Nadia Báez: «La sociedad no concibe el deporte adaptado como de alto rendimiento»

🏊‍♀️ Desde Tokio, la nadadora adaptada habló con El Grito del Sur sobre la discriminación y el paternalismo que recae sobre las atletas mujeres.

“Para la sociedad la mujer siempre fue débil y si tiene discapacidad más”, cuenta Nadia Báez, atleta profesional de natación adaptada, que forma parte de la delegación que se encuentra en la capital de Japón para representar a nuestro país en los paralímpicos.

Nacida en Morón, Nadia tiene 31 años y si bien a los ocho meses fue diagnosticada con retinoblastoma bilateral, un cáncer ocular frecuente en la niñez, hasta los 14 conservó parcialmente la visión. Desde chica tuvo una vida deportiva agitada: realizó patín de carrera, gimnasia artística y atletismo. Pero fue nadando en los Juegos Evita 2005 donde la Federación le ofreció probarse para el equipo oficial. “En ese momento se les decía deportes especiales y no había competencias propias. Yo participaba junto con chicos y chicas que tenían síndrome de down porque no había torneos para ciegos y los profesores nos entrenaban recreativamente”.

Sin club ni entrenador, Nadia decidió seguir por ese camino y en 2007 inauguró su medallero internacional en los Juegos Parapanamericanos de Río de Janeiro. A esto le siguió la participación en los paralímpicos de Beijing 2008, la medalla de bronce en los de Londres 2012 y el tercer puesto en el mundial de Escocia en 2015, entre otros. Este año, luego de dos sin competir por el parate de la pandemia, Nadia fue seleccionada para formar parte de la delegación argentina en Japón, que ya obtuvo su primera medalla de parte de la bochista Antonella Ruíz Díaz. 

Con una diferencia horaria de doce horas, El Grito del Sur habló con la nadadora sobre las condiciones del deporte adaptado, la discriminación y el paternalismo que recae sobre las mujeres. 

¿Cómo es estar representando al país en una competencia internacional?

Lo vivo como algo que es parte del trabajo y a veces no soy consciente de la magnitud que tiene, pero sin duda representa una alegría muy grande. Yo siempre soñé con competir. Desde chiquita, cuando miraba patinaje artístico en la tele quería dedicarme al deporte. Cada vez que me preguntan por qué elegí la natación digo que no la elegí yo a ella sino ella a mi. No es por desmerecer la disciplina, sino porque yo hubiera competido donde me hubieran propuesto.

¿Considerás que se evalúa de manera diferente a los deportistas adaptados?

Si. Socialmente las personas con discapacidad siguen siendo entendidas como débiles. Sin negar que puede haber ciertas limitaciones o que haya algunas patologías que tienen mayor sensibilidad u otras necesidades, esto genera la noción de que entrenamos menos. En las personas con discapacidad, el deporte es muy común pero suele quedar emparentado con el tratamiento o la recuperación. La sociedad no concibe el deporte adaptado como de alto rendimiento. Por el contrario, en lo que respecta a la natación, entrenamos a la par de cualquier deportista profesional y los que no lo hacen así no llegan a competir internacionalmente porque el nivel afuera es altísimo.

Si de por sí ya es difícil ser deportista, me imagino que deportista adaptado resulta más complejo aún…

No es para cualquiera, tenés que tener una personalidad acorde. El deportista de alto rendimiento tiene un umbral de dolor más alto, entrena todos los días, cambia su alimentación, resigna cosas, no la pasa bien todo el tiempo. Hay dolores físicos, psicológicos, frustraciones, lesiones, traslados, cuestiones administrativas que no son fáciles de llevar adelante.

Considerando todo este esfuerzo, resulta doloroso que los paralímpicos tengan mucha menor repercusión en la prensa que la que tuvieron los Juegos Olímpicos convencionales.

Claro, la difusión en la prensa es muchísimo menor en la previa y a la vuelta solo existe si hay medallas. Además, en las noticias se enfatiza en el espíritu de superación de la persona con discapacidad, se lo retrata como un héroe más que como un profesional. Pero esto excede a los medios. Después de la pandemia, si nosotros no hacíamos público nuestro reclamo al CENARD no teníamos lugar donde entrenar, no sé cuando tiempo hubiéramos estado parados. Dentro de la pileta no nos quieren porque consideran que los atletas con discapacidad ocupamos lugar y estorbamos. No se pudo conseguir que nos den la pileta para hacer la adaptación al horario de Japón. Si esto pasa entre deportistas de alto rendimiento, imaginate lo que le puede llegar a la sociedad. 

¿El presupuesto con el que cuentan también es menor?

En 2011, el ENARD logró equiparar el presupuesto para becas pero aún contamos con menos viáticos, inclusive siendo menos. Tampoco nos dan la obra social a la que acceden nuestros colegas y entrenadores sin discapacidad. Eso nos juega en contra porque si nos lesionamos tenemos que ir al hospital público y a veces tarda más.

A la falta de oportunidades que sufren las mujeres en los deportes, las atletas adaptadas suman la infantilización que rodea la discapacidad. Esto lleva a que muchas veces otres decidan por ellas, ya sea sobre su carrera, su sexualidad o sus elecciones a la hora de maternar. Esto le sucedió a Nadia, quien a pesar de los prejuicios siguió entrenando mientras gestaba a su hijo León, en 2017, y llegó a competir con 8 meses de embarazo. “A mí me prohibieron la entrada al CENARD aduciendo que podía ser riesgoso para mi embarazo, algo que nunca sucedió. Incluso mis entrenadores no me dejaron anotarme para competir en un mundial cinco meses después de parir porque pensaron que no iba a llegar a estar en forma nuevamente. No había ninguna prohibición explícita. Yo consulté a los médicos y tuve recaudos. Subestimaron mi posibilidad por la noción paternalista de la discapacidad”, explica la joven. 

Consultada por el panorama de la delegación argentina en los paralímpicos de Tokio, Nadia asegura que el nivel del equipo es bueno y que la perseverancia y el esfuerzo lograron sanear el bache de la pandemia. “Tenemos un buen nivel respecto a otros países, a pesar del tiempo en el cual estuvimos frenados por el aislamiento. Nos juega en contra que algunos no competimos desde 2019 y eso es horrible, pero el equipo está fuerte y posicionado, con posibilidades de entrar a la final y tener medallas. En lo personal, para mi es una gran alegría estar acá porque es algo para lo que te preparás toda tu carrera. En junio recién se dio la lista definitiva de seleccionados y hasta ese momento tenía mucha ansiedad que ahora se traduce en alegría”.

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios