La inflación que golpea a los que menos tienen

A pesar de la retracción en las ventas producto de la crisis del coronavirus, el Gobierno no logra frenar la escalada inflacionaria. Isaac Rudnik, director del ISEPCi, opina en diálogo con este medio sobre la dinámica del aumento de precios en alimentos y las últimas medidas del Ejecutivo.

La crisis del coronavirus sumió a la mayor parte de las economías del mundo en una retracción del Producto Bruto Interno (PBI) debido a la imposibilidad de llevar a cabo algunas actividades productivas y al descenso de las ventas minoristas de los comercios afectados por la pérdida de poder adquisitivo del grueso de la población. Si bien la demanda de productos y servicios se vio disminuida en nuestro país a lo largo de casi todo el 2020, esto no resultó un obstáculo para que los precios aumentaran durante el año pasado y continúen con la misma tendencia a comienzos de 2021.

A la pérdida de los salarios frente a la inflación, se suma la preocupación por el incremento desmedido de los precios de los alimentos básicos. Según el relevamiento del Índice Barrial de Precios (IBP) que efectúa el instituto ISEPCi en 500 negocios de 20 distritos del conurbano bonaerense, los productos que componen la Canasta Básica de Alimentos (CBA) tuvieron en enero un incremento promedio de 4,5%. Esta medición coincide bastante con la encuesta llevada a cabo por Consumidores Libres para el mismo período, dando cuenta que el precio de 21 productos de la llamada CBA experimentaron una suba del 4,08% en la Ciudad de Buenos Aires.

«El año pasado, los incrementos se aceleraron cuando empezó la inestabilidad del tipo de cambio que llevó en un momento el dólar paralelo a 195 pesos. Eso generó una expectativa de devaluación y los formadores de precios se adelantaron con aumentos. Dicho elemento dio un empuje importante en la inflación porque programas como Precios Cuidados o Precios Máximos -que son relanzados dos o tres veces por año desde hace ya mucho tiempo- no generan la contención necesaria», explica en diálogo con El Grito del Sur Isaac Rudnik, director del ISEPCi.

Recientemente, el Gobierno anunció un acuerdo con las empresas frigoríficas para retrotraer los precios de algunos cortes de carne a los valores del mes de diciembre. Además de llegar únicamente a las cadenas de supermercados -quedando afuera por ejemplo las carnicerías de barrio- y no todos los días de la semana, el principal riesgo es que estos acuerdos con los grandes grupos económicos para contener la suba de precios no sean efectivos en un contexto en el que la tendencia inflacionaria no se detuvo ni siquiera en el período de fuertes caídas de las ventas que cruzó buena parte del 2020.

En ese marco, Rudnik prefiere mostrar «cautela» aunque considera insuficiente la medida: «Los precios que se toman como punto de partida no son reales porque el costo del asado ya era mayor que 399 pesos en diciembre. Las cantidades son reducidas, muy por debajo del promedio de lo que se consume en la Argentina. Además no están disponibles todos los días, por lo que la limitación es importante. Por eso son acuerdos hechos para salir del paso, no con el objetivo de generar una serie de medidas sistemáticas que apunten a cortar estos incrementos permanentes de una cadena inflacionaria que no se detiene».

Cabe destacar que desde el Centro CEPA explicaron en un detallado trabajo las razones del incremento de precios en la carne. Allí mencionaron como factores «el aumento de las exportaciones derivado de la mayor demanda por China», que convierte a la carne en un cuasi commodity (igualando el precio local al precio exportable), el aumento del precio internacional del maíz y la «especulación de precios en el sector de producción y comercialización de carne vacuna». Sobre este último punto, les especialistas resaltaron que «la decisión del Gobierno de Mauricio Macri, en 2016, de eliminar los ROE (Registros de Operaciones de Exportación) que se habían establecido en 2008 para regular la exportación de productos alimenticios sensibles y para evitar que posibles incrementos en la demanda mundial impactaran de lleno en los precios internos, junto con la aparición de China como principal comprador de carne vacuna, modifica drásticamente el escenario exportador generando un incremento sensible de los volúmenes exportados de carne vacuna argentina».

Otro motivo de la inflación alimentaria puede hallarse en el aumento del precio de los combustibles. Sólo en el mes de enero, las petroleras aplicaron incrementos para las naftas en tres oportunidades: la primera fue de 2,9%, la segunda de 3,5% explicada por la actualización del impuesto a los biocombustibles y la tercera de 1%, ligada a la disposición del Gobierno de aumentar en los tres primeros meses del año el precio de los biocombustibles. «En el caso de las verduras, los combustibles tienen una incidencia importante en los costos porque precisan mucho transporte desde el productor hasta que llega a la verdulería del barrio», asegura Rudnik.

Por último, el director del ISEPCi apunta contra el comportamiento especulativo de los grandes empresarios en el rubro de la producción y la comercialización: «Tienen una actitud permanente de no ceder en nada. En un contexto de caída de las ventas, en vez de moderar los precios para que se mantengan los mismos niveles de consumo ellos prefieren aumentarlos ganando así más por unidad. Ante cada medida que toma el Gobierno, en general salen con declaraciones muy duras en contra y tratan por todos los medios de no cumplir. Por eso, cualquier medida que se tome para detener la inflación y defender los ingresos de los sectores populares, debe ser a través de la confrontación».

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El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
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