue condecorada con el premio CTBA Banco Ciudad a las Artes Escénicas 2020-2021 y cuenta con funciones agotadas por todo el mes de abril.

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Una mujer sufre. Una mujer duda. Una mujer se siente mala madre. Una mujer se pierde en el laberinto de su propia vida. Una mujer se sabe otras, otras mujeres que desaparecen, que le duelen. Una mujer se planta frente a la policía. Una mujer intenta escapar de sí misma. Una mujer está fragmentada, rota. De todo eso, entre otras cosas, habla Rota, la obra dirigida por Mariano Stolkiner y escrita por Natalia Villamil que se presenta todos los sábados en el teatro El Extranjero.

Protagonizada por Raquel Ameri, el unipersonal de sesenta minutos relata la historia de una mujer cuyo hijo se suicida después de matar a su novia. ¿Puede llorarse a un asesino? ¿Cuándo se convierte un hijo en monstruo? ¿Hay algo de su propio comportamiento que contribuyó a qué se desencadenaran los hechos?, se pregunta el personaje durante el monólogo.

En Rota recorremos las aristas de una mujer que debe transitar el duelo que la incomoda y la conflictúa. Una mujer que va a pedir explicaciones donde nadie parece tenerlas. Una mujer de campo con un universo complejo que se va desenvolviendo en una performance donde sus propios gestos se transforman en consonancia con los juegos de luces y sonidos. Un graffitti que se resignifica y un par de zapatos abandonados serán la escenografía de esta historia de vida. 

«En su soledad, intentará rearmar el rompecabezas de su cuerpo. De la mano del recuerdo se despliega el sin sabor de la pérdida. Al detenerse, en ese instante, vislumbra su rotura» asegura la crítica. Luego de ser condecorada con el premio CTBA Banco Ciudad a las Artes Escénicas 2020-2021 y con funciones agotadas por todo el mes de abril, en medio del gran éxito El Grito del Sur habló con Stolkiner, actor, director de teatro, docente y Licenciado en Dirección Escénica (UNA) sobre cómo fue recrear a la madre de un femicida.

Mariano Stolkiner

¿Cómo surge la obra?

Con Raquel nos conocemos hace bastante tiempo. Yo ya la había convocado para hacer “Violenta” que era un monólogo sobre una chica que había sobrevivido violencia de género, pero en ese momento Raquel quedó embarazada de su tercer hijo y nos quedó pendiente. Hace un tiempo nos volvimos a poner en contacto para encarar un proyecto. Ella me propuso llamar a Natalia Villamil para que escribiera un texto y desde ahí nos juntamos los tres para empezar a pensar de qué íbamos a hablar. Ellas dos venían de un trabajo muy grande de militancia sobre la violencia de género: Natalia acompañó víctimas durante muchos años y Raquel por su propia historia personal al respecto. Entonces me plantearon que querían abordar la temática. Yo acepté pero no quería repetirme con la obra anterior y otros trabajos que había hecho. Ahí surge la idea de trabajar con otra voz que no sea directamente de la protagonista.

¿Por qué decidiste trabajar con la mamá de un femicida?

Quería buscar un personaje que demostrase todas las aristas que aparecen cuando uno pone en escena la temática desde una voz muy diferente, cruzada por un montón de contradicciones internas. La protagonista es una mujer que no deja de repudiar lo que hizo su hijo y al mismo tiempo es una madre que lo crió con amor y dedicación y esperando lo mejor de él. Sumándole algo que no había aparecido en las reuniones preliminares y lo agregó Natalia y es la profundidad del dolor que significa ser la mamá de un femicida que luego se suicida. Aparece otra forma de duelo porque enterarte que tu hijo mató a su novia es un duelo de un montón de expectativas pero en este caso además no hay retorno así que la pérdida es mucho más desgarradora. 

Foto: Guido Piotrkowski

La misma protagonista se plantea si fue su culpa lo que ocurrió ¿Qué pasa con el rol de la mala madre?

Yo creo que hay algo social de creer que las cuidadoras son responsables por estos actos. En esta obra nosotros lo que planteamos es no juzgar a los personajes ni ponerlos en el lugar de si está bien o está mal que esa madre se sienta responsable. En la visión de Nati se siente culpable de alguna manera. Nosotros no salimos a juzgar al personaje sino solo mostramos lo que puede transitar.   

El personaje es una mujer de campo ¿Fue intencional en la construcción? ¿Hay algo de la clase que se pone en juego?

No, la realidad es que Natalia es de Lobos (Provincia de Buenos Aires) y en su imaginario de escritura toma mucho de lo que gira en torno a su espacio, de la cultura que circula socialmente en este pueblo de su infancia. La clase social no es algo que venga dado con el texto o lo hayamos pensado conscientemente a la hora de articular la obra, en el proceso de búsqueda hay cosas que van sucediendo. En mi caso, siento que es mucho más lo que me construye la obra a mí de lo que yo construyo a la obra. 

¿Cómo fue el trabajo de dirigir una obra así siendo varón?

Yo intento mantenerme lo más alejado posible de mi condición de masculinidad a la hora de dirigir pero no puedo negarla. Sin lugar a dudas para mí es una responsabilidad enorme tratar una problemática que afecta a las mujeres desde mi condición de varón.  No siento haber interferido desde un lugar ideológico. Sí es real que yo en todo momento apelé a que el núcleo central de la obra fuera el dolor de esa madre por la pérdida y que el protagonismo no estuviera puesto en el lugar del femicida. A la hora de darle sentido mi posición fue en favor de poder defender a la mujer. Me importaba que el protagonismo en la obra no se lo terminará llevando la bestia por encima de quien estaba en escena. 

¿Por qué hicieron ese juego de luces y sonido?

Desde el germen propio de la obra apareció algo del mundo del rock que nos llamaba la atención. Es difícil de definir por qué y darle un sentido. Las zapatillas que aparecen debajo de la tarima nos pueden remitir a Cromañón y a todas esas madres que perdieron hijos, ni que hablar de que uno de los integrantes de Callejeros es un femicida. No son decisiones conscientes pero cuando empezamos a intentar entender cómo surgen vemos que hay algo que está relacionado con las pérdidas. Mucho nace de los ensayos, de trabajar con lo que te pide la obra: que haya un cambio de luz, algo de música, una guitarra. Por suerte nosotros somos un grupo que ya venía trabajando de conjunto y así surgen las cosas. Es dejarse construir por la obra y que vaya tomando forma a través de lo que la composición te pide. 

Foto: Guido Piotrkowski

¿Creés que hay más lugares para este tipo de obras en el teatro independiente?

Yo no hablaría de teatro independiente sino de teatro de arte ya que si bien tenemos menos condiciones económicas en términos de producción son mucho mayores en términos de posibilidades de búsqueda. El teatro de arte plantea un modo de visión diferente por el modo de producción y realización. En el caso de Rota celebramos la cantidad de gente que quiere ver la obra y estamos trabajando con la sala agotada a futuro pero también sabemos que trabajamos en una sala pequeña, para pocos espectadores y una vez por semana. Es probable que con esta temática en espacios que tienen que llenar 500 ubicaciones y hacer 4 funciones por semana no llegasen a completar el aforo porque vivimos en una sociedad en la que no a todo el mundo le gusta enfrentarse con estas formas de arte. En términos de importancia es importante que estos temas se toquen en cualquier lugar. Después, yo entiendo porque nosotros podemos generar este tipo de búsquedas y otros lugares no. 

Dejás un espectador con más preguntas que respuestas 

Para mi el teatro tiene que generar tensiones, tiene que generar contradicciones. Yo no espero que cuando haga teatro la gente que venga esté de acuerdo con lo que pasa porque sino la gente vuelve tranquila a la casa y no se logra mucho. Cuando aparecen las tensiones y quienes espectan tienen que afrontar conflictos con sus propias ideas es cuando surgen las movilizaciones. En ese sentido el teatro está lejos de la lógica televisiva clásica.

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios