«Ser mujer es aceptar un destino de humillación en nombre de la belleza» 

🤝 El Grito del Sur se contactó con la abogada, artista y activista Lala Pasquinelli, fundadora de Mujeres Que No Fueron Tapa, para conocer a fondo el trabajo que desemboca en su último libro: "La estafa de la felicidad".

“Escribo este libro como víctima redimida del mandato de feminidad que nos produce sumisas, anestesiadas, dependientes y rotas”. Con esta frase inicia “La estafa de la feminidad”, uno de los últimos libros de Editorial Planeta. Su autora Lala Pasquinelli es abogada, artista visual, activista y fue seleccionada como una de las 100 mujeres más inspiradoras e influyentes del mundo en la lista BBC 100Women en 2023. Lala elige abrir su libro parándose en la misma posición incómoda desde la cual genera todas sus proyectos, entre ellos Mujeres Que No Fueron Tapa.

Mujeres Que No Fueron Tapa (MQNFT) es un espacio multidisciplinario de arte y militancia. Si bien empezó a gestarse en 2012, Lala fecha sus primeras acciones tres años después y en paralelo a la ola feminista de 2015, cuando comenzó a hacer sus primeros collages con trozos de revista. A partir de fragmentos prestados, fue construyendo imágenes de las mujeres que no estaban en las tapas. Mujeres más parecidas a las que caminaban en las calles que a las que aparecían en las marquesinas.  

Apropiándose del dispositivo de “hackeo”, un término acuñado por McKenzie Wark, Lala comenzó a romper la tradición milenaria de la figura femenina relegada a la sumisión. Se embarcó en la tarea de ir desarmando de a poco el castillo de naipes que sostiene la belleza hegemónica, un modelo amparado en dispositivos que van desde la industria de la moda hasta los relatos de princesas. “Hay algo profundamente doloroso en el mandato de feminidad, sostener todo el tiempo la máscara de lo femenino produce una rotura en nosotras, en ese permanente esfuerzo por ser y parecer otra cosa, sin que nadie se dé cuenta», continúa.

Con el transcurso del tiempo, Mujeres Que No Fueron Tapa comenzó a realizar talleres dentro de escuelas y a organizar festivales de hackeo. Allí su comunidad pudo salir de la virtualidad y empezar a verse las caras, trazando una red. Por estos espacios ya pasaron más de quince mil educadores y un millón de estudiantes de doce países diferentes. Además, lanzaron campañas como #NosTenemos , #HermanaSoltáElReloj , #HermanaSoltáLaNovela y #HermanaSoltáLaPanza entre sus 470 mil seguidores en su Instagram. Esta última, realizada entre octubre de 2021 y marzo de 2022, llegó a millones de personas en todo el mundo, y 12.000 mujeres enviaron -junto a sus historias- fotos de sus cuerpos y sus panzas liberadas de la vergüenza. Partiendo de este archivo, se creó una muestra que ha sido exhibida en importantes espacios culturales en Argentina, Roma, Madrid y Berlín.

Otras acciones de MQNFT son los grupos de concientización, tomados de la idea de las feministas de la segunda ola. En éstos se habla de temas como el mandato de belleza, el amor romántico como mito, la sexualidad de las mujeres, el vínculo madre­-hija desde una perspectiva feminista, el hackeo de la maternidad rosa y el mandato de dependencia económica, entre muchos otros. Como si esto no bastara, desde el 2017 tienen un podcast que releva historias poco contadas, opacas y fronterizas lo cual las hace más potentes e inspiradoras. 

Con la contratapa reseñada por la famosa pensadora española Brigitte Vasallo, “La estafa de la feminidad” llega a las librerías de todo el país para abordar desde una perspectiva profundamente humana y política una propuesta de fuga conjunta, una salida colectiva al mandato. Pensar estrategias para afrontar los tiempos de crueldad, una gimnasia conocida entre los feminismos, parece ser ahora la única salida posible.

¿Cómo surgió la idea de hacer un libro sobre la violencia simbólica? 

Desde Mujeres Que No Fueron Tapa nos parecía necesario que la mirada política sobre el ideal de belleza estuviera organizada y fundamentada con datos. Esto nos permitía ir de la experiencia individual a lo colectivo, que es el espíritu del proyecto. La idea era dejar en claro que eso que pensamos que nos sucede solo a nosotras en relación a nuestros cuerpos no es algo personal sino parte de un sistema de opresiones. Se trata de analizar los beneficios que obtiene este sistema al normalizar la violencia y la explotación de mujeres y feminidades. La escritura surge a partir de otras intelectuales feministas, pero también de la experiencia y miles de testimonios de mujeres que sufrieron un arrasamiento del autoestima por este sistema violento y patriarcal.

¿En el libro cambia la manera en la que te expresás respecto a las redes sociales? 

La idea era usar un lenguaje que fuera accesible para todas las personas. Nuestro trabajo es hacer una traducción del cuerpo teórico del feminismo para que pueda llegar a la mayor parte de la gente. Se trata de sacar al feminismo del nicho o del claustro para aplicarlo como una lógica en nuestras vidas cotidianas. Creíamos que esto tenía que salir de las redes para estar en un libro.

