De Menem a Milei: más similitudes que diferencias en el afán privatizador

😥 Luego de elogiar en diversas oportunidades a Carlos Menem, los rápidos anuncios privatizadores del presidente electo no llaman demasiado la atención. Hay muchas similitudes entre Menem y Milei, aunque está claro que las condiciones históricas son distintas.

Hace un año, Javier Milei señaló en una entrevista que «el primer gobierno de Menem fue el mejor de la historia». Poco llaman entonces la atención los rápidos anuncios privatizadores del presidente electo: de YPF a los medios públicos. Marx señalaba que «la historia ocurre primero como tragedia y después como farsa», con lo cual la repetición de sucesos que ya fueron probados y fracasaron rotundamente marcan de antemano su penoso destino. Pero, ¿qué son las privatizaciones? ¿Por qué los sectores neoliberales recurren a esta conocida receta?

Al igual que Roberto Dromi, ministro de Obras Públicas entre 1989 y 1991, Milei planteó en tono menemista que «todo lo que pueda estar en las manos del sector privado, va a estar en las manos del sector privado». La privatización es entendida formalmente como la transferencia de empresas o actividades públicas que pertenecían al Estado y pasan a estar en manos del sector privado. Es uno de los pilares de la doctrina neoliberal, que se ancla en el principio de reducir el Estado a su más mínima expresión y dejar la economía bajo una lógica puramente mercantilista. Esto, por supuesto, maximizar el beneficio para la empresa privada por sobre el interés de lo público.

Las similitudes son muchas, aunque está claro que las condiciones históricas resultan distintas. Hay sectores que el presidente electo no podrá privatizar porque ya se encuentran desde hace décadas por fuera de la órbita del Estado: éste es el caso de las compañías telefónicas y de las empresas eléctricas.

Cuando Menem privatizó la telefónica Entel, un primer efecto fue el incremento del valor de las tarifas por encima del 300%. Por su parte, el sector de la electricidad -que sufre crisis recurrentes- está hegemonizado desde el año 1992 por tres distribuidoras en la provincia de Buenos Aires (Edesur, Edenor y Edelap) cuya característica fundamental ha sido la desinversión sistemática a pesar de los cuantiosos subsidios recibidos.

Roberto Dromi (en el medio), ministro de Obras Públicas entre 1989 y 1991.

Javier Milei no la tendrá fácil en su afán privatizador, puesto que está lejos de alcanzar mayoría propia en el Congreso si se cuentan sus propios legisladores. Y éste no es un dato menor: por ejemplo, Menem se apoyó en la ley 23.696 -conocida comúnmente como Ley de Reforma del Estado- para avanzar en la privatización de un gran número de empresas estatales y la fusión y disolución de diversos entes públicos. Desde distintos sectores ya señalaron que las privatizaciones anunciadas por Milei para YPF y los medios públicos «deben pasar por el Congreso».

Otra dificultad para Milei es la memoria histórica de un pueblo acostumbrado a resistir contra los embates de la política neoliberal.

En 1991, YPF fue transformada en una sociedad anónima y, en 1999, vendida a la petrolera española Repsol. Además de que la reestructuración de la empresa generó despidos masivos, el modelo de gestión terminó con una probada desinversión y grandes fallas de gestión.

Cabe destacar que la compañía de bandera viene de registrar la producción total de hidrocarburos con mayor crecimiento orgánico de los últimos 25 años -con un incremento del 7% en comparación a 2021- al alcanzar los 503 mil barriles equivalentes por día y obtuvo una ganancia récord de 2200 millones de dólares en el año 2022. Más cerca en el tiempo, las y los trabajadores de medios públicos resistieron el desmantelamiento de la agencia estatal Télam que intentó la gestión de Mauricio Macri allá por 2018, lo cual revela la creciente organización en la adversidad y el importante rol de sindicatos como el Sipreba.

Más incógnita que el resto, es el futuro de Aerolíneas Argentinas y de los ferrocarriles que hoy gestiona el Estado Nacional. En el primer caso, Milei ya anunció que la aerolínea de bandera podría pasar a manos de sus empleados en un contexto de «cielos abiertos», cuestión que es vista por los gremios aeronáuticos como un «certificado de defunción». Lo que hizo Menem al respecto de Aerolíneas tampoco es alentador, puesto que el traspaso realizado a la empresa española Iberia allá por noviembre de 1990 resultó ser un caso emblemático de vaciamiento y estuvo signado por diversas denuncias de irregularidades y corrupción. En el segundo caso, Milei dijo -antes de ser electo- que privatizará todas las líneas de trenes y destacó que «cuando teníamos el mejor sistema ferroviario del mundo era inglés».

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.