«Veo en Cristina una fuerte voluntad de ganar las elecciones»

El secretario general del Movimiento Evita recibió a El Grito del Sur en su oficina del barrio de Constitución y habló de todo: Cristina, Randazzo, la CGT, la CTEP y la unidad de la oposición.

Luego de años de distanciamiento, la dirigencia del Movimiento Evita volvió a encontrarse cara a cara con Cristina Fernández de Kirchner para hablar de política, elecciones y peronismo. A Emilio Pérsico, aún crítico de muchas de las decisiones de la ex presidenta, le entusiasma que «Cristina esté decidida a ganarle al neoliberalismo». Aunque está convencido de que no hay que «repetir las mismas historias que nos llevaron a la derrota», confía en que se abrió una puerta para que en 2019 cambie la tendencia de las últimas 3 elecciones.

Más allá de lo inmediato, al secretario general del Movimiento Evita le obsesiona crear la fuerza social y política necesaria para que un hipotético futuro gobierno de otro signo tenga el respaldo necesario «para resolver las enfermedades que va a dejar el macrismo» en el contexto de una situación económica  que considera «peor que la del 2001».

Para lograrlo, explica, hace falta «refundar un bloque social dominante que pueda llevar las cosas hacia adelante dentro de un acuerdo de país». Por eso, la charla en el segundo piso de la oficina nacional del Evita, repleta de mapas con las secciones electorales bonaerenses y cuadros de la abanderada de los humildes, viró de la coyuntura más inmediata a los problemas profundos del país y la región.

-¿Qué balance les dejó el encuentro con CFK?

-Con Cristina tenemos una relación en la que han habido acuerdos y desacuerdos. En este momento hay una actitud muy fuerte de ella de querer ganar las elecciones, y es una compañera que tiene un predicamento muy grande sobre los sectores de la oposición, que tiene el bloque mayoritario en la Cámara de Diputados. Es muy bueno que haya una intencionalidad de derrotar a Macri. Eso no es ir a buscar diputados como en otras elecciones, sino buscar la derrota del neoliberalismo. A partir de eso tiene que haber un acuerdo de un programa mínimo, que hay que discutirlo para que no sea una continuidad sino una ruptura con el modelo que estamos viviendo. Pero que tampoco sea lo mismo que hicimos antes porque vamos a tener los mismos resultados. Hay que tener ideas ingeniosas para cambiar la realidad, pero bajo el yugo de la autocrítica. Lo segundo es construir la metodología para darle una salida democrática, donde todos se sientan representados y cada uno tenga el lugar que se merece.

-¿Esa herramienta son las PASO?

-Sí, es una herramienta que hizo Néstor, que es buena y puede venir a resolver el problema de todos estos «ismos» que tenemos en el campo popular.

-¿El kirchnerismo es un «ismo» más o es la expresión de un movimiento nacional?

-Es parte de los «ismos». Como el duhaldismo, el menemismo…

-¿Ponés en el mismo plano a los tres?

-El Kirchnerismo, en los términos de Puiggrós, no es un movimiento nacional, porque en un movimiento nacional vos cambiás las estructuras y le das poder al pueblo. Con el peronismo, los trabajadores se hicieron cargo de un modelo de país. En el reformismo es el individuo el que tiene la solución para la gente y esa es la base de la democracia liberal. Ni siquiera es el partido, soy yo. Por eso hay que combatir las desviaciones del neoliberalismo en lo económico y en lo político: hay que construir partido, hay que devolverle la política a los humildes, que son los únicos que la necesitan; los otros no la precisan porque la supremacía del capital les permite responder con sus abogados, con sus periódicos. El humilde necesita del Estado para resolver sus problemas. El tema es que la democracia terminó siendo la herramienta de la burguesía, ya sea progresista y que te dice: «yo sé resolver el problema de los pobres», o ya sea de los CEO que te dicen «los políticos no saben».

-Lo que vimos en el Congreso estas semanas, desde el acuerdo por el Consejo de la Magistratura hasta las rupturas de Felipe Solá con el massismo y de Alperovich con Pichetto, sumado al acercamiento de Solanas, ¿lo ve como señales de unidad del peronismo o hay que esperar?

-La gente reclama unidad para derrotar a Macri y los dirigentes políticos son saltimbanquis, pero ponen el oído en la gente. Después están las distintas ambiciones y la evaluación sobre el proceso y la estrategia. Hay compañeros que dicen: «Somos los que más medimos, vayamos con el que más mide». Eso sirve para ganar un par de diputados, pero nosotros tenemos que construir una fuerza para ganar el país. Para eso se necesitan muchos votos pero también mucho basamento social, porque va a haber que tomar medidas que tengan mucho apoyo.

-¿Cómo cuales?

-Retenciones, tocarle los cayos a estos tipos. Pero no me preocupa tanto eso. El Estado en una primera etapa tiene que resolver las enfermedades que genera el neoliberalismo, hasta que los trabajadores del mundo podamos tirar este modelo a la basura y construir uno más justo. Hoy hay que desconcentrar la economía, controlar las ganancias de los supermercados, ponerle los mismos impuestos que tienen en sus países de origen. Hay que marchar al campo. Hay países que lo hacen y le llaman reforma agraria. Esto implica pensar ciudades verdes, autosustentables: Italia tiene el 30% de población viviendo en el campo. Nosotros, en Provincia de Buenos Aires, tenemos un 2% de población rural en la misma superficie.

-Va a ser difícil el escenario que herede un potencial gobierno popular en 2019…

-Una situación económica peor que en el 2001. Si sacamos la AUH y las jubilaciones, la situación de pobreza sería mucho peor. Es bueno ver el desarrollo de la pobreza y también compararlo con cómo estábamos en 2015, no le temo a esa cuenta. Antes de 2015 hubo una transferencia de recursos enorme, un salario indirecto, que es la medida más importante que tomó Cristina y que fue una base de derechos muy importante, como ninguna en el mundo. Pero hoy hay un proceso económico de pequeño crecimiento y gran decadencia: cada vez menos gente trabaja, menos gente produce y esa situación va a estar peor. A esto se suma una situación internacional diferente, donde el kilo de computadoras, comparado con el kilo de soja, nos deja ahora en peores condiciones y hace que cueste más la tecnología, los productos que son el eje de los países imperialistas. El capital está en un momento de expansión económica.

«Si bien distribuyó la riqueza como nunca, el Kirchnerismo no es un movimiento nacional porque no le dió poder al pueblo». Foto: Ariel Olivares

-¿Cómo responden a la crítica que señala que la CTEP es un sindicato de pobres, un subsidio a la pobreza que aplaca la lucha por el ingreso al trabajo formal?

-Mirá, me acuerdo que en el Puente Pueyrredón hubo muchos compañeros que nos fueron planteando que éramos lúmpenes proletarios. La izquierda troskista, en los titulares de sus periódicos, decía eso. Después cambiaron y el PO armó el Polo Obrero, que le sirvió de mucho. Pero ellos utilizan la pelea para referenciarse en la política, no para ganar el conflicto. No hacen trabajo reivindicativo y gremial para resolver problemas concretos. Eso lleva a que el conflicto no se resuelva, se cristalice y al final se termina perdiendo el trabajo. Para nosotros se tienen que ganar los conflictos: nadie se organiza gremialmente en un sindicato que pierde todas las luchas. La CTEP intenta resolver los problemas concretos de los trabajadores en peores condiciones, los que se autoinventaron el trabajo. La izquierda ha cambiado la postura y ya hay muchos sectores que empiezan a hablar de la economía popular. Pero hay otros que hacen política desde el conflicto y después ponen candidatos para las elecciones.

«Hoy, darle poder a un humilde es darle de comer, porque si no tiene para comer no hay manera de que piense en la política». Foto: Ariel Olivares

-¿Considerás que hubo demasiado respeto a la democracia liberal en los doce años de kirchnerismo?

