Trabajadoras de casas particulares: la mamá que no sale en la foto

🧏‍♀️ En el Día de las Trabajadoras de Casas Particulares Flo Mamaní, activista del colectivo antirracista Identidad Marrón e hija de una empleada doméstica, habló con El Grito del Sur sobre las luchas del sector y el lugar que ocupan en el feminismo.

Desde 2013, el 3 de abril se celebra en Argentina el Día del Personal de Casas Particulares, en conmemoración a la fecha en la que se sancionó la Ley 26.844 que beneficia a 1,2 millones de empleadas domésticas, de las cuales cabe resaltar que alrededor del 87% no está regularizada.

La legislación da a las trabajadoras una serie de derechos laborales como ART, vacaciones, retención de una cuota sindical a través de la AFIP, pago por cuenta a sueldo, la prohibición de que trabajen menores de 16 años y la obligación de que si se emplea a jóvenes tienen que estudiar, indemnización por despido sin causa, una jornada limitada, licencia por maternidad, etc. A pesar de los avances legislativos, la situación no ha variado y continúa la negación de sus derechos laborales, la violencia y la indiferencia. El empleo doméstico sigue siendo cuna de abusos que se incrementan en contexto de pandemia.

En diálogo con El Grito del Sur, Flo Mamaní, activista del colectivo antirracista Identidad Marrón e hija de empleada doméstica, comenta sobre la situación de la ley: “Si bien es muy buena e indudablemente es una conquista histórica, hay que tener en cuenta que una gran parte de las trabajadoras de casas particulares no tienen la escolaridad terminada ni los conocimientos necesarios para acceder a la información y comprender sus derechos. Mi mamá, por ejemplo, no terminó la primaria y trabaja como empleada desde los 16 años, lo que le dificultó muchísimo poder acceder a la información sobre la ley. Poco a poco y a medida que pasa el tiempo, va aprendiendo más sobre el tema y entiende que es necesario exigir lo que le corresponde y no agachar la cabeza. Pero también pasa que por ahí por más que reclames esos derechos laborales, los empleadores – muchos incluso habiéndose recibido en abogacía y carreras de esa índole – se hacen los que desconocen las leyes o mienten que se las olvidan. Entonces la falla no está en la ley, sino en que la información no llega. Algunas trabajan en zonas muy precarias que dificultan el traslado a las asesorías, otras no saben leer, y muchas ni siquiera tienen tiempo de informarse sobre esto. La comunicación tiene que cambiar y el Estado tiene que contextualizar las situaciones de las trabajadoras y darles herramientas a la hora de defenderse, porque sino queda todo en el empleador, que entiende sobre leyes pero no las cumple”.

El empleo doméstico es muchas veces una de las limitadas posibilidades que tienen las mujeres pobres al no contar con conocimientos académicos previos. De 2012 a 2018, según datos del Ministerio de Trabajo de Nación, se pasó de 250.000 empleos domésticos registrados a 517.000, sumando que se estima un 57% de empleadas domésticas que se encuentran en negro. En las provincias más vulnerables como La Rioja y Santiago del Estero, la informalidad es del 98%. Mientras que en provincias que exhiben salarios más altos el número es menor, como Córdoba (64%) y Chubut (56%).  

¿Amor o explotación?

Entre algunas de las tantas cosas que viven las trabajadoras de casas particulares, podemos mencionar primero la explotación laboral disfrazada de favor. Generalmente, por más que el trabajo que tengan sea de “niñera”, se las afecta para muchas otras tareas del hogar que deben realizar con una sonrisa infaltable. En este sentido, Flo cuenta: “Las empleadas suelen criar a les hijes de sus patronas, y eso hace que muchos de ellos y ellas crezcan viendo a la trabajadora del hogar como si fuese otra mamá. Pero es una mamá extraña porque no aparece en las fotos ni en el ámbito público de esos niñes y, a veces, cuando crecen se olvidan de ese rol tan importante que tuvo esa mujer en sus vidas. A raíz de esto surge la violencia o explotación disfrazada de cariño, porque ¿cómo haces para reclamarle tus derechos laborales a esa persona que tanto te quiere y que viste crecer? Y ahí nace la culpa y el silencio que no te permite exigir nada para no quedar como ‘una desagradecida’. Si bien hay muchas familias buenas, es inevitable que la explotación esté presente en algún momento, porque el patrón o la patrona están en un lugar de poder y de privilegio; por ende, siempre van a estar arriba”.

Si bien el cariño y la amistad entre empleador y empleada muchas veces es real, esto no garantiza que el vinculo no sea desparejo y opresivo. Muchas veces las trabajadoras se vuelven víctimas de negaciones de derechos por parte de quienes, según dicen, forman parte de su familia, y ahí entra en juego la manipulación emocional. Porque si bien los pagos a tiempo y los aportes son una obligación, a veces se sienten como un favor.

La situación en contexto de pandemia

“Sobrevivir a la cuarentena para las empleadas domésticas fue una cuestión de suerte, porque dependían de qué tan buenx era su empleador o empleadora” -expresa Flo- “Al tener desconocimiento de sus derechos, no tener obra social o no saber dónde asesorarse, todo se precarizó. Muchas -inclusive al inicio de la pandemia- fueron obligadas a quedarse en la casa de sus patrones, expuestas a todo tipo de riesgo porque a veces por ejemplo, venía algún familiar del patrón de Europa y no se cuidaba para nada, y no les preocupaba porque podían ir a un hospital privado y listo, mientras que esa empleada si se enfermaba tenía que ir a un hospital público y exponerse el doble”.

De todo esto, Flo rescata que se pudo visibilizar la situación gracias a las redes sociales que alertaban sobre la explotación que estaban sufriendo las trabajadoras de casas particulares. Un claro caso es el del empresario Gustavo Cardinali, quien llevaba a su empleada doméstica en el baúl; el de Nicole Neumann, quien le pidió a su empleada que permaneciera encerrada en una habitación hasta realizarse el testeo luego de que perdiera el olfato y el inolvidable caso de Catherine Fulop, paseándose por su jardín y subiendo historias a Instagram con su empleada. “Era mejor quedarte por acá con nosotras, estamos tranquilos”, le dice a su empleada Juana, la cuál contesta tímidamente: “no sé si era mejor”. 

Flo Mamaní

El movimiento feminista y la lucha de las trabajadoras domésticas

El empleo doméstico viene de la mano de la división sexual del trabajo, como todo trabajo de cuidado, pero al mismo tiempo tiene que ver con la manera en que se inserta en el capitalismo, con las características de todo trabajo feminizado: desvalorizado social y económicamente. Las trabajadoras de casas particulares permitieron a las mujeres de clase media escapar de algunas opresiones al desvincularse de las tareas de cuidado, lo que repercutió en que muchas veces el empoderamiento femenino sea un eslabón más en la precariedad y la feminización de la pobreza.

Charlando sobre la movilización del 8M y el rol de las empleadas en esta fecha, Flo comenta: “Si bien a veces pienso que el movimiento feminista tiene una deuda con las trabajadoras de casas particulares, tengo muy presente que es la nueva ola del feminismo que está trayendo el debate y los cambios en la situación de las mismas. Incluso sé que en cuarentena quienes más les pagaron – y a veces las únicas- a las empleadas y que respetaron sus derechos fueron las mujeres jóvenes y feministas. Por otra parte, me parece necesario seguir alentando a discutir esta problemática dentro del movimiento, porque muchas veces el feminismo se queda solamente en una clase social a la que no todes accedemos y que no vive las problemáticas que atraviesan las clases populares, como el racismo estructural y el odio de clase, y al final quedamos en un solo discurso cuando hay miles de historias para contar”, expresa.

“No podemos seguir fomentando y avalando un feminismo clasista y académico. Cuando desde Identidad Marrón participamos de la marcha y levantamos los carteles que decían ‘Pagar los aportes de las empleadas domésticas también es sororidad’, muchas se enojaban y nos decían que no mezclemos las cosas, siendo que en realidad no son cosas distintas. Las trabajadoras de casas particulares también son mujeres que están atravesadas por el patriarcado y por otras violencias estructurales que van de la mano con eso. Muchas incluso se consideran feministas, pero no pueden ir a las movilizaciones. Por eso nosotras como hijas y compañeras levantamos su bandera”, agrega Flo.

La lucha de las empleadas domésticas sigue presente en este 3 de abril, y nos invita a unir las voces de todes para seguir reclamando por todo lo que les falta. Es primordial que el Estado junto a las nuevas generaciones, trabajen en hacer llegar las herramientas educativas y comunicacionales necesarias a todes, para que los derechos no sean moneda corriente solo en los sectores que más tienen.

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