«Bullrich tiene en su sangre un ADN bastante gorila»

🗣️ Ricardo Ragendorfer, autor del libro "Patricia, de la lucha armada a la seguridad", reflexiona sobre la trayectoria política de la otrora integrante de la JP, exministra de la Alianza y el macrismo y aspirante a la presidencia.

En la Ciudad de Buenos Aires aparecieron carteles callejeros con la inscripción «Carolina Serrano presidenta» y la figura de una mujer con el brazo en alto y los dedos en V, representando a una joven Patricia Bullrich. El periodista Ricardo Ragendorfer es autor del libro Patricia, de la lucha armada a la seguridad, donde cuenta algunos operativos de Montoneros en los que participó la exministra de Seguridad en la década del 70, cumpliendo funciones “menores” y con el supuesto nombre de guerra que hoy está en la cartelería porteña. La precandidata a presidenta de Juntos por el Cambio niega haber pertenecido a la organización armada.

¿Cómo leés la aparición de los carteles con el nombre Carolina Serrano? 

Los carteles de Patricia recordando su paso por Montoneros no es algo que a un gran sector de la población pueda enfurecer. El tema es: ¿por qué ella hace tanto hincapié en decir no pertenezco a Montoneros, si era de la JP (Juventud Peronista)? Porque ella sabe que eso causaría una mala impresión entre su clientela electoral, que no está formada por personas que vean con simpatía la lucha armada.

En tu libro está la idea de una “revolución al revés”. ¿Por qué Bullrich quiere ocultar su pasado montonero con tanta virulencia? 

Por un lado, la travesía política de Patricia Bullrich, que arranca en Montoneros o en la JP, abarca un montón de peldaños que la llevan hacia lo que es ahora: el menemismo, la Alianza, el macrismo, etcétera. Podría dar la impresión de que se trata de una personalidad muy cambiante, hacia una sola dirección, cada vez peor. Pero esos peldaños forman parte del patrón de conducta de una persona que en realidad no cambió, más allá del color de sus banderas, más allá de las ideologías que supo abrazar. Tal vez su vida esté al servicio de algo que mantuvo a través del tiempo y es la acumulación del poder, hasta ahora siempre al lado del ganador de turno. La única diferencia es que en este momento ella está al lado de sí misma porque piensa que es la ganadora de turno o por lo menos trabaja para eso. Por otro lado, digamos, el negacionismo acerca de su etapa montonera tiene que ver con que tal vez sea una etapa de su vida que no le da buena prensa. De hecho, ella lo minimiza diciendo que montonera nunca fue. “Yo estuve en la JP”, dice. Lo que es verdad porque era la cuñada de (Rodolfo) Galimberti. Julieta, su hermana, era la pareja de Galimba, y dentro de la orga no era poca cosa. Yo digo que tenía el grado de “cuñada primera”. Pero milita en una época en la cual, cuando Montoneros pasa a la clandestinidad, por la irrupción de la Triple A y por el empeoramiento de las relaciones entre Montoneros y el peronismo, comienza a implementarse una política de doble encuadramiento, que consistía en que los militantes de las organizaciones de superficie, la UE, la JP, la JUP, la JTP, el Movimiento Villero Peronista, seguirían existiendo y funcionando, pero todos sus militantes participarían, paralelamente, del aparato clandestino de Montoneros, haciendo determinadas acciones según su capacidad. Ella fue parte de eso. Y por otra parte, era una persona con afán de trascendencia. En una organización clandestina, tener afán de trascendencia es un oximorón. En el exilio en México ella vivía en la casa de su hermana Julieta y Galimberti y difundía un parentesco familiar que debía permanecer en la clandestinidad. Lo hacía para causar impresión en sus semejantes. O sea, podía provocar daño sin querer.

¿Cómo analizás el negacionismo que implica desconocer el pasado, en el marco de las últimas declaraciones de Bullrich?

Hubo una gran oleada de negacionismo en 1983, 1984 y 1985 cuando empiezan los juicios. Era otro tipo de negacionismo y provenía de personas que habían estado vinculadas al terrorismo de Estado, junto con otras que apoyaron esos actos desde el periodismo o desde otras actividades culturales o comunicacionales. Pero esta oleada coincide con el corrimiento hacia la derecha de cierto sector de la sociedad y de la política por el cual empiezan a decir cosas que antes hubieran merecido un repudio atroz y que ahora son tomadas con cierta naturalidad. Este es un escenario signado por lo que Boaventura de Sousa Santos (sociólogo portugués que en abril fue apartado de sus cargos en la Universidad de Coimbra por acusaciones de abuso sexual y “extractivismo intelectual”. N. de la R.) define como “fascismo social” que, a diferencia de los procesos de ultraderecha en la Europa de la primera mitad del siglo XX en el cual estas ideas partían de algún Estado o partido político, surge en el cuerpo social. Lejos de ser un fascismo con esvásticas y camisas pardas, es un fascismo pluralista, sin jefes. Es, digamos, el fascismo de los que ni siquiera saben lo que es el fascismo.

¿Y eso lo estás viendo ahora en Argentina?

Sí, totalmente. Comenzó a verse en la pandemia con los discursos anti-vacunas y a partir del atentado a Cristina (Fernández de Kirchner), surgieron grupitos de ultraderecha, como Unión Republicana, acaudillado por un diputado bullrichista, Francisco Sánchez, junto con episodios bastante significativos, como la manifestación de las bolsas mortuorias con nombres de personas vivas, entre las cuales estaba la de Estela de Carlotto; el ataque que sufrió el vehículo de Sergio Massa cuando asumió en el Ministerio de Economía; o cuando arrojaron antorchas a la Casa Rosada. Hay un clima en el cual se huele el humo del fascismo.

Ricardo Ragendorfer

¿Qué clase de jugadora considerás a Bullrich en este contexto cuando dice vamos a sacar los tanques a las calles? 

Por un lado, la Bullrich nunca fue una chica medida. Y por otro, en el aspecto estrictamente ideológico, yo pienso que la irrupción de Milei dentro del escenario político le ha facilitado a ella decir cosas que antes no se hubiera atrevido porque hubiesen merecido un repudio unánime, pero que ella viene pensando desde hace tiempo, que empezó a decir y a hacer siendo ministra de Seguridad y, ya concluido el gobierno macrista, fue forjando su propia figura. Su campaña a la precandidatura o a la candidatura presidencial comenzó el 10 de diciembre de 2019 y a partir de ese momento su discurso fue endureciéndose cada vez más, situándose en la ultraderecha. Bullrich representa una ultraderecha mucho más peligrosa, porque ella no tiene, ante la opinión pública, una imagen tan vidriosa como la de Milei quien, con las boludeces que dice, tarde o temprano iba a caer en el descrédito.

¿Ves a Bullrich como un fenómeno individual, enmarcado en la extrema derecha, o como un producto necesario para esa derecha, o sea, muy formateada, como una Viviana Canosa de la política? 

Pienso que si no existiera ella, existiría alguien como ella. Tiene características muy particulares que desde luego favorecen la interpretación del rol que juega actualmente y ella lo aprovecha. Pero a diferencia de Milei, que es un producto de laboratorio, amaestrado, entre otros, por el Partido Vox de España, de cierto armado internacionalista, ella se formateó a sí misma. No es un producto de terceros, sino que aparece fabricada por sí misma y que muchos terceros necesitan. 

Finalmente, como pasó con Montoneros, ella siempre termina disputándole el poder al peronismo.

Puede ser, yo nunca lo había pensado en esos términos, pero tiene en su sangre un ADN bastante gorila.

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