Corran la bola: racismo y fútbol en Argentina

⚽️ Lejos de casos aislados o reducidos a actitudes particulares del campo deportivo, las manifestaciones discriminatorias esconden problemas mucho más profundos.

Gianni Infantino, presidente de la FIFA, saca un comunicado en el que indica que toda la sociedad tiene que estar con Vinicius Jr, víctima de ataques racistas el domingo pasado y en varias otras ocasiones, y que en la sociedad y en el fútbol “no hay lugar para el racismo”. Hace unos meses, el propio mandamás de la entidad de Zurich dijo que llevar brazaletes multicolores en apoyo a las diversidades no era un acto adecuado dado que no convenía “politizar” al deporte. ¿Pensará Infantino, acaso, que la comunidad LGBTI no es discriminada?

 Curiosa paradoja semanal: la FIFA, en complicidad con autoridades del fútbol y la política argentina, viene de detener a una persona en La Plata por llevar una bandera de Palestina al partido entre Colombia a Israel del Mundial sub 20 y de tapar, en dicho certamen, homónimo cartel de las Islas Malvinas en el estadio homonimode Mendoza. ¿No hay discriminación al pueblo palestino, que soporta día a día las bombas permanentes del sionismo y del imperialismo? ¿No constituye un acto de ataque al pueblo argentino la eliminación cultural de su reclamo contra una ocupación colonial? El sitio oficial de “La Liga” (nombre de venta del torneo español de fútbol masculino) pone un logo al lado del resultado de los partidos que dice “Juntos contra el racismo”. Antes estaba la bandera de Ucrania. Preciera que en Libia, Afganistán, Irak, Palestina no había ataques militares. ¿No tiene nada que ver eso, acaso, con la discriminación?

Es 4 de mayo del 2022. El partido de vuelta por las semifinales de la Champions League está por empezar. El Manchester City pone la rodilla en el piso, reivindicando el “Black Lives Matter”. Ninguno de los jugadores del Real Madrid (incluido Vinicius) lo acompaña. La palabra “Real” viene de reinado. La Corona española, se ve, no acompaña la lucha contra el racismo. 

Un problema capital

“Racismo en el fútbol”. Podría valer el estudio para cualquier evento o manifestación de masas. Pensar el problema a partir de inconductas es no solamente un error, sino también una visión limitada del problema: estudiar una inadecuada conformación social a partir de uno, dos o tres personas desviadas de una norma, lleva a resoluciones inconducentes.

Atar el asunto a la práctica futbolera, o la “cultura del aguante” (entendida como la exacerbación de una fidelidad o una identidad determinada que lleva no solamente a una defensa obstinada sino también al ataque a quienes no se reúnan en torno a los valores de la construcción de ese grupo) también expone limitaciones: ¿cuál sería la razón estrictamente material para conectar un deporte en el que se le pega a una pelota con un ataque como el que sufrió Vinicius? Por supuesto, ni las inconductas ni los actos propios de la parte negativa del “folklore del fútbol” pueden excluirse, pero desde estas líneas consideramos que el asunto requiere una examinación un poco mayor.

La discriminación forma parte de un sistema social y económico determinado, que utiliza o utilizó una “diferencia” para justificar explotación y dominación. El racismo es previo al capitalismo, pero como sistema de poder ejercido por una minoría sobre una mayoría, muchas veces esas cualidad apuntaron a un armado cultural que sirva (formal o informalmente) de justificativo para un accionar explotador e incluso esclavizante. 

¿Cómo algo tan sistémico afecta a gente que tiene millones en cuentas bancarias, como Vinicius, entonces? Es evidente que lo dicho no es lineal, pero los diferentes agentes del poder toman como propias banderas proclamadas en las luchas populares. No pueden decir lo mismo, ni gobernar igual, si algo es repudiado o puesto en cuestionamiento. Por eso Infantino o el club de la corona actúan como actúan. Esa lógica genera resabios, necesariamente apuntados pero imposibles de combatir de conjunto si no se ataca su punto central: Infantino, la FIFA y compañía no están de nuestro lado. Sólo hacen “racismo-washing”. 

¿Por qué en el fútbol? Las manifestaciones masivas, populares, se encuentran arraigadas en actitudes que hunden raíces sistémicas. No hay nada en el deporte diferente más que un ámbito colectivo, desindividualizante, anónimo, en el que estas conductas emergen con una voracidad más profunda. 

“El fútbol español siempre fue racista”

Edilio Cardoso tiene la camiseta de Almirante Brown y viene  a sostener la pelota contra la raya cercana al alambrado. Yo estoy en la única tribuna que tiene el estadio Alfredo Ramos: barrio Agronomía, club Comunicaciones, el cartero, del cual soy socio y simpatizante. Tengo 15 años. Edilio es brasilero. Un tipo al lado mío, con su hijo, está unos escalones más abajo. ¿Sabrá lo que dice?

-Volvé a la selva

Todo un estadio canta que el otro equipo es de Bolivia y Paraguay. Estamos, ahora, en la cancha de Independiente, pero podría ser la de River y muchísimos otros clubes. Eduardo Sacheri se pregunta, en su texto “No tengo Aguante”, si toda esa gente sabe que el principal goleador del club y de la historia del fútbol argentino es Arsenio Erico, paraguayo.

“Gallina puta”, “bostero puto”. Ser hombre, heterosexual, está bien, lo otro es debilidad. No es una elección sexual, es una muestra de poder. Lo dijo, muchos años atrás, el antropologo Eduardo Archetti: el fútbol es masculino y “los hombres despliegan su virilidad en contextos cuyos elementos constitutivos son el origen de clase, las experiencias históricas, los rituales, y los discursos aceptados o subversivos”.

Escuchen, corran la bola. Un hincha de Racing, de River y de Boca hacen gestos de gorilas o de bananas a las tribunas visitantes de equipos brasileños por Copa LIbertadores. En la Bombonera, los miembros del país vecino destruyen billetes de $1000 porque, según dicen, no valen nada. Podríamos seguir. No es un país. Ni un equipo. Ni un individuo. Ni una situación. Es un sistema. Complejo, con inicios materiales y laberintos culturales. Pero sistema al fin: el problema es lo normal. Las excepciones son regla.

Laburantes

En  La Pasión en Orsai. Breves relatos, cuentos y anécdotas sobre la discriminación en el fútbol, hay escritos para problematizar lo que introducimos en este texto. Quizás casos como el de Vinicius nos generen más preguntas que respuestas: contestarlas de forma eficaz requiere un diagnóstico de crítica total al sistema imperante. 

Está la anécdota de Sacheri ya mencionada. Victor Hugo Morales dice que no sólo se puede hablar de “folklore”. Ariel Prat cuenta qué pensó cuando su propio padre le habló de “no ser negro del alma” en la tribuna. Norberto Verea y Leonardo Sai califican la discriminación como “el sótano pestilente de la pasión”. 

Pero posiblemente el texto más significativo sea el de Alejandro Apo. En el encabezado ya dice mucho. El primer apartado se titula:  “Siempre tiene que ver con los laburantes”. 

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