Cuidados, por una ley que regule eso que llaman amor

👥 Junto con el despacho de la diputada nacional Mónica Macha, organizaciones de cuidadoras y agrupaciones cooperativas buscan obtener una ley nacional que formalice los servicios socio-sanitarios otorgando derechos laborales y amparo legal.

Que el rol de las cuidadoras y los cuidadores de casas particulares sea visto como actos de amor y no como parte de sus actividades laborales es uno de los principales perjuicios a los que se deben enfrentar quienes se desempeñan como cuidadoras de niñes, enfermes y adultes mayores.

En nuestro país, el 10 por ciento de las personas mayores de 60 años, aproximadamente 743.000, tienen una dependencia básica que en un 77 por ciento este cuidado recae sobre las familias y, en particular, sobre las mujeres, ya que 4 de cada 10 distritos del país no cuentan con ninguna residencia para personas mayores. Además, el 10 por ciento de la población cuenta con el Certificado Único de Discapacidad y necesita un alto grado de asistencia directa para la vida diaria.

“Nuestro rol es más parecido a la enfermería y la salud que al servicio doméstico. Sin embargo, al día de hoy entramos en esa categoría, lo que nos dificulta a la hora de definirnos”, explica Josefina, presidenta de Sol.Tre.Cha, la primera cooperativa de trabajadores de los cuidados domiciliarios, situada en Chaco, que al día de hoy cuenta con 85 asociades, en su mayoría mujeres.


Sol.Tre.Cha surge en el año 2001, en plena crisis económica, a partir del incentivo de la ONG “Terentinos en el mundo”. El propósito de esta organización era integrar al mercado laboral a jefas de familia, o mujeres cuyos maridos se hubieran quedado sin trabajo, al mismo tiempo que brindaban cuidados a las personas mayores de la comunidad Terentina. Sin embargo, luego de seis años, las cuidadoras decidieron ir hacia la autogestión para poder trabajar de manera independiente y crear bases sólidas que les permitan sostenernos en el tiempo, seguir creciendo y generando más puestos de trabajo, por lo cual el proyecto se convirtió en un espacio autogestionado desde donde se organizaron para hacer oír su voz. “Muchas veces nos confunden con el personal de enfermería o el servicio doméstico y se nos pide trabajos que no son de nuestra índole. Otra de las cosas más comunes es cuestionarnos por qué cobramos, refregándonos que deberíamos hacerlo por amor».

En un territorio donde el 95 por ciento de les niñes entre 0 a 2 y 60 por ciento de les niñes de 3 años no asisten a establecimientos educativos y de cuidados, la pandemia visibilizó que muchas vidas dependen de los cuidados ajenos que llegaron a ser el único vínculo con la comunidad. Si bien esto tuvo su costado positivo, Josefina aclara: “Se nos declaró servicio esencial, pero no se nos adelantaron las vacunas; dejando nuestra vida en riesgo mientras seguíamos trabajando. Tuvimos que esperar a que se regule la vacunación para entrar en el esquema. Esa es solo una de las cosas que demuestra cómo nos afecta la falta de una protección legal que nos ampare”.

Respecto a quienes absorben estas tareas, la joven entiende que está sucediendo algo similar a la enfermería, donde al principio eran solo mujeres y luego se fueron integrando más varones al oficio, lo cual también afecta su valorización social.

Este año, junto con el despacho de la diputada nacional Mónica Macha, organizaciones de cuidadoras y agrupaciones -entre las cuales se encuentra la propia Sol.Tre.Cha- comenzaron el arduo camino por obtener una ley nacional que formalice los servicios socio-sanitarios otorgando derechos laborales y amparo legal. Entre los principales puntos, el proyecto de ley busca regular la actividad de las personas que trabajan de cuidadores/as domiciliarios/as; regular la prestación de servicios de atención socio-sanitaria; reconocer, jerarquizar y promover la profesionalización de la actividad de cuidadores/as y la formalización de servicios; y la creación de un Registro Nacional de cuidadores/as domiciliarios/as y/o polivalentes para contar con un certificado o matrícula. «La de los cuidadores y cuidadoras es una actividad que históricamente quedó relacionada con el amor. Nosotras queremos que se regule la actividad, que se defina qué es ser un cuidador domiciliario, que se establezcan pautas claras y que se categorice de manera adecuada. Por eso la ley está dirigida a todos los grupos de trabajadoras, ya sea para quienes lo hacen de manera autónoma, en relación de dependencia o autogestionada como nosotras”, asegura la líder de la cooperativa. Los números avalan que las medidas gubernamentales son necesarias y beneficiosas: según la OIT, los países que más invierten en políticas de cuidado alcanzan tasas de empleo femeninas mayores al 70 por ciento, generando resultados positivos en términos económicos.

En la misma línea, pero desde lo institucional, Macha suma: «Esta ley es una posibilidad de regular el trabajo tanto de monotributistas, que pueden aspirar a sindicalizarse, como de cooperativas de trabajo que pueden construir una instancia que pueda regular el trabajo. Los trabajos de cuidado son una parte fundamental para la organización de las familias. Sin esta ley las compañeras no tienen derechos, por eso es tan importante».

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