-No, hubo cambios. Cuando Néstor, al poco tiempo, cambia la Corte y busca una más independiente, eso fue un cambio institucional. Son procesos difíciles, a Argentina le hace falta una reforma institucional, por supuesto, pero es un proceso de acumulación, no es mañana. Ser revolucionario es transferirle poder a los más humildes y la transferencia de poder máxima es que un tipo humilde llegue a ser candidato, que los que gobiernan lleguen a ser parecidos a sus representados. Hoy, darle poder a un humilde es darle de comer, porque si no tiene para comer no hay manera de que piense en la política. La segunda es darle trabajo, la tercera ayudarlo en la escuela: el tipo, si no sabe leer, va a tener mucho mas difícil su participación en el proceso político. Pero venimos de muy abajo. Cuando tomamos el gobierno en los ´70 luchábamos por la liberación, contra el capitalismo. Pero ahora salimos de muy atrás y muy adelante no estamos.

«Hay que refundar un bloque social dominante que pueda llevar las cosas hacia adelante dentro de un acuerdo de país». Foto: Ariel Olivares

-En ese marco, tendrá lugar una contracumbre del G-20 del Evita en Atlanta…

-Es un repudio a la presencia de Trump y toda esa gentuza, y para rechazar el acuerdo con el Fondo. También para empezar a discutir la política y de refundar un bloque social dominante que pueda llevar las cosas hacia adelante dentro de un acuerdo de país. Que los compañeros recuperen la pelea por un programa, no por el pan y la leche porque sino estamos fritos.

-¿Se viene un diciembre difícil?

-Los sectores humildes no quieren la crisis, son los más perjudicados. Los sectores medios tienen más baches y dificultades, pero el humilde no come. La gente en mi barrio vende su campera por dos paquetes de azúcar y uno de leche. Hay compañeros que tienen créditos en los barrios para poder pagar los servicios. Pero en un momento eso explota, el pobre sale a la calle y se pudre todo.

«La gente en mi barrio vende su campera por dos paquetes de azúcar y uno de leche». Foto: Ariel Olivares

-¿Descartas un escenario así?

-No descarto nada, pero sí aclaro que eso es culpa del modelo económico. Sino ellos siempre nos transfieren la culpa a nosotros, transforman a la víctima en victimario. A la compañera que no puede comer la ponen como culpable del saqueo. Esta compañera es una víctima que está tratando de conseguir comida para sus hijos.

-Pero el gobierno le transfiere la responsabilidad a las organizaciones… 

-El Gobierno no quiere tener un fin de año tranquilo. Patricia (Bullrich) estoy seguro que no. Ellos ganan con la crisis. Si el quilombo continúa, se siguen llevando la plata en balde. Caputo está viviendo en el Caribe, no en la Matanza, inundándose con el agua a los tobillos.

«El Gobierno no quiere tener un fin de año tranquilo». Foto: Ariel Olivares

-¿Cómo afecta la salida de Schmidt en el diálogo de la CTEP con la CGT?

-La CGT es un arma que tiene Argentina, de las más fuertes del mundo. No hay país que pueda tener las huelgas que tenemos acá. Y Juan Carlos es un amigo, es un sindicalista diferente. La discusión de «paro sí, paro no» se hace desde la política. Yo les digo «vos dedicate a construir mayorías en la Cámara de Diputados y dejá que los intereses de los trabajadores los vamos a defender mejor nosotros».

-Última: ¿hay autocrítica de Randazzo 2017?

-De todas las experiencias electorales hay autocrítica. Yo estoy muy enojado con la política, se dividen todos los días, Macri no puede construir mayorías. Macri es una primera minoría, pero con esa minoría canta falta envido y truco. No puede ser que, por las peleas por candidaturas, terminen sufriendo las compañeras del barrio. Estoy enojado conmigo mismo, porque yo soy parte de ese proceso, pero tenemos que construir una opción que le gane a Macri.

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