Generación Zoe: del «vendedor de ilusiones» a los espejitos de cristal de hoy

💰 La estructura de Leonardo Cositorto, que prometía crecimiento financiero hasta ser condenada por estafa piramidal, repasa su emporio y caída en un documental para Netflix. Mientras tanto, en redes abundan videos de jóvenes que interpelan: “Tengo 20 años, ¿querés saber cómo hice para ganar dinero en dólares?”.

La madrugada de principios de abril de 2022, en una casa alquilada en República Dominicana, agentes de Interpol ingresaron en la vivienda. Lo sorprendieron mientras dormía, y antes de –como había logrado anticiparse la fiscalía de Juliana Companys– no cambiara de propiedad rentada para esconderse. Lo último que había comunicado a sus seguidores, antes de que el primer usuario envalentonado por la falta de respuesta de la compañía arrojara una silla contra el ventanal de una de las oficinas, era una gira Uruguay-Buenos Aires, Buenos Aires-México, México-Colombia y de regreso. Sin embargo, el CEO que manejaba un millón y medio de dólares por día, no estaba en ninguno de esos países y, además, estaba a punto de moverse: pasaba sólo tres noches en un mismo lugar para que no lo encontraran. Efectivamente se había dado a la fuga. Desde entonces, Leonardo Cositorto está detenido en el penal de Bouwer de Córdoba pero nunca reconoció su responsabilidad. Creador y director de una plataforma ilícita llamada Generación Zoe, irrumpió en Villa María (una ciudad del centro de la provincia de Córdoba) con un presunto plan financiero que aseguraba incrementar tus bienes con ganancias económicas a corto plazo, capacitaciones para puestos de coach o traders, a cambio de ingresar aportando un monto en dólares. 

“Ya era hora que aparezca algo en el mundo que rompa con la cultura y la rutina. Y ese algo apareció y se llama Generación Zoe”, lo presentaba, como un modelo que venía a “cambiarlo todo” —a cambiar las reglas de juego del sistema donde cada vez todo se incrementa y cuesta más generar ingresos—, atraer con espejitos de colores o como ponen en palabras algunos de sus damnificados: “Era como estar en Disneylandia”, es decir en un parque de diversiones.

Esta metáfora es de la que se vale como recurso visual el reciente documental “El vendedor de ilusiones: El caso Generación Zoe” que estrenó Netflix para repasar el emporio y la estrepitosa caída del método Cositorto, que más bien se remonta a siglos atrás y lleva otro nombre patentado.

El esquema de Ponzi. Si bien es probable que existieran antecedentes, este caso sacudió lo suficiente como para quedar asociado a algún tipo de origen. Hace más de 100 años en Estados Unidos, un inmigrante italiano, Carlo Ponzi, empezó a convencer a miles de personas para que invirtieran en un plan con estampillas que colapsó luego de que él mismo comenzara a desviar esos fondos para sí mismo y hacia algunos de los primeros adeptos. 

“Eventualmente, este esquema piramidal colapsa cuando no se pueden reclutar suficientes personas para sostener los pagos prometidos”, explica a El Grito del Sur la economista y docente Micaela Fernández Erlauer, integrante de Ecofeminita. “Una estafa piramidal se basa en un modelo de negocio fraudulento que consiste en convocar a personas para que inviertan dinero con la promesa de obtener grandes ganancias a futuro. Los beneficios para los inversores iniciales se pagan con el dinero aportado por los nuevos, es decir, no hay un proceso de agregación de valor”, añade.

En este sentido, el caso de Generación Zoe impactó con la resonancia mediática del de Ponzi, a pesar de la distancia territorial y del siglo de diferencia. “Fue un ejemplo claro de cómo estos esquemas pueden engañar a miles de personas, prometiendo independencia financiera y estabilidad económica, pero resultando en pérdidas devastadoras para quienes se involucraron”, determina la también analista de políticas públicas y consultora de presupuesto con perspectiva de género.

El documental, realizado por los creadores del anterior “Los ladrones: La verdadera historia del robo del siglo”, Matías Gueilburt, también productor junto a Sebastián Gamba y Julián Rousso (quienes decidieron no aceptar esta entrevista); logra incluir una entrevista exclusiva y desde la cárcel a Cositorto, entre los testimonios; quien en otras tratativas, chantajea que “si me dejasen libre, hasta les daría un plus”, que la responsable es la fiscal Companys, y que aportó dinero en la campaña política de La Libertad Avanza, pidiendo el indulto de Javier Milei como presidente. “Con Milei estamos los dos muy cerca de Alberdi. Yo con él no tengo trato directo, pero aporté dinero a gente de La Libertad Avanza. El león lo usamos nosotros hace siete años atrás”— le contó hace unos días a C5N— “En política, yo abrí el partido Despierta Argentina y se nos infiltró el macrismo adentró de la empresa. A Martiniano Molina le he dado bastante dinero para la campaña y he participado, pero me hicieron una campaña sucia”. 

¿Cómo repercute todavía el caso de Generación Zoe? ¿Fue paradigmático o bisagra en el país sobre el conocimiento de estafas piramidales?  “Definitivamente puso en el radar público la problemática de las estafas piramidales en Argentina. Sirvió como un momento bisagra para aumentar la conciencia sobre estos fraudes, aunque no necesariamente cambió las dinámicas subyacentes que permiten que dichas estafas prosperen. La exposición mediática ayudó a informar a la población, pero la necesidad de obtener dinero rápido en tiempos de crisis sigue siendo una realidad”, detalla la economista respecto al emporio que llegó a tener varias oficinas en Villa María, concesionarias, y hasta vínculos con una iglesia.

