Confrontar y gobernar: Axel como alter ego

🇦🇷 Con tono encendido, Axel Kicillof asumió su segundo período como gobernador de la Provincia de Buenos Aires. "Faltó rebeldía, justicia social e igualdad", señaló el economista y agregó que "lo que falta no se consigue con motosierra y ajuste".

La asunción de Axel Kicillof en su segundo período como gobernador de la Provincia de Buenos Aires dejó algunos pasajes que auguran cuál podrá ser la línea de intervención del mandatario provincial en los próximos cuatro años. Confrontativo y directo, Kicillof cerró el discurso al grito de «viva la justicia social, carajo» en clara referencia de oposición al flamante presidente de la Nación. Pero no fue el único pasaje de su alocución que puso en valor la diferencia de proyectos e ideológica con el referente liberal.

“La dignidad no es un negocio. Los derechos no dependen de la ganancia. La libertad solo se alcanza cuando hay igualdad de oportunidades. Nuestra vida no es un mercado y la Patria no se vende”. Secundado por intendentes y dirigentes gremiales, con la presencia de Cristina Fernández de Kirchner, La Cámpora y el Frente Renovador, Kicillof reivindicó su gestión y recalcó que el pueblo bonaerense apostó a la construcción de escuelas, caminos y postas de salud.

La obra pública y la coparticipación estuvieron en el centro del discruso. Desde el estrado y acompañado por su vicegobernadora, Verónica Magario, Kicillof extendió la invitación a la Unión Cívica Radical para unirse en reclamo por los fondos que le corresponden a la Provincia de Buenos Aires. «Se atacó y estigmatizó al peronismo y al radicalismo», sentenció haciendo un guiño a los intendentes de extracción radical presentes en el recinto.

Los datos de la gestión Kicillof son contundentes: inauguró 206 edificios escolares y 21 centros universitarios en municipios del interior, construyó 6 nuevos hospitales de alta complejidad y 156 centros de atención primaria de la salud; impulsó la mejora de 4.500 km de caminos rurales y la producción de 17 millones de hectáreas; incorporó 4.500 nuevos patrulleros y construyó 51 mil casas junto al gobierno nacional.

De ahora en adelante, el eje estará puesto en la gobernabilidad de una provincia compleja y en el liderazgo del peronismo. Por lo pronto, el gabinete que armó deja entrever muchas continuidades y la capacidad de contención de actores disímiles. El regreso de Carli Bianco al Ministerio de Gobierno y el cambio de piezas en Seguridad, sumado a la incorporación de Gabriel Katopodis, Martín Mena y Silvina Batakis, reseñan un fortalecimiento del «kicillofismo» más puro con ribetes de camporismo (Ambiente, Trabajo, Cultura) y el aporte massista en Transporte.

Axel Kicillof tendrá también la difícil tarea de componer un liderazgo nacional en base a su capacidad de gestión local. En la disputa por conducir el peronismo en su etapa de resistencia se anotan -además del gobernador- los moderados: Martín Llaryora, flamante gobernador de Córdoba, y la pregunta por el futuro de Sergio Massa.

«Faltó rebeldía, justicia social e igualdad», señaló el gobernador y agregó que «lo que falta no se consigue con motosierra y ajuste». Desde los palcos observaban Mario Secco, Fernando Espinoza y Jorge Ferraresi, el tridente de intendentes con eje matancero que apostó por la reelección del economista y ahora apunta a sostener posiciones de poder.

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