No importa dónde estés parado, estás acá en el conurbano

The Walking Conurban es la antítesis de aquellos medios que sólo muestran los aspectos negativos del conurbano. Guillermo, uno de los fundadores de esta cuenta de Instagram, hace un repaso de cómo se gestó esta iniciativa y analiza la identidad del territorio donde vive el 30% de les habitantes del país.

A minutos del Obelisco hay un “paraíso post-apocalíptico” con piletas en la vereda, platos voladores sobre casas, hogares -abandonados y poblados- de distintos estilos arquitectónicos, una botella gigante de cerveza en el jardín de un chalet y, más recientemente, un pasacalles -de los muchos que hay- en el que Juanjo le advierte a Adolfo en letras azules y rojas: “Te voy a llenar de escamas”. Todo eso y mucho más retratan las fotos de The Walking Conurban, la cuenta de Instagram que tiene más de 128 mil seguidores y donde el conurbano bonaerense es narrado por sus propios habitantes, lejos de los estereotipos porteños.

“Las redes sociales generaron espacios donde la gente del conurbano puede relatar su realidad sin el ojo de la ciudad de Buenos Aires- dice a El Grito del Sur Guillermo, uno de los cuatro fundadores de la cuenta-. Nunca el conurbano han ido a pensarlo (quienes no viven ahí) en términos de su cotidianidad diurna: gente que se levanta, se sube al tren o al bondi, trabaja, vuelve, que tiene una vida tranqui con sus problemas o que pone sus deseos en cosas muy mundanas”.

The Walking Conurban es la antítesis de aquellos programas de televisión y notas periodísticas que, como señala Pedro Saborido en diálogo con Página 12, solo muestran lo que pasa en el conurbano “cuando matan a alguien” y “no se asoman a ver las cosas piolas y lindas que se hacen”. “Eso que la cuenta retrata no sucedió nunca hasta que las herramientas tecnológicas nos permitieron poder empezar a mostrarlo y contarlo de forma más o menos masiva”, señala Guillermo.

En un medio se calificó al conurbano como un territorio “africanizado”, mientras que en la cuenta de ustedes se armó un debate sobre si es correcto tener piletas en las veredas. ¿Qué opinás de eso?

Lo que pasó con las piletas fue que subimos una foto de una y mucha gente empezó a decir “estos negros se apropian del espacio público”. Contestando mensajes aparecían otras cosas también. Uno me decía que era peligroso (tener piletas en las veredas), pero vos no le decís a un pibe que no juegue a la pelota o que no pongan mesas de un bar en las veredas porque es peligroso. Lo que molesta es que alguien se divierta y no pague y que, además, lo haga a la vista de todos. Porque para divertirte o pasarla bien tenés que estar en el fondo de la casa, tu pieza o pagar. Se cruza el clasismo, la aporofobia.

¿Y respecto al término “africanizado”?

Creo que (Pablo) Sirvén involuntariamente le dio en el clavo a una cosa y es que el conurbano decide, pero no gobierna. El conurbano representa el 30 por ciento del electorado argentino, pero cuando mirás poder por poder la provincia de Buenos Aires está subrepresentada. En la Cámara de Diputados hay menos legisladores por cantidad de habitante que en el resto del país; de los tres senadores que tiene (Jorge Taiana, Esteban Bullrich y Gladys González), ninguno parece muy vinculado a la realidad del conurbano. La excepción puede ser Cristina (Fernández de Kirchner) que es de Tolosa, aunque vivió en Santa Cruz mucho tiempo. Alberto Fernández es porteño y su grupo de colaboradores se hace llamar “Grupo Callao”. Y la Corte Suprema tiene dos jueces de Buenos Aires, dos de Santa Fe y uno de Córdoba. Lo de “africanizado” es un recurso poético. El tema es pensar que San Isidro no es conurbano, que los countries no están en el conurbano. San Isidro es tan conurbano como Florencio Varela y es donde más se expone la diferencia social del conurbano. Además, está gobernado por la misma familia hace 38 años.

Foto: The Walking Conurban

¿Qué caracteriza a la identidad del conurbano? 

Nosotros no nos vemos exclusivamente como gente del conurbano, nadie dice “soy del conurbano”, sino que nos referenciamos balcanizadamente, nos referimos a nuestra pequeña patria: somos de Berazategui, del barrio tal, de la calle tal, sucede un loop infinito de particularizaciones. También está esto que (Pablo) Alabarces llama “la cultura del aguante”. Parte de la identidad del conurbano es reivindicarlo como un territorio donde la gente es dura, donde tiene aguante, porque las cosas son más difíciles que en Palermo o en Madrid. Entonces empieza un mundial de rusticidad donde se juega a ver quién hace las cosas de forma más dura y alguien dice que hace el guiso con roastbeef, otro dice que el guiso se hace con osobuco, el siguiente dice que se hace con piedras y aparece otro que dice que no se cocina, porque cocinar es de pobre y por eso pide pizza todas las noches. Todo se trata de demostrar que tenés una calle más de tierra, algo más de aguante, y eso se traslada a partidos tanto geográficos como de fútbol. Quizás Avellaneda es el caso más emblemático con dos canchas cruzando una calle.

Ustedes, además, lo caracterizan como un espacio multiforme. ¿Por qué?

La idea del conurbano como espacio multiforme se refiere a que está constituido por distintas capas geológicas: los centros de las ciudades alrededor de las estaciones de tren, con espacios públicos y privados por separado. Y después a partir de la década del ‘30 con la llegada de personas al conurbano que se van ubicando donde pueden y la configuración de los barrios responde más a los accidentes geológicos que a la racionalidad. El conurbano termina siendo un espacio de transición entre lo rural y lo citadino.


El 4 de abril del 2012 una tormenta azotó la capital y el conurbano bonaerense. En ese momento, Guillermo, Diego, Angel y Ariel tenían una banda y el viaje al ensayo, que habitualmente era de 10 minutos, terminó siendo un paseo por calles anegadas y destruidas por el temporal. Así, los amigos empezaron a retratar ese “paraíso post-apocalíptico”, como lo denominaron, sacando fotos de lo que les llamara la atención.

Primero las fotos se las pasaban por WhatsApp, después pasaron a grupos de Facebook, aunque ninguno con un público masivo. “Era el chiste interno de cuatro boludos grandes -cuenta Guillermo-. Pasarlo a Instagram (en 2018) no fue algo fortuito, pero también fue como forma de chiste interno. La cuenta la hicimos para ampliar el juego del chiste a otros amigos…y también como forma de descargar las imágenes de las memorias de los teléfonos”.

The Walking Conurban hace alusión a “la serie del momento” cuando se creó la cuenta: The Walking Dead. “Desde el día uno nos dicen cosas con el nombre, que ‘qué tiene que ver el conurbano con el inglés’ o que es peyorativo, siempre con una sugerencia de qué nombre le podríamos poner”, agrega Guillermo.

¿Cómo fue cambiando la curaduría de la cuenta?

Primero era la instantánea callejera de una vereda, una casa. Las primeras fotos tienen una calidad horrorosa y eran, básicamente, fotos de lugares rotos. Después empezamos a hacer pequeñas excursiones, a hacer un poco de inteligencia para sacar material e ir trabajándolo, que ahí quizás entraba en el campo de la fotografía del abandono, de la exploración urbana. En el medio la cuenta empezó a tener alguna repercusión chiquita e incluimos los sábados como días de colaboraciones, después los fines de semana y con la pandemia pasamos a tener exclusivamente colaboraciones. La pandemia nos impidió seguir con las excursiones y la fotografía de forma más organizada y profesionalizada.

Foto: The Walking Conurban

Otro cambio en The Walking Conurban fue la incorporación de “una mirada social, política y quizás antropológica”. “Fuimos trasladando lo que aprendimos en la Facultad de Ciencias Sociales, ya sea en el contenido de la fotografía o de las historias, para intentar contar la historia del conurbano, de algún determinado lugar, la historia económica del conurbano, cómo se va gestando. Todo eso contribuye a darle un bagaje más profundo”, afirma Guillermo.

La cuenta tiene también una decisión editorial: no se especifica dónde fueron sacadas las fotos, a menos que se cuente la historia de un lugar o hecho en particular. “La idea la sacamos de dos documentales de Ron Fricke donde él va filmando por el mundo y nunca te dice dónde está porque lo importante es que está en el mundo y que todas esas realidades convergen en un mismo planeta y suceden al mismo tiempo”, detalla.

“Todos esos paisajes están en el conurbano, no importa dónde, puede ser en cualquier lado, y cómo están tiene que ver con complejidades propias del conurbano que derivan en eso”, agrega Guillermo. Mientras tanto, los usuarios comentan diciendo dónde piensan que sacaron la foto en cuestión. Para Guillermo, este juego lo hace más entretenido: “No importa dónde estés parado, estás acá en el conurbano. No interesa si es Quilmes, Varela, San Fernando o Morón, puede ser cualquiera de esos lugares”.

Para Saborido, en el conurbano “estéticamente hay más libertad”. Y Guillermo concuerda: “Si de repente quiero tener una botella de birra en la puerta de mi casa, ¿por qué no lo voy a hacer? ¿Por qué no hacer el tanque de agua de mi casa con forma de barril, una pava o un barco? Eso es lo lindo y lo libre de vivir acá”.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.