«Toda lucha política es una lucha intelectual»

El referente de Carta Abierta y ex director de la Biblioteca Nacional cuestiona al grupo de intelectuales que acompaña al precandidato presidencial Alberto Fernández. También opina sobre la flamante fórmula con CFK de vice y hace un balance de la derrota que sufrió el kirchnerismo en 2015.

No se podía esperar una escena distinta en la casa de quien fuera director de la Biblioteca Nacional entre los años 2005 y 2015. Una biblioteca casi tan alta como el techo, explotada de libros de toda clase y tipo, estantes cargados de souvenirs y viejas fotografías que delatan un rostro joven pero la misma expresión seria que lo acompañó a lo largo de sus 75 años de vida. En el living asoma sobre la mesa otro nutrido pilón de libros, entre los cuales se destaca una reseña biográfica de Néstor Kirchner.

Lejos de la necesidad de acatar un papel institucional, Horacio González no se calla y dice lo que piensa. El principal referente del espacio de intelectuales Carta Abierta se muestra sin pelos en la lengua en una entrevista con El Grito del Sur y critica en duros términos el pensamiento del Grupo Callao, el «think tank» que acompaña la precandidatura presidencial de Alberto Fernández. También analiza el vínculo entre intelectuales de derecha y el gobierno nacional, opina sobre la flamante fórmula con CFK de vice y repasa la derrota sufrida por el kirchnerismo en el año 2015.

Cuando surge Carta Abierta en el año 2008, un gobierno popular comenzaba su enfrentamiento con las grandes corporaciones económicas. Hoy esas mismas corporaciones son las que gobiernan la Argentina. ¿Cómo reinterpretan el rol de su agrupación a partir de estos cambios políticos?

Nuestra idea era sostener el gobierno de Cristina Kirchner porque en el año 2008 se veía ante un conflicto de proporciones desconocidas en Argentina. El término de corporación, si bien muy antiguo, surge ahí para denominar a estos plantadores de soja que estaban gobernados por los llamados pool de siembra. Era un conflicto social y tecnológico distinto a los que se habían visto hasta el momento. La alianza inmediata con los medios de comunicación trazaba una línea de un país con nuevos sectores sociales en cuanto a la forma de producción a partir del abandono de la industrialización. Carta Abierta trató todos estos problemas. Hoy veo muy mal a la Argentina, en el sentido de que hubo transformaciones en la vida cotidiana, urbana, en las relaciones interpersonales, a tal punto de que la vida política no está en condiciones de interpretarlas acabadamente.

¿Hicieron en su momento alguna autocrítica como intelectuales por el hecho de que la derecha haya regresado al poder en nuestro país?

No, ¿por qué vas a hacer autocrítica? Ese no es un concepto adecuado. La verdadera autocrítica es pegarte un tiro o dejar de hablar, no lo sé. Ésta es una falta menor de la gravedad que tienen los acontecimientos. Si a algún movimiento social le va mal, es porque efectivamente los subsuelos que ocupa pueden ser totalmente destruidos por una nueva dimensión tecnológica. Lo que pasó con las redes sociales o tecnologías como focus-group, la forma en que se realizan las encuestas telefónicas, el modo en que se hace la publicidad de Uber, etc. Es decir, el canon de felicidad que establecen hoy las corporaciones es de una magnitud tan agresiva que hacerse una autocrítica es medio inútil. Las razones por las que te va mal siempre son mucho más oscuras, no es fácil ahondar en ellas ni reconocerse a sí mismos como personajes que están afuera de cualquier circulación de sentido. En este momento de la historia del país no se puede estar tranquilo y el autocrítico quiere estar tranquilo.

Fotos: Virginia Robles

¿Cómo analizás a lo largo de estos casi 4 años el vínculo entre intelectuales de derecha y el gobierno de Cambiemos?

Siempre hay intelectuales que acompañan a un gobierno. Uno reconocido como tal es Alejandro Rozitchner, que tiene oficinas en la Casa de Gobierno. Después hay muchos más que se encuentran en la televisión nocturna, incluso debe incluirse a los periodistas intelectuales como Lanata, Majul y los Leuco. Durán Barba es también un intelectual de nuevo tipo, es decir que no pertenece al mundo del libro y de la argumentación, pero sí pertenece a un mundo difícil de definir: posee teorías como la inteligencia artificial, la idea de que los grandes personajes de ciencia ficción se imponen a las personas desde afuera de su conciencia. Una especie de capitalismo semiológico que recrea sujetos. Hay también toda una clase universitaria que aminoró sus críticas al Gobierno, en razón de que lo anterior le parecía de cuño populista. Sobre todo después de que Laclau escribió un libro de apología al populismo como procedimiento al conocimiento social adecuado. Toda lucha política es una lucha intelectual donde se ponen en juego las pasiones políticas anteriores que tuvieron sus grandes textos.

¿La fórmula Alberto Fernández-CFK te parece la mejor para esta etapa histórica? 

Lo que ocurrió fue un hecho inesperado, como bien se dijo. La primera dificultad es si el Gobierno está dispuesto a aceptar reglas democráticas y electorales, eso no es fácil saberlo. Es un gobierno que está asentado en una condición de poder que no viene de la vía electoral, que refrenda un poder que proviene de las grandes empresas, del Fondo Monetario y de la política norteamericana. Si no se obtiene un triunfo electoral contundente, van a hacer todo tipo de maniobras. En ese sentido, la presencia de un político que siempre se destacó por tener un diálogo -que él mismo llamó como moderado- con todos los participantes de la vida política, que había hecho un balance negativo de su presencia en el gobierno anterior y que después retomó su relación con Cristina Kirchner, marca que evidentemente se va a hacer una campaña donde la voz predominante va a ser la de Alberto Fernández. Él no cuenta con votos y tiene además una participación en toda su carrera política vinculada a ciertos aspectos de la economía neoliberal y del conservadurismo tradicional argentino. Hay que ver cómo se resuelve ese problema. Veo en la televisión a las personas ligadas a Alberto Fernández, un tal Grupo Callao. Todo lo que dicen es de índole conservador.

Es decir, tenés serias diferencias con el Grupo Callao, que podría llegar a ocupar un rol central en un futuro gobierno…

Podría ser. Lo único que digo es cuando escucho hablar a las personas que trabajaban con Alberto Fernández hasta hace una semana y que hoy se presentan como futuros ministros, los veo repitiendo un lenguaje poco interesante para la política. A mí personalmente no me gusta ese lenguaje y además lo veo un poco irreal.

Fotos: Virginia Robles

¿Ves cuatro años más de macrismo?

No, ellos mismos no lo ven. Los radicales tampoco. Veo que una continuidad del gobierno de Macri tiene potencialidades tan destructivas que va a terminar con las relaciones entre personas, no sólo con el aparato productivo del país. También con la cultura política. Esta situación es lo que llevó a la conformación de la fórmula Fernández-Fernández. El motivo de la sonrisa de este Gobierno es cuando algo de la vida popular se destruye.

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.