“Me siento contenta por haber llegado a esto. Yo nunca pensé que iba a ser una persona tan famosa”, es lo primero que responde la artista trans Zulma Lobato en Ella es Zulma, la entrevista audiovisual conducida por el periodista Franco Torchia en ocasión del Día Internacional del Orgullo producida por el Frente Britnificante, Tecaeme producciones y Maricafe.
La entrevista muestra a una Zulma elegante, con el peinado digno de conductora de televisión del prime time, que por primera vez cuenta su historia sin reidores del otro lado. Habla de sus amores, de su familia, de los libros que disfruta –La razón de mi vida de Eva Perón y Sinceramente de Cristina Fernández de Kirchner-, de su trayectoria en el mundo artístico como extra -trabajó en 40 películas- y de la que parece ser la figura más importante de su vida: su madre, quien también quería ser artista y no pudo concretar su sueño. “Yo heredé lo que mi mamá no pudo hacer”, sentencia con seguridad Zulma.
Corría el año 2009 cuando Zulma irrumpió en la pantalla de la televisión a través del programa que conducía Anabela Ascar en Crónica TV. En esa primera aparición, Zulma contó que había sido golpeada y que acudía a los canales de televisión porque la policía amenazaba a ella y a otras mujeres trans que ejercían el trabajo sexual. “Las otras chicas que tienen miedo, que están padeciendo lo mismo que yo, no van a los canales porque tienen miedo de que las maten, la policía les dice ‘si vos llegás a hacer una denuncia sos boleta’”, dijo la artista a la conductora.
La televisión argentina, en especial los programas de la tarde, todavía se sostenían en base a los llamados “mediáticos”: personas que contaban una situación (guionada, improvisada o real) y que dramatizaban conflictos posteriores con otros mediáticos o figuras del espectáculo.
Como el rating acompañaba, las apariciones de Zulma en el programa de Ascar ganaron espacio -podía estar cerca de media hora en pantalla-, al igual que las violencias y las burlas hacia ella, que iban desde tratarla en masculino, permitir que le faltaran el respeto llamándola “señor” o espectacularizar cómo se descompensó frente a las cámaras del canal de la placa roja.
“Estuve internada casi un año, estuve muy mal y pensé que me moría -cuenta la artista a Torchia sobre el disgusto que le generó que la siguieran filmando en ese momento y que después pasaran imágenes de su internación-. Hubiese preferido que la gente eso no lo viera”.
Pero las violencias no cesaron ahí. Después de su desaparición de la tele, cada tanto aparecía una nota o informe en un programa con una foto de Zulma padeciendo situaciones que hoy, con la sanción fresca de la ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero, son denunciadas y repudiadas. Agresiones físicas o verbales, falta de trabajo, problemas de salud o imposibilidad de pagar el alquiler. Todo venía bien para exhibir a Zulma, incluso burlarse de que estaba pasando hambre.
En 2020, Gabriel Olmos, creador y administrador de la cuenta de Instagram La Britney de Cada Día y líder del Frente Britnificante, que se dedica a asistir a personas de la comunidad travesti trans, supo que Zulma necesitaba ayuda.
«Cacé el teléfono y le dije ‘¿Qué necesitás?’. Porque muchas veces uno cree que sabe lo que el otro necesita. ‘Una cama’, me dijo. Estaba durmiendo en esos futones, en la madera, casi. Ahí hubo un pico muy grande de donaciones y decidí administrar para mejorarle la calidad de vida. Ya hace unos diez meses, con idas y venidas», contó Olmos en una entrevista a Página|12 en abril de este año.
En Ella es Zulma, Torchia y la artista reflexionan acerca de las infancias que hoy “desde muy chiquititos pueden ser quienes quieren ser”, de los momentos tristes y felices de su vida, de su deseo por ser invitada a los programas de Mirtha Legrand y Susana Giménez. Y a pesar de que es parte del universo televisivo argentino hace 13 años, es como si se la viera a Zulma por primera vez.
