Curso de colisión con la República Bolivariana de Venezuela

🇻🇪 La hostilidad del gobierno de Javier Milei con la República Bolivariana de Venezuela evidencia su alineamiento con los intereses de EE. UU en la región. Una oportunidad política y económica desperdiciada y un vínculo estratégico entre ambas naciones.

La República Bolivariana de Venezuela y la República Argentina tienen un lazo objetivo que las une políticamente: la mutua agresión del imperialismo británico ha recaído sobre cada una de estas repúblicas. La Guayana Esequibo en el primer caso, y las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur en el segundo son evidencias empíricas. Pero desafortunadamente la actual administración del presidente Javier Gerardo Milei, ha olvidado está identificación política, que permitiría construir un camino común y un frente unido ante el imperialismo británico acentuado los rasgos más divisionistas y hostiles contra el régimen democrático de la República Bolivariana de Venezuela.

La desviación del avión Boeing 747-300M perteneciente a la empresa Emtrasur fue la primera provocación. Finalmente, fue entregado a una supuesta reclamación estadounidense que desconocía los legítimos derechos de su propietario sobre ka aeronave adquirida a su anterior poseedor, Mahan Air. Ahora, la Argentina intenta intervenir en el proceso electoral venezolano apoyando abiertamente a fuerzas hostiles a su consumación.

La República Bolivariana de Venezuela ha sido objeto de una ingente campaña hostil por la prensa hegemónica que ha instalado la idea de que es un régimen totalitario, cuando en rigor se trata de un gobierno que ha surgido de procesos electorales limpios y desarrollados de acuerdo a la ley electoral de ese país. Y en este caso, los actos administrativos y diplomáticos de nuestro gobierno apoyan a fuerzas que no tienen el reconocimiento legal necesario para poder participar del proceso electoral.

Presidente Nicolás Maduro

Se habla incorrectamente de la proscripción de Marina Corina Machado y de Corina Yoris, cuando en rigor de verdad lo que sucede, como en cualquier sistema democrático que se precie de ello, es que estas personas no cumplen las condiciones mínimas necesarias para hacer parte de un proceso electoral. Y, por consiguiente, sus nominaciones fueron rechazadas por la Contraloría General de la República.

Entorpecer un nuevo proceso electoral en un momento en que la economía venezolana está lentamente superando el impacto de los bloqueos que Estados Unidos y sus aliados han llevado a cabo injusta y desmesuradamente, implica un exceso de alineamiento con la política estadounidense, que será recompensada en alguna manera mediante préstamos u otros beneficios. De esta manera, el Estado argentino viola la más sagrada solidaridad interamericana poniéndose en una vereda de enfrente y de extrema hostilidad hacia el gobierno democrático venezolano.

En ese proceso, el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela ha tenido que tomar acciones administrativas justas que permitan marcar un límite a las continuas agresiones: provisionalmente ya ha prohibido el uso de su espacio aéreo para los vuelos civiles de empresas argentinas, para así llamar la atención y abrir un canal de posible conciliación ante tanta hostilidad. A todo ello, se suma la ofensiva de gobiernos que intentan echar un manto de dudas sobre la política exterior de Venezuela y sus vínculos con países que son sus aliados petroleros naturales, como la República Islámica de Irán o la Federación Rusa.

Canciller argentina Diana Mondino

Se vuelve necesario repensar un retorno a las políticas de integración americana en el Mercosur, en la Unasur, y la Cepal, para impulsar alianzas estratégicas objetivas con países con los que nos hermanan intereses en común y ese es el caso con la República Bolivariana de Venezuela.

El distanciamiento también tiene consecuencias económicas y lleva las relaciones comerciales a un mínimo: el Informe Técnico de Intercambio comercial argentino del Indec (con valores a febrero del 2024) señala que para ese mes de las exportaciones argentinas al Mercosur solo el 2,1%, fueron a Venezuela, cuando se trata de un país con una economía complementaria a la nuestra que podría recibir ingentes flujos de alimentos procesados, industrializados, línea blanca de consumo hogareño, autopartes y automóviles. Y sobre todo maquinaria agrícola.

Lejos de reforzar el único destino posible que tiene nuestra patria -que es la unión mancomunada en la patria grande latinoamericana-, esta situación crea una grieta cada vez más grave cultural y política con nuestros hermanos bolivarianos. Y ello se agrava con temerarias declaraciones de la ministra de relaciones exteriores Diana Mondino, que habló de una supuesta injerencia de agentes cubanos y venezolanos para desestabilizar al gobierno del presidente Milei, cuando es notorio que los movimientos sociales que se levantan contra su política económica no son motivados por nadie el exterior sino por la calamitosa consecuencia que ésta tiene. Y es claro que ese uso de los hermanos de la República Bolivariana de Venezuela como chivo expiatorio de una mala política económica no hace sino acrecentar el conflicto con esa nación hermana y ponernos en una situación límite de la cual sería posiblemente muy difícil retroceder

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