«Ilustro para no olvidar», memoria dibujada para una Buenos Aires demolida

✏️ Natalia Karbabian es arquitecta e ilustradora. En el punto exacto en que se encuentran ambos universos, nació «Ilustro para no olvidar», un proyecto que busca generar una concientización sobre el valor arquitectónico patrimonial de Buenos Aires.

Natalia Karbabian es arquitecta recibida en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires. También es ilustradora. En el punto exacto en que se encuentran ambos universos, nació «Ilustro para no olvidar», un proyecto en redes sociales que busca generar una concientización sobre el valor arquitectónico patrimonial de Buenos Aires. Ese que está en riesgo ante el avance de los negociados inmobiliarios y la ausencia del Gobierno de la Ciudad.

En el trabajo de Natalia destaca algo de suma importancia: lo que para algunos es solo un negocio, para muches es ver destruidos los rastros materiales de nuestras vidas.

«Una ciudadana de buenos aires que honra y registra el patrimonio demolido y en riesgo estos años, ilustrándolo». Así se define Natalia en su perfil de Twitter. «Soy @natz.kerba e #Ilustroparanoolvidar la Arq patrimonial demolida y en riesgo, honrándola y registrando una época de gran pérdida en la cdad de BsAs», dice la descripción en el perfil de Instagram del proyecto. La honra y lo patrimonial son protagonistas en su trabajo, pero en conexión directa con lo ya demolido y lo que todavía está en riesgo. La labor emprendida por Natalia es compleja y dolorosa, es resguardar aquello que ya no está en el único lugar donde no corre riesgo: la memoria de los habitantes de Buenos Aires.

Conversamos con la artista detrás del proyecto sobre su trabajo, sobre cómo la atraviesa y sobre la creciente problemática de la destrucción del patrimonio porteño.

¿Cómo nació el proyecto de ilustrar espacios urbanos y arquitecturas de Buenos Aires?

«Ilustro para no olvidar» nace luego de acumular un asombro y una incomprensión respecto de las demoliciones y las destrucciones de arquitectura identitaria y representativa de lo que es el espíritu de Buenos Aires. Después de haber visto una demolición en vivo, en la esquina de Olazábal y Vidal, decidí comenzar a ilustrar lo que ya no íbamos a poder ver más y, probablemente, olvidar. La ilustración es un lenguaje que utilizo para comunicar hace muchos años. Pero, respecto de la demolición, decidí comenzar a implementarla en junio de 2022.

Desde tu formación como arquitecta y con lo que venís observando desde la ilustración, ¿cuáles son las consecuencias a las que puede llevar este proceso de destrucción patrimonial?

Las consecuencias van a ser múltiples. Algunas, las podemos imaginar. Otras, aún no. Porque van sucediendo en la expresión de los tiempos y también de los usos. Pero lo que sí estoy observando es que hay una desmedida construcción no planificada y orientada a intereses privados. Un efecto de gentrificación que no responde a una infraestructura y tampoco a una lógica urbana como la que hoy reside en Buenos Aires. Estamos ante un fenómeno que no respeta la diversidad y la identidad de los barrios que existen y quieren persistir. Que no escucha el pedido directo de los que habitan esos espacios, que no son los que deciden que quieren vivir en altura y densificados en cemento. Con lo cual, lo que está sucediendo hoy es una gran barrida de las arquitecturas bajas. En la mayoría de los casos, arquitecturas identitarias que están en buen estado de conservación y acompañadas con talas. Existe, entonces, una densa cementación que genera altos grados de concentración de calor y un desdibujado de la peculiaridad que cada barrio conlleva. Buenos Aires es una reunión mixta de diferencias. Pero diferencias armoniosas, que se comunican y se tejen entre sí. No se avasallan. Por eso, resulta tan amable y tan interesante esta ciudad. Quiero hacer especial foco en el detrimento de la calidad de vida que ya estamos vivenciando y que vamos a tener que vivenciar respecto a la sombra y la falta de soleamiento correcto, al efecto túnel en las tramas finas, que están súper densificadas y construidas en altura.

¿Existe algún caso sobre el que hayas trabajado y que te haya afectado en lo personal?

Hay un caso que me afecta un montón, el de la Tienda La Ideal, en la esquina de Serrano y Avenida Córdoba. Tengo un registro de la infancia y de la adolescencia y me cuesta mucho pasar por ahí. Me resulta imposible no ver esa esquina típica italianizante de casa chorizo, con el cartel de La Ideal, como huella de ubicación de un tiempo de mi vida. Y creo que a mucha gente le pasa algo parecido con esa esquina. Y estamos hablando de una arquitectura austera. Pero sin embargo, registra y resume características identitarias claras, con mucha intensidad. El otro caso que me afectó mucho es la demolición de la casa de Olazábal y Vidal, ícono de «Ilustro para no olvidar». Es el que me llevó a tomar la decisión de ilustrar para, de alguna manera, hacerle justicia y volver a traer esa casa para no olvidarla. Es el caso que inició el impulso para ilustrar todo el resto de las arquitecturas que se están demoliendo. Ver una demolición en vivo de una arquitectura sana e irremplazable es una sensación que lleva una mezcla de sentimientos. Es un efecto de incomodidad, de absurdo, de violencia. Se está llevando a cabo algo violento. Hay también tristeza, impotencia. Una no comprensión sobre esto que está pasando.

En las redes conectás con mucha gente preocupada por el tema. ¿Cuáles crees que pueden ser los caminos para frenar esta situación?

En las redes me encuentro con muchísimas personas que comparten datos precisos de dónde hay una arquitectura en riesgo, pero también opiniones, pensamientos y relatos de memoria respecto de esos lugares que yo ilustro. Se generan conversaciones muy interesantes. Estas conversaciones están dadas por personas o con personas que no pertenecen ni a un mismo partido político ni a una misma ideología. Con diferentes edades, viviendo en diferentes lugares del país y en diferentes realidades. Pero todas están de acuerdo con resguardar la identidad, la calidad de vida, la cultura y el relato de memoria. Creo que todo indica que falta una pata importante en la educación del conocimiento de “la casa grande”. Esa falta de conocimiento implica una posibilidad fácil para sabotear esa “casa grande”. Porque lo que no conocés, no podés cuidar. Tampoco vas a lamentar la pérdida o no vas a proteger algo que no te pasa, que no te importa. Entonces, la educación es fundamental, más allá de los partidos que gobiernen o los representantes que tomen el timón del barco, por el tiempo que lo tomen. Esa intención de resguardo de identidad de quiénes somos tiene que ser decidida por quienes habitamos el espacio. Ahí es donde hay que apuntar, a la educación y sobre todo la educación en las infancias. Me parece sumamente importante para lograr que la situación cambie.

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Demian Urdin

Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia.