Es un llamado de emergencia, baby

🗳️ En la provincia del narcotráfico perdió el discurso de la mano dura. Larreta se anota un triunfo que se suma a las gobernaciones de San Juan y San Luis. El peronismo, dividido y dominado. Caída en la participación y los liberales al fondo de la tabla.

La bota pintada de amarillo, un escenario de tres tercios donde el macrismo se lleva dos y el peronismo dividido y dominado. A tres semanas de las PASO que reconfigurarán el escenario político en Argentina, las elecciones de Santa Fe resultan un termómetro interesante para evaluar lo que sucede en términos electorales en la región más prospera de nuestro país. Y de las pistas que puede brindar para la crucial parada del 13 de agosto.

No por evidente resulta innecesario: sería un error de principiante transpolar directamente los resultados provinciales a lo nacional. El poder territorial tiene sus dinámicas y sus alianzas, lo local juega su propio lenguaje. Pero hay grandes ejes que, por repetición o inferencia, operan como alarmas para pensar el escenario nacional. El bipartidismo se sostiene, el peronismo dividido retrocede en el corazón del empleo y la producción, el radicalismo centenario pero aggiornado se anota un triunfo y Larreta festeja otra conquista: Poggi en San Luis, Orrego en San Juan y ahora Pullaro en Santa Fe. Si para gobernar hacen falta gobernadores, el Hache comienza a pensar su proyecto de poder.

El gran ganador de la jornada es el alcalde porteño: en su alianza con el sector del radicalismo alineado a Martín Lousteau, suma 32% de los votos y se anota un triunfo estratégico en materia territorial y de calendario, un trofeo que lo posiciona en el horizonte de expectativas a menos de un mes de las PASO. La primera derrotada es Patricia Bullrich: en la provincia del narcotráfico, perdió la mano dura. Carolina Losada -que era su predilecta- perdió la interna, los halcones sumaron una derrota y el tufillo de Macri operó como lastre y condena. En el que fuera el último bastión del socialismo, los herederos de Juan B. Justo -más macristas que nunca- perdieron su interna y quedaron al fondo.

Otro derrotado fue el alcalde rosarino, Pablo Javkin, halconizado en el tramo final de la campaña y que en la previa buscaba triunfar por paliza. Se impuso en la principal ciudad de la provincia pero tendrá un duelo particular donde deberá a enfrentar a Juan Monteverde de Ciudad Futura, una figura por fuera de los aparatos tradicionales que logró ganar la interna peronista. ¿Sonríe Grabois?

Pero el verdadero derrotado fue el peronismo: dividido en cuatro listas, cosechó su mínimo histórico en la provincia desde el retorno de la democracia. Los cuatro candidatos del Frente Juntos Avancemos sumaron apenas 28 puntos. En la interna se impuso el senador Marcelo Lewandowski, con 17%, seguido por Marcos Cleri (La Cámpora) que apenas superó el 4% de los votos. Más atrás quedó el diputado del Movimiento Evita, Eduardo Toniolli con 3,12%, y al fondo de la tabla, el delfín de Agustín Rossi, Leandro Busatto, que superó con poco el 2% de las adhesiones.

Divididos y dominados. La derrota del peronismo es multicausal: un castigo para el golpeado Omar Perotti, una magra cosecha en una interna sin unidad y dispersa, y un resultado adverso en la cuna de la industria, la prosperidad y el trabajo. Un precedente preocupante en una provincia estratégica.

Liberales al fondo. Edelvino Bodoira, candidato de la alianza «Viva la Libertad», sumó apenas el 3% de las voluntades. Una semana antes, mientras conducía por la Ruta Nacional 34, su auto volcó, en una metáfora prospectiva de lo que sería su trágica y accidentada performance electoral. La izquierda también tuvo una jornada para el olvido: 2,7% en una interna en la que finalmente se impuso la candidata del Partido Obrero por sobre su contendiente del PTS.

Otra pista que se repite: del 2019 al 2023, la participación cayó. Hace cuatro años, más del 69% del padrón había acudido a las urnas pese a un corte de luz nacional que se prolongó hasta el mediodía, mientras que esta vez lo hizo el 65%. Confluyen varios factores en la anomia electoral: descrédito de la política, desazón generalizada y una crisis económica sin respuestas claras. Como sucede en otras provincias, puede inferirse que el voto que se quedó en su casa es afín a un panperonismo, una suerte de adhesión blanda justicialista que esta vez prefirió comer un asado o ir a la cancha en lugar de votar. Todo un clima de época.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.