Eso no se hace, eso no se dice, eso no se toca. El micro machismo como sistema de fuga

😡 Luego del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, Azul Verzura reflexiona sobre el concepto de micromachismos y su función como categoría de fuga.

Ilustración: Violeta Cereceda

Este artículo fue publicado originalmente en Revista Mott

En la semana donde, por el Día Internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, se vieron spots, publicidades, publicaciones y comunicados en temática de género, hay un concepto bastante recurrente en las nuevas formas de militancia feminista que me resuena.  

Como toda ideología, el feminismo contiene contradicciones y es parte de la misma idiosincrasia del pensamiento – e incluso de la política y de su esencia- , poner en juego los conceptos que arrastran significados, espacios, debates y luchas. En ese sentido, el concepto ‘micromachismo’ como fuente de explicación de la violencia simbólica y / o de las violencias más cotidianas tanto en el lenguaje como en la práctica (eximiendo al lenguaje de la práctica), me pone en discusión con su morfología lingüística. 

La importancia del lenguaje en las prácticas políticas, es esencial a la hora de poder comunicar un mensaje de manera “correcta”, evitando las malas interpretaciones, los ruidos del mensaje y que el receptor pueda incorporar lo más sólido y claro posible para luego poder transmitirlo. 

Sabemos que el machismo es un sistema imponente, enorme, asesino, asimétrico, excluyente, violento, que desampara y promueve la desigualdad en calidad de género y clase. Sabemos también que el machismo persiste y resiste con las nuevas formas de producción, trabajo, vinculación, etc. Es por eso que la militancia feminista hoy en día se diversifica debido a que no nos interpela a nosotras únicamente. Incluso, con el avance de las nuevas masculinidades o de la ruptura de la hegemonía masculina en varones cis pakis como en cualquier tipo de masculinidad, también nos ofrece otro debate.

Las nuevas masculinidades o las nuevas formas de ser un varón en una sociedad, donde las demandas se van corriendo del eje fálico y masculino, también exigen categorías a las que se les corresponda con los debates dados. También hay que estar a la altura de las discusiones saldadas y las demandas futuras. No podemos utilizar las mismas categorías simpáticas para quienes – evidentemente – no nos escuchan, sino poder cambiar y modernizar esos conceptos con el destino de un ascenso en las discusiones. 

Lo que quiero decir es que a medida que vamos avanzando en la discusión y en la reflexión sobre el sistema en el que vivimos, los conceptos que quizás empleábamos hace tres años hoy en día están claudicados. 

La morfología de ‘micromachismos’ es a simple vista un oxímoron bastante novedoso, novedoso porque se sigue usando popularmente a lo largo y a lo ancho del movimiento feminista y un oxímoron porque creo que lo micro y el machismo no pueden conjugarse en una misma palabra. “Micro” tiene origen en el Griego y significa pequeño; “machismo” ya sabemos. 

Por lo tanto, aunque en los primeros renglones de esta nota adherí a la contradicción política como eje ideológico, mis contradicciones y yo no sostienen este oxímoron. Nada pequeño está dentro del machismo ni el machismo está compuesto por cosas pequeñas. Nada que devenga de un sistema opresor, violento, marginante, y clasista puede generar pequeñeces o cuestiones indefensas, sino única y exclusivamente nos ocuparíamos en militar en contra de la violencia de género en materia de golpes o agresiones sexuales.

Por fuera del oxímoron y la contradicción morfológica, nace ahora la discusión política de: ¿Qué son los ‘micromachismos’? ¿Qué acciones creemos que se corresponden con el concepto? ¿Por qué diríamos que un chiste transfóbico sería algo pequeño dentro del machismo? ¿Por qué sostenemos que -por ejemplo- nuestros compañeros de trabajo, amigos, conocidos, parientes nos sigan interrumpiendo al hablar y eso lo introduzcamos en el concepto ‘micromachismo’? ¿Por qué pensamos que un comentario violento en materia económica para con las mujeres puede ser categorizado de tal forma? 

Tal vez un primer paso sea plantearse qué pensamos cuando utilizamos esa categoría, cuál puede ser la respuesta y si esta estrategia política o discursiva interpela a quienes ejercen esas acciones. En mi opinión, hablar de ‘micromachismos’ cumple la función de categoría de fuga de hombres heterosexuales y cis en proceso de deconstrucción que dentro de los parámetros aceptados por cierto feminismo cambian cosas bajándole el precio al tipo de violencia ejercida. Es decir, el concepto ‘micromachismos’ sirve para hacer referencia a eso que se les “escapa”.

Lo que justamente se les escapa es el entendimiento de que ningún chiste que puede llegar a ofender a alguien por el contenido que tiene, o que un comentario puede devenir de concepciones patriarcales y machistas, o que un estilo de crianza -colores por género- o que modismos tradicionales, puede ser una categoría micro. 

Si no le damos relevancia a lo cotidiano, a lo naturalizado, a lo reservado, a lo que se hace en el ámbito privado, a lo que se desarrolla en la socialización y a lo que se les “escapa”, es imposible poder generar un cambio tanto en lo discursivo como en la práctica de nuevas formas de vida por fuera de la violencia o la asimetría. Se termina atomizando la violencia machista, y entonces recaemos en una lógica deficiente de entendimiento a la hora de analizar la violencia machista en partes y no como un todo. 

La elección de los conceptos políticos es también una decisión y creo que estamos en un momento crucial de empezar a re-categorizar los debates para poder -de una vez por todas- salir de la vorágine llana de las decisiones que arrastramos desde los 70.

Compartí

Comentarios