¿Cómo afecta el ideal de belleza a las mujeres y feminidades?

Las mujeres estamos criadas para creer que el ideal de belleza es nuestro lugar en el mundo y aspiramos a eso como meta de la felicidad. Esto, que parece tan natural en los círculos feministas, no siempre forma parte de la conciencia de las personas que no circulan por estos ámbitos. Entender el rol del género es fundamental para salir de la opresión. Si no podemos mensurar la violencia que ejercen sobre nuestros cuerpos y los cuerpos de otras -la idea de que tenemos que ser amables y sumisas para no molestar a los demás-, difícilmente podamos transformar algo. La industria de la belleza crea identidades subalternas, sujetos que pueden ser explotados desde pequeños porque ya normalizaron la violencia en momentos muy incipientes de su vida. Ser mujer es aceptar el destino de humillación en nombre de la belleza. 

En las últimas décadas, la industria de la belleza se ha vuelto tan incisiva que ni siquiera aparece como una imposición, sino como una opción de vida más. ¿Cómo se hace para desnaturalizar esos mandatos cuando parecen elegidos?

Hoy estamos en lo que algunos teóricos llaman un “capitalismo de libre elección”, que se basa en el supuesto de que nosotras mismas elegimos nuestra propia explotación. La belleza es uno de los dispositivos más sutiles y eficientes en el control de las mujeres. Estos dispositivos micro políticos son indispensables al día de hoy, ya que no es posible someternos a través de la ley. Es importante ser conscientes de que todas queremos ser elegidas por el mercado del deseo y el amor, y por eso constantemente estamos negociando con el sistema patriarcal. Creo que la experiencia del aislamiento en la pandemia, dentro de todos los perjuicios que generó, nos permitió darnos cuenta de que la depilación, el maquillaje y la ropa ajustada no era un deseo nuestro sino una imposición.

¿Qué pasa con esta promesa de felicidad?

El ideal femenino se construye en relación con la idea de que cumplir estos rituales es lo que necesitamos para ser felices. Muchas encuentran en ese camino de obediencia la idea de “hice todo lo que tenía que hacer”. Para nosotras, la feminidad es una estafa porque aún haciendo todo lo que “hay que hacer” una no llega nunca a la felicidad. Hay un montón de autores que nosotras retomamos y que plantean cómo a través de la idea romántica de la “vida Disney” nos encandilan para que no pensemos en el sistema político y económico en el que estamos viviendo.

Voy a repetir las preguntas que vos misma te hacés en el prólogo. ¿Se puede salir de ahí? ¿Cuál es el precio?

Yo veo más dolor en las que intentan encajar en la norma que en las que intentan salir. Si bien nunca estamos totalmente fuera del ideal femenino, porque así funciona el sistema, intentar librarse implica una determinada conciencia, unos determinados valores. Creo que es posible vivir con más libertad y reapropiarse de nuestros cuerpos. Bajo los cánones hegemónicos, lo que hace la industria es modelar nuestros cuerpos para recibir altas dosis de violencia. Volver a ser una misma, a conectar con lo que nos pasa, es un proceso que no se transita individualmente, es un trabajo personal al mismo tiempo que colectivo. En ese sentido, desde el libro cuestionamos los discursos de la autoayuda y la autoaceptación que nos proponen salidas individuales para salvarnos a través del voluntarismo y con una lógica meritocrática. 

El gobierno de La Libertad Avanza irrumpió en la escena pública con un discurso radicalmente antifeminista. ¿Creés que el avance de la derecha vuelve sobre estereotipos de feminidad que estaban siendo cuestionados, por ejemplo el de la ama de casa?

Totalmente. En este gobierno las únicas figuras femeninas que son permitidas son las que exacerban la obediencia, las que se presentan como absolutamente sumisas, las que difunden estas ideologías antifeministas. Las funcionarias se muestran tan dispuestas a materializar la crueldad social como cualquiera de sus pares varones. Esto se nota en cómo el Gobierno se ensaña con las mujeres a través de una política excesivamente misógina.

¿Cómo ves a los feminismos argentinos actualmente?

Los veo algo dispersos. Siento que no hemos podido canalizar esa presencia que tuvimos durante muchos años en las calles. Es un momento complejo en el cual no estamos pudiendo generar acciones concretas para ocupar el lugar de liderazgo vacante. Sin embargo, las feministas estamos en todos lados: asambleas, sindicatos, reuniones políticas, medios de comunicación. Esto me parece fundamental porque tampoco adhiero con la idea de que las feministas seamos “piantavotos”, como dice parte de la oposición.

¿Qué otros libros nos recomendarías para seguir hackeando el sistema?

En el libro hay muchas autoras citadas: Silvia Federicci, Marcela Lagarde o Rita Segato hasta Luciana Peker, Mercedes D’Alessandro, Diana Maffia. También Laura Contreras y Lux Morena desde el activismo gordo. Son compañeras que me parecía importante traer a la conversación porque tienen una conciencia situada del feminismo.

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios