El debate presidencial, la nueva grieta y un vacío emocional para los núcleos duros

🗣️ Milei pasó el examen, Massa contraatacó en materia económica y Bullrich fue la menos sólida. En cuanto a los rezagados, Bregman demostró una gran oratoria. Lo que dejó un debate marcado por la ausencia de kirchnerismo y macrismo explícito.

Un debate presidencial permite entender qué temas se discuten (y de qué forma) en un país en un tiempo histórico determinado. Cuatro años atrás, la Argentina discutía cómo salir de la experiencia política macrista -que terminó en fracaso estrepitoso y un enorme endeudamiento- y quien representó una clara alternativa fue Alberto Fernández, candidato puesto por CFK como parte de la estrategia del entonces naciente Frente de Todos.

Ahora, a diferencia de 2019, el panorama es mucho más difuso y todo se dividió en un esquema de tercios que tras las elecciones PASO dejó a Javier Milei como el candidato más votado. Si se observa lo que fue el debate presidencial en Santiago del Estero, queda claro que el referente de La Libertad Avanza se mostró por momentos sonriente -con sus anteojos a cuestas- y no cedió a las tentaciones de perder la cordura o levantarse en un acto de ira profunda frente a los embates discursivos de sus adversarios. A Milei lo atacaron por izquierda y por derecha, pero pasó el examen. Su postura mezcló términos complejos e inentendibles para la gran mayoría (como su obsesión por las Leliqs) así como un «arrepentimiento» por haber ofendido al Papa Francisco antes de ser candidato presidencial.

Sergio Massa, por su parte, tuvo que lidiar con el peso de recibir casi todas las críticas por la actual situación económica, en especial por la alta inflación. En ese marco, planteó como una fortaleza suya haberse hecho cargo del Ministerio de Economía en tiempos complejos y enumeró las principales medidas que viene tomando para aliviar el bolsillo: desde la quita del impuesto a las Ganancias hasta el bono para trabajadores y trabajadoras informales. 

El candidato de Unión por la Patria habló también de un gobierno de «unidad nacional» -que incluiría a miembros de partidos políticos como el PRO y la UCR- y atacó a Milei porque plantea «la privatización de YPF, la vuelta de las AFJP, que cada hijo de argentinos y argentinas pague la universidad, y un modelo de dolarización que solo tres países tienen en el mundo: Zimbabwe, El Salvador y Ecuador». Si bien Massa fue claro con sus ideas, no logró sorprender con alguna «propuesta estrella» y tampoco anticipó nombres respecto a quién conformaría su futuro equipo de gobierno. Una buena: se refirió a la importancia de renegociar el acuerdo con el FMI.

Sergio Massa

Patricia Bullrich fue la menos sólida en cuanto a la difusión de su programa. Salvo por su referencia al déficit fiscal, sus alegatos en materia económica fueron principalmente una serie de cuestionamientos a Milei, como por ejemplo «querés hacer un paraíso fiscal» refiriéndose a su idea de eliminar el Banco Central; o «andá con los vouchers a la Puna» dando cuenta de que el libertario tendría un fuerte desconocimiento de la realidad del país. La candidata de Juntos por el Cambio evidenció cierto desconocimiento en relación a cuestiones económicas y perdió la oportunidad de lucirse en temas históricamente abordados por su fuerza política: reforma laboral, sistema previsional, coparticipación, etc. Asimismo, se mostró más cómoda al hablar del manejo de las fuerzas de seguridad y su habitual discurso de «mano dura».

Myriam Bregman, por su parte, demostró grandes cualidades retóricas y le discutió de igual a igual al resto de los candidatos, sin matizar las ideas que defiende y marcando las debilidades de Massa, Milei y Bullrich. El «gatito mimoso» en alusión a Milei, de autoría suya, quedó como la frase más recordada de un debate con poca emoción. Finalmente, Juan Schiaretti hizo «cordobesismo» puro al exhibir el acumulado de su gestión en la provincia de Córdoba -marcada por el diálogo y el federalismo- y querer llevar este modelo a la Nación. No obstante, resultó aburrido para la gran mayoría y no pudo disimular ser el candidato más viejo entre los presentes. A ambos les sirvió la exposición, aunque la aprovecharon de forma desigual.

El lado oscuro del debate resultó el negacionismo en materia de DD.HH., que en boca de Milei intentó ningunear el número oficial de los 30 mil desaparecidos por la última dictadura. Sin alusiones directas a Néstor ni a Cristina, Massa salió a reivindicar el juicio a las Juntas Militares así como los juicios por Memoria, Verdad y Justicia. ¿Surge una nueva grieta animada por la regresividad?

La ausencia de kirchnerismo y macrismo explícito dejó un vacío para los núcleos duros, en una elección de pisos y no de techos. No caben dudas que estamos frente a la entrada de un nuevo ciclo político, lo cual no sólo se explica por el hecho de que Cristina Fernández y Mauricio Macri hayan desistido de postularse como candidatos. Milei, al ser el principal referente del espacio libertario, sabe que parte con ventaja en este sentido y camina por ahora firme hacia el 22 de octubre con el propósito de sacar una ventaja sobre Massa que le permita posicionarse con buenas expectativas en un eventual ballotage.

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