Uno de los puntos que resalta el documental es que «a momentos donde se vive una mayor crisis económica, más gente se adhiere» a estos esquemas que les prometen generar ganancias. ¿Cómo interviene el contexto socioeconómico actual en la adhesión de esquemas fraudulentos?

“La crisis económica expone a las personas a una mayor vulnerabilidad, se enfrentan a reducciones de ingreso que derivan en problemas financieros serios a los que tienen que dar respuesta, sobre todo cuando los salarios e ingresos están perdiendo poder de compra, la inflación se están desacelerando a un ritmo mucho menor al esperado y con la actividad económica cayendo y cuando el Estado no mitiga los efectos de la crisis sobre los hogares. Quienes dependen de ingresos por transferencias estatales, como jubilados, también ven reducido su ingreso real. Las mujeres, que tienen menores ingresos promedio, están sobrerepresentadas en la informalidad y deben ocuparse de responsabilidades de cuidado no remuneradas, pueden ser especialmente susceptibles a estas promesas debido a que están colocadas en mayor vulnerabilidad debido a las desigualdades económicas que padecen dentro y fuera del hogar, especialmente aquellas jefas de hogares monomarentales. Las estafas piramidales explotan esta desesperación, ofreciendo una ilusión de seguridad económica”, subraya Fernández Erlauer, aportando una dimensión de género al análisis.

Si observamos, los testimonios de personas estafadas que presenta el documental –aquellas voces que reconocen que creyeron, que cuentan cómo depositaron el dinero, y hablan del impacto de enterarse– son todas mujeres. En cambio, las voces masculinas resultan en otra calidad de entrevista: un trader, el periodista local que inició la investigación, el informático tuitero, y el socio principal de Cositorto, Maximiliano Batista. A excepción de la fiscal, por supuesto.

“En un contexto de crisis económica, la falta de oportunidades laborales y la desigualdad de ingresos exacerban la vulnerabilidad de quienes no encuentran otro sostén económico”, puntualiza Fernández Erlauer. “Cuando las responsabilidades financieras crecen, las personas pueden sentir que estos esquemas pueden mejorar su posición económica: individualizan la responsabilidad de generar estos ingresos. Este contexto refleja cómo el sistema capitalista no solo perpetúa desigualdades, sino que también crea condiciones donde los más vulnerables son más afectados por fraudes financieros”, añade, al tiempo que deja en evidencia otra falencia de este modelo de estafas, que ante su apariencia colectivista es simplemente eso: otro mecanismo de utilizar a una persona y convencerla para un fin personal.

Flor o telar de la abundancia, chivos en Instagram con productos skin care, ver el caso de Generación Zoe. Por otra parte, en redes sociales cada vez es más frecuente encontrar videos de jóvenes que invitan: «Si sos adolescente, tenés 14, 15, 16 o incluso hasta 25 años y querés empezar a ganar plata por internet de una vez por todas, necesitas mirar esto… Llevo generados $2.5 millones de dólares con 20 años«; «La razón por la que hay tantos jóvenes con la billetera más llena que la de un adulto es porque entendieron que en la época que vivimos ahora no gana más el que tiene más experiencia sino el que sabe las habilidades que el mundo actual necesita», «jóvenes de 16 años ganando + 2000 usd al mes, ¡es hora que te adaptes!». ¿Existe algún vínculo con esto?

Como advierte la especialista, “las estafas siguen proliferando y se adaptan a plataformas digitales”. “El uso de redes sociales y la promesa de riqueza rápida atraen a muchas personas, especialmente en tiempos de incertidumbre económica donde el contexto económico y social no acompaña el sostenimiento de la vida. Es una relación de confianza que se sostiene con discursos motivacionales que se cuelan muy rápidamente. Estas tácticas de captación son parte de un fenómeno más amplio donde el capitalismo digital y la cultura de las redes sociales se cruzan con expectativas de género y opresiones estructurales. Los jóvenes, bombardeados con imágenes de éxito e ideales de belleza, sienten una presión intensa para cumplir con estos estándares. Las promesas de ganar dinero fácil y alcanzar el éxito sin seguir las vías tradicionales explotan la inseguridad y la incertidumbre económica que enfrentan realmente”, diagnostica.

“En los jóvenes streamers mostrar la búsqueda de independencia financiera y la posibilidad de vivir ‘vidas soñadas’ y ‘millonarias’ consiste en tácticas orientadas especialmente a jóvenes que enfrentan un mercado laboral inestable y saturado. Son narrativas que se montan sobre el mandato de la masculinidad hegemónica, que exige éxito económico. Las expectativas –inalcanzables para la mayoría– hacen que estos esquemas parezcan una solución viable. Se refuerzan los estereotipos de género y las desigualdades, en un contexto de creciente backlash anti-feminista y avance de la derecha”.

De modo que ante este panorama adverso y con Javier Milei presentándose como un presidente experto en crecimiento económico con o sin dinero, ¿posibilita mayores condiciones de caer en estas estafas o de que se generen y promocionen espacios como el de Generación Zoe?

“Para eso, las personas deberían contar con un excedente y hoy lo que vemos es que se están desahorrando para pagar gastos corrientes”, evalúa la economista, al tiempo que considera: “No obstante, es probable que aumenten las estafas, dado que la falta de regulación de estos espacios, el corrimiento del Estado como sostén económico de los hogares y la desesperación por generar ingresos crean un caldo de cultivo ideal para estos esquemas. Es crucial informar sobre los riesgos de las estafas piramidales, pero sin acompañamiento de políticas que mitiguen la desigualdad económica y promuevan la autonomía financiera, el riesgo de que estos espacios crezcan se mantiene”.

Clímax en el que ver un documental como “El vendedor de ilusiones” permite revisar nuestra historia, para avisarnos antes de afrontar pérdidas irreparables.

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