Panóptico saludable

🍎 Luego de que entre en vigencia la ley de Etiquetado Frontal, vienen las dudas sobre su correcta implementación. ¿Cuáles son los reveses de la norma? Aquí repasamos algunos puntos que son una invitación a pensar en un qué, un cómo y quizá soñar cuál sería la mejor forma.

Con paso firme y mucho debate de por medio, desde este sábado 20 podemos decir que la Ley de Etiquetado Frontal está entre nosotres. Si bien la ley ya entró en vigencia, esto recién comienza y su total implementación podrá verse recién en noviembre de 2023, porque una norma que incluye el cambio total de todos los paquetes de productos en circulación, significa también un gran gasto y es de saber popular que las empresas nunca, o casi nunca, quieren perder.

La ley de Etiquetado Frontal, o Ley de Promoción de Alimentación Saludable Nº 27.642, como es su nombre de pila, tiene como finalidad garantizar el derecho a una alimentación saludable brindando información nutricional simple y comprensible, para promover la toma de decisiones asertivas y activas y resguardar los derechos de las consumidoras y los consumidores. El sentido común dice que no hay razón para oponerse a una campaña que busca el bien de todes, pero… – y a partir de acá se abre un hilo con infinidad de preguntas- ¿Cuáles son los reveses de la norma? Aquí repasamos algunos puntos que, más que una respuesta completa, son una invitación a pensar en un qué, un cómo y quizá soñar cuál sería la mejor forma.

¿Qué nos hace creer que realmente la información nutricional en los paquetes es simple y comprensible? No todes contamos con las mismas posibilidades y la alimentación es interseccional. No tenemos todes información o educación nutricional. La ley nos invita a creer que los carteles octagonales, avisando que la ingesta de tal o cual producto es nociva porque es alto en azucares, son información suficiente para modificar lo que ponemos en nuestro carrito, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires las infancias y adolescencias en desarrollo consumen en sus colegios viandas en mal estado con sándwiches de paleta y queso y barritas de cereales de coco o chocolate altísimas en azúcar.

¿Podríamos sugerir que la razón que encontramos a esto es que la ley de Etiquetado Fwrontal no es una reforma profunda sino un mero maquillaje?

¿De qué modo impacta a las personas con Trastornos de la conducta alimentaria la Ley de Etiquetado? Para poder pensar en una respuesta a esto, la información primaria a saber es que los TCA comienzan a desarrollarse a partir de los 14 años y que quienes los padecen son en su mayoría femineidades. La ley de Etiquetado Frontal puede impactar de modo negativo en las adolescentes y en su vínculo con la ingesta, sobre todo teniendo en cuenta que en los colegios en donde hay buffet en un futuro no tan lejano van a tener carteles advirtiendo lo peligrosa que es su ingesta.

¿En qué lugar pone a los cuerpos gordos que exista una ley que tenga como finalidad ponerle fin a la gordura y que siga enunciando a la obesidad como una enfermedad en si misma? En lo personal y como mujer gorda que intenta vivir en el mundo del modo más agradable posible, creo que es muy violento el modo en que esta ley hizo una campaña para abrirse paso en el Senado en el medio de una pandemia en la cual las personas y sus cuerpos fueron señaladas, expuestas y hasta transformadas en memes. No me parece tan distante el creer que lentamente nos transformamos en un panóptico a cielo abierto, en donde vigilar y castigar está bien siempre que sea en nombre de la salud.

La ley de Etiquetado no es un problema en sí mismo, el error es el peso que se le da a una medida que -aislada de otras medidas que formen y eduquen tanto a consumidores como a profesionales de la salud- carece de sentido. 

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