La oposición, entre el odio incontenible y el silencio

🚨 El larretismo, que ya estaba preocupado ante la posibilidad de Cristina presa, sigue sin recuperar iniciativa frente al intento de magnicidio. Son horas aciagas en la oposición, que nunca estuvo tan cerca de la ruptura.

“El larretismo no quiere a Cristina presa”, decían en el entorno del Jefe de Gobierno días antes de que un tal Sabag Montiel gatillara dos veces sin éxito su Bersa calibre 40 en la cara de Cristina Kirchner. El intento de magnicidio cambió brutalmente un escenario que ya venía caldeado y con violencia deliberada luego del incidente de las vallas en Recoleta, y ahora esa polarización forzada y buscada hace una semana puso en serios aprietos al sector más centrista de la oposición, porque el límite se corrió. Al punto que Horacio Rodríguez Larreta, un cultor de los consensos internos y hacia afuera, no logró imponer un comunicado conjunto de Juntos por el Cambio que condenara explícitamente el ataque sufrido por la vice, ni tampoco subordinar a la presidenta de su partido, Patricia Bullrich. 

Mientras el Gobierno retomó la iniciativa con una masiva movilización a Plaza de Mayo y una foto “anti-odio” con organismos de Derechos Humanos en la Rosada, en la vereda de enfrente sienten el golpe de los hechos y abundan, como nunca antes, los desacuerdos. Lejos de un comunicado conjunto -que sí vio la luz luego de la represión de hace una semana-, Juntos por el Cambio ni siquiera logró ponerse de acuerdo en qué posición tomar frente a la sesión especial en Diputados con que este sábado el resto de las fuerzas políticas -incluida la izquierda- repudiarán sin peros el intento de magnicidio y los discursos de odio fagocitados por los medios, la Justicia y la política que formaron parte del summum ideológico cuyas consecuencias están a la vista. 

Es el tono del proyecto de declaración impulsado por el Frente de Todos el que espanta a varios dirigentes del espacio: el texto señala con nombre y apellido a los “que incitan a la violencia y al odio”. “Esos discursos surgen de diferentes espacios políticos, culturales, judiciales, y mediáticos. Si bien hace tiempo venimos advirtiendo esta escalada de odio, en las últimas horas se ha llegado a extremos inusitados con el intento de asesinato de la Vicepresidenta de la Nación, y debe ser un punto de inflexión que nos lleva a establecer de manera unánime el dialogo como herramienta única para dirimir las diferencias”, dice el proyecto, imposible de firmar para muchos diputados y diputadas de Juntos. 

Esa encerrona es un problema que parece no tener una solución sencilla. Eso explica el prudente silencio público que los principales dirigentes del armado de Rodríguez Larreta sostienen desde hace 48 horas seguidas, si se entiende por silencio dedicarse a debatir únicamente la conveniencia de un feriado en lugar de referirse al elefante que todo el mundo ve pasar delante de sus ojos. 

Así, todo el espacio público está inclinado en favor del Gobierno, que como víctima es el único espacio que puede ver en su plenitud la magnitud del problema que afronta la sociedad. “Se ve que en Juntos consideran que la representación de un hecho tan grave como condenar un magnicidio contra la Vicepresidenta de la Nación solo se reduce a una porción del espacio es un error grave, no entienden que la sociedad dijo basta a la especulación política”, dijo esta mañana en diálogo con Radio 10 el asesor presidencial Juan Manuel Olmos, quien aprovechó para llevar más leña al fuego que carcome a la oposición. 

Mientras tanto, lo que quedó resonando fueron los tweets de la presidenta del Pro, Patricia Bullrich, quien lejos de repudiar el intento de magnicidio se dedicó a criticar al presidente Alberto Fernández por intentar aprovechar políticamente el asunto, según dijo. Esa falta de condena de los hechos apañó otras posiciones públicas más tendientes a cierta responsabilidad, como sí lo fueron algunas expresiones como la del propio Rodríguez Larreta o Mauricio Macri, que al menos con algo de lucidez se pronunciaron repudiando el ataque. 

La posición de Bullrich, por el relevante sitio institucional que ocupa, abrió una compuerta peligrosa: José Luis Espert, Luis Juez, Alfredo Cornejo y otros dirigentes de peso de Juntos se vieron contenidos dentro de una estrategia alternativa de seguir sembrando la confrontación. Al parecer, es la única estrategia discursiva en la que se sienten cómodos, y no son los únicos. 

“Yo de ninguna manera voy a aceptar firmar que acá hay un discurso de odio del cual espacios políticos, culturales, judiciales y mediáticos son la usina. De ninguna manera”, disparó Espert. No es lo mismo que piensan, por ejemplo, algunos diputados del radicalismo e incluso del Pro, más cercanos a la idea de bajar no uno, sino varios cambios en los niveles de confrontación. 

En esa línea se expresó Diego Santilli, diputado electo por la Provincia de Buenos Aires. “Tenemos que llevar a la Argentina a la paz y a la concordia”, dijo, para luego hacer una defensa de “las instituciones, como la justicia”. 

Si bien la oposición atravesó momentos turbulentos las últimas semanas, nunca estuvo más cerca de la ruptura como hasta ahora.

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