Otra vez, la tortura de conseguir vacantes en la Ciudad

👨‍🏫👩‍🏫 “No consigo nada, recorrí todo, no hay información, es ir al jardín y que en el jardín me deriven a otros lugares", dicen las familias que otra vez se quedaron sin vacantes para sus hijos en la Ciudad.

Esta vuelta a clases no será para todxs. Una vez más, las familias reclaman vacantes para las infancias en las escuelas porteñas.

María Celeste Fariña (39) vive en Mataderos, es madre separada con cuatro hijes, estudia para ser docente de nivel inicial y, cuando puede, trabaja de niñera. Aspira a conseguir un trabajo formal próximamente pero se encuentra en la difícil situación de no conseguir vacante en ningún jardín porteño para su hija más pequeña de 3 años, Murielle Román.

No es la primera vez que le pasa, ya lo vivió con sus otros hijxs: Santiago Zenobio de 18, Mel Román de 13 y Maitena Román de 9, en el ingreso a secundaria y primaria, “pasa todos los años”, remarca.

“Necesito sí o sí que la nena (de 3) entre porque tengo que trabajar, ya no me alcanza -cuenta-. Vengo luchando ya hace bastante con las vacantes”.

En todo el distrito 20, que incluye Mataderos, Liniers y Lugano, hay solo dos jardines maternales. “No importa en el momento en que te inscribas, siempre te quedas sin vacante, te quedas afuera”.

La procesión y la espera

“Desde que comenzaron las inscripciones online hay problemas y nunca se solucionaron, todos los años hay chicos sin vacantes”, agrega Celeste.

Para solicitar vacante inscribió a su hija en tiempo y forma, en septiembre del año pasado, seleccionó cinco opciones, tal como lo requiere la inscripción online del gobierno de la Ciudad, y esperó hasta diciembre a que salgan publicadas las listas. Pero la vacante de su hija aparece en “lista de espera” mientras falta un día hábil para el inicio de clases en la ciudad.

“Nunca es suficiente la anticipación para conseguir vacantes y no podés esperar al primer día de clases para ver a donde llevar a tus hijos”, explica angustiada.

“El problema con este sistema -reclama- es que quedás clavado en ese jardín y tenés que esperar que en ese jardín te tomen y no podés buscar otros, además ellos tampoco te llaman, estás en la nebulosa sin saber nada”.

La lista de espera no es una problemática individual sino social, explican desde un comunicado difundido este jueves por Familias por el Retorno Seguro a las Escuelas, conformada por 18 mil personas, y desde Vacantes para Todxs en las Escuelas públicas que congrega 21 mil personas en Facebook.

Este sistema “se vincula con el atroz plan de vaciamiento, privatización y precarización de todo lo público que viene desarrollando el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hace muchos años”, definen.

El comunicado fue difundido junto a más de 50 imágenes protegidas de las infancias sosteniendo carteles con pedidos de vacantes. María Celeste, que es miembro de esos grupos de familias y ya pasó por varios procesos de solicitud de vacantes en la ciudad con sus cuatro hijxs, señala que este sistema es así desde que lo crearon, hace alrededor de nueve años.

El sistema de inscripción online lo implementó el ex ministro de Educación Esteban Bullrich en la gestión de Macri y lo continuó Acuña con Horacio Rodriguez Larreta, aportan desde Familias por el Retorno Seguro a las Escuelas.

Además, detallan que en 2014 reconocían entre 7 mil y 9 mil infancias sin vacante. Y ya en 2017 reconocían más de 15 mil oficialmente. “Desde ahí, la cifra comenzó a ser tan escandalosa que dejaron de responder pedidos de informes en la Legislatura y en la Justicia”.

Al haber agotado la instancia administrativa, María Celeste pasó a la instancia judicial y presentó un amparo, que todavía espera ser asignado a un juzgado mientras las clases comienzan este lunes 21 de febrero en la ciudad.

“No consigo nada, recorrí todo, no hay información, es ir al jardín y que en el jardín me deriven a otros lugares, y desde otro lugares al jardín, pasé por la Supervisión, por un turno presencial para los reclamos para las vacantes”, describe Ayelén Caserta, madre de Alen Dáttoli de 1 año y tres meses.

“Mi hijo es 100% pandemial y desde que nació casi no salí de casa”, cuenta Ayelén, que vive en el barrio porteño de Vélez Sársfield junto a su marido y Alen, es empleada administrativa de la gestión pública en Nación y tuvo que renunciar a un cargo de una jefatura porque no le quedó otra “las dos cosas a la vez es complejo”, afirma mientras contesta por teléfono la consulta de El Grito del Sur y contiene a su bebé que la demanda.

“Excepcionalmente mi jefe por el momento me viene aguantando esta condición de poder seguir a distancia pero no sé cuánto más, y mi marido sí o sí tiene que trabajar presencial, quedarnos sin trabajar no es una opción”, relata acorralada.

En agosto la pareja consultó para inscribir al niño para este año y les contestaron que todavía no lo podían inscribir, entonces esperaron a que se abrieran las vacantes del sistema. Y finalmente terminaron en “lista de espera”. De ahí en adelante comenzó la peregrinación.

“Nuestra preferencia es que asista a un jardín público”, señala Ayelén mientras también reflexiona sobre los altos costos de las opciones privadas.

Desde la Defensoría del Pueblo le ratificaron que no hay vacantes, está agotada la instancia administrativa y directamente debería probar la instancia judicial. A partir de ahí se conectó al grupo Familias sin vacantes que, además de ayudarse entre sí, para Ayelén significa un espacio de reparo para “la angustia permanente de no saber qué hacer con mi nene”.

“Siempre voy a tener que elegir a mi hijo, pero es desesperante ver que voy a tener que verme muy perjudicada a nivel laboral y tengo que elegir una de las dos cosas o poner en tensión  las dos”, reflexiona Ayelén.

Los CPI y plan “B”

Ante la circunstancia de María Celeste con su hija de 3, la solución que le da el ministerio que dirige Soledad Acuña a los jardines es ir a Centros de Primera Infancia (CPI), que, según explicó la madre, quien además es estudiante de docencia para nivel inicial, se trata de un lugar “asistencial” donde no hay instrucción pedagógica de parte de las docentes, sino más bien es más una guardería “donde resguardan al chico mientras el papá o la mamá está trabajando, ahí los chicos no aprenden nada”.

Por su parte Ayelén y su marido también buscaron todo lo que estuviese disponible “en su momento incluso cuando estaban cerrados los jardines tratamos de ver posibilidades y lo único que me habían ofrecido es que hiciera una sala de 2 porque no tenían sala de un año, pero en vista de la cantidad de pandemials que hay iban a abrir otro curso opcional y que los chicos cursaran dos veces salita de dos, algo extraño y muy pocas horas, además nos dijo la médica que no lo hagamos porque no es bueno a nivel madurativo para los chicos”.

“Hay muchas familias en la misma situación y con chicos que ya están en la edad obligatoria de asistir al jardín, al nivel primario, chicos que terminan la primaria y no encuentran vacantes para el secundario”, concluye Ayelén.

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