Salir de las pasiones tristes

🫶 ¿Quién dijo que todo está perdido? Optimismo para la militancia y mensajes teledirigidos para la política. Seguridad, radicalismo y el ejemplo de Bolivia. Volvió CFK y demostró que el sistema político orbita en torno a su figura. Y CABA, ¿alguien quiere pensar en la CABA?

La fuerza de la esperanza, el himno coreado de a miles, un encuentro masivo en un estadio repleto, hip-hop, cumbia y rock and roll y un discurso con tono de campaña pero sin candidaturas. Pese a la sobreventa de humo previo que algunos analistas se encargaron de pronosticar, la presentación de Cristina Fernández de Kirchner tuvo un primer objetivo muy sencillo: salir de las pasiones tristes. Nadie gana una pelea desanimado y si bien el escenario 2023 pareciera poco venturoso para el peronismo, el discurso de La Plata tuvo un fuerte énfasis en la idea de que «si el pueblo quiere, Cristina puede». ¿Quién dijo que todo está perdido?

Otro de los principales datos que dejó la jornada fue la sumatoria de voluntades que concurrieron al acto. A Martín Insaurralde (de quien se decía que existía cierta decepción por la apuesta camporista hacia la reelección de Axel) se le sumó Pablo Moyano y una figurita difícil para el núcleo K: el Movimiento Evita. El más masivo de los movimientos sociales acudió a La Plata luego de un cónclave entre Emilio Pérsico y Máximo Kirchner donde dejaron en claro que Patricia «la Colo» Cubría competirá por la intendencia de La Matanza. En el Evita la contradicción también los atraviesa: Mariel Fernández y Leo Grosso, ambos con la mirada puesta en el territorio, empujan el diálogo con La Cámpora, mientras que Pérsico y el Chino Navarro siguen insistiendo en su mirada pre-copernicana: todavía creen en la planitud de la tierra y no entendieron que la política y el peronismo orbitan alrededor de la figura de CFK.

Si para la militancia el mensaje fue la épica y la esperanza, para la política los dardos fueron quirúrgicos. Veinte minutos iniciales ocupó la seguridad, un marco discursivo que suele ser perdedor para los gobiernos populares. Los gendarmes en el Conurbano y no persiguiendo mapuches (para Aníbal Fernández), la autonomización de las policías y el consecuente control del territorio en manos del narcotráfico (para Javkin y los rosarinos) y un «ni mano dura ni garantismo» (para los propios) que encubre la necesidad urgente de atender a una de las problemáticas más sentidas en los cordones periurbanos de Buenos Aires.

Pero uno de los interlocutores más claros de Cristina fue el partido Unión Cívica Radical: Yrigoyen y Luis Moreno Ocampo como citas y el llamado a cuidar el pacto democrático, discutir un proyecto económico largoplacista y aislar a los violentos. La interpelación es clara y coincide con un hecho menor pero que fuera tal vez el acierto más grande de la política luego del intento de magnicidio: la JP porteña y sus pares de la Juventud Radical sostuvieron un plenario que pasó casi desapercibido pero que marca un clima de época, el necesario diálogo entre los «partidos de la democracia». Gol.

El discurso también pudo ser leído en clave geopolítica: “la década de la postpandemia viene fulera, muy fulera» y Argentina no tiene la capacidad de incidir en las grandes discusiones que atraviesan al mundo, señaló la vicepresidenta. Por ello es necesario reforzar el frente interno para cuidar los recursos nacionales. Y lo acompañó de tres menciones estratégicas: litio, Hidrovía y Vaca Muerta. ¿Un programa de gobierno para 2023? Todavía es prematuro pero CFK entiende que donde funcionó la nacionalización de bienes naturales e hidrocarburos fue en Bolivia, el segundo país del mundo con menos inflación. El gobierno de Evo estuvo entre sus menciones: la constituyente boliviana logró modificar el poder judicial y por eso debieron darle un golpe burdo, con militares como a la vieja usanza. Y el MAS volvió fortalecido.

El antagonista del momento es claro: el Partido Judicial como herencia aggiornada del Partido Militar. Cristina cargó sus dardos contra la Justicia en una semana en que la causa Vialidad, el freno a la elección de Doñate en la Magistratura y un posible revés en la causa por la coparticipación marcan que la oposición ya empezó la campaña y su principal herramienta de presión apura los tiempos en busca de definiciones.

No hubo que esperar al Mundial para que comenzara el clima electoral. Los jugadores de Ecuador y Qatar todavía no precalentaban cuando el Frente de Todos de la Ciudad de Buenos Aires ya mostraba sus bandos. Este sábado, en la Facultad de Ciencias Sociales, se realizó un congreso masivo que incluyó a casi todo el peronismo: confluyeron La Cámpora y el albertismo (que a nivel local sostienen un vínculo estrecho), el espacio de Víctor Santa María, los movimientos sociales, el PJ y el excandidato de oscilante encuadramiento, Leandro Santoro. Dos notorias ausencias: el Evita y Matías Lammens, que un par de semanas antes organizaron un foro propio para intentar colar algún representante en un distrito esquivo. No les va a ser fácil: hay mucho cacique y poco cargo en disputa para 2023.

Finalmente, Larreta tuvo que cerrar con los residentes. De 120 a 200 mil pesos de básico fue el saldo del conflicto más importante que tuvo el oficialismo en la Ciudad en 2023. Ahora el efecto «luchita» se extendió a Córdoba y Schiaretti enfrenta a los residentes locales que ven en el triunfo de sus pares porteños un norte para la recomposición salarial. Algunas lecciones a nivel local: para hacer anti-larretismo es más imporante representar un sector que defender una plaza; al GCBA le duelen más los guardapolvos blancos cuando son de médicos que cuando son docentes; y a Larreta se le gana en la calle más que en la rosquita. Pero como no soy estratega político, no digo nada. Buen finde.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.