Clase pública en la Plaza

👩‍🎓 Milei se metió con la fibra más sensible del pueblo argentino. Y la universidad volvió a dar cátedra. Una defensa no corporativa, una bala que entró y la universidad pública como escuela de cuadros.

La universidad pública como sinónimo de igualdad de oportunidades, de movilidad social ascendente, de encuentro entre clases y latitudes. La universidad pública llena de política, pintada de colores y tapada de afiches. La universidad donde pueden entrar los hijos de los obreros y donde eligen ir los hijos de los millonarios. Milei se metió con la fibra más sensible del pueblo argentino. Y la universidad volvió a dar clase pública en la Plaza.

Ni siquiera el 24 de marzo, con su potente carga simbólica y ante un gobierno negacionista, había podido unir lo que unió la universidad pública. Los troskos con la UCR, los abuelos con los nietos, Larreta y Cristina. Y muchos de los que también votaron a Milei. Entró la bala. Los jóvenes libertarios que reniegan del Estado y piden motosierra, también habitan la universidad pública. Y algunos hasta la defienden. Es por ahí.

Una defensa no corporativa. A la universidad la defienden también los que no pudieron ir a la universidad. Salió la CGT y la UTEP, salieron los gremios y los adultos mayores, salieron las putas y los hijos de las putas que pudieron estudiar gracias a la universidad pública. Una muestra contundente de estrategia política: unidad obrero-estudiantil, conflictos concretos con consignas claras, disputa en las redes y en las aulas. Calle, calle y más calle.

Foto: Santi Oroz

La de la vacuna contra el Chagas y la de la primera computadora argentina. La de cinco premios Nobel y la de miles de pibes que pasan por sus aulas y no llegan a recibirse, pero que conocen gente, incorporan saberes, transitan espacios y saben que la universidad está ahí, que la barrera simbólica para llegar es realmente muy delgada. La universidad de los extranjeros que vienen a formarse y se quedan viviendo acá. La de mi hijo el doctor, pero también la de mi hija la socióloga, mi nieto el biotecnólogo o mi marido el no docente. La universidad del prestigio mundial pero también del tejido social, de la solidaridad, del proyecto de extensión, de la salita en el barrio.

Universidad como escuela de cuadros. Eso es lo que les duele. La pública como aprendizaje de lucha, de compromiso, de militancia. Quizá la de ayer haya sido la primera marcha de miles de pibes que se bautizaron de calle ahí. Un falso mito divide la militancia universitaria de la territorial y pinta a la primera de elitista. Nada más falso: en Argentina, a la universidad van los hijos de los laburantes y ese es quizá su primer contacto directo con la política, intensa, partidaria, desbordada, revolucionaria. Les molesta la universidad porque nos quieren pobres e ignorantes, pero más les molesta la política en la universidad, porque nos prefieren dóciles, callados, obedientes. Repitiendo, con un curso de dos semanas de «Coaching y Liderazgo», que la universidad pública adoctrina.

Foto: Santi Oroz

Cuando un hecho consumado se convierte en una jornada histórica tan rápidamente, quiere decir que algo profundo sucedió. Tocaron una fibra sensible. Bisagra o no bisagra, el desafío político es la continuidad de la acción opositora al Gobierno. De lo que se trata ahora es de revertir la solidaridad: que los estudiantes salgan el 9 de mayo al paro de la CGT, que entiendan que, pese a los títulos y los diplomas, existe una solidaridad de clase, que la verdadera disputa es por el salario y la redistribución y no por la portada del libro que llevaste a la marcha.

Instinto. Los animales suelen reaccionar unos segundos antes que los humanos frente a una catástrofe natural. El perro clonado y el león de inteligencia artificial la vieron y trataron de apaciguarla. No les salió. La marcha fue federal y transversal, policlasista y programática, multitudinaria. Ahora la pelota está del otro lado: del calibre de la respuesta del Gobierno dependerá la magnitud del conflicto. Pero ya vieron lo que sucede cuando se estudia en la Universidad de la Calle. Fin.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.