«El progresismo hizo que la rebeldía sea de derecha»

🗣️ Economía popular, planes sociales, el avance de la derecha y la democratización de las comunicaciones. En el Día del Trabajador, El Grito del Sur habló con el secretario general del Movimiento Evita: "La consigna combatiendo al capital pasó a ser atrayendo al capital", disparó.

La televisión del décimo piso del Ministerio de Desarrollo Social proyecta una película de Libertad Lamarque. Emilio Pérsico, secretario de Economía Social y máximo dirigente del Movimiento Evita, nos recibe en una oficina austera. «Hay que dejar de amansar el capitalismo y construir otra cosa en los espacios que nos deja», señala el dirigente piquetero. En una hora de charla en profundidad con El Grito del Sur, habló sobre el mundo del trabajo, la Economía Popular, el peronismo, el avance de la derecha y la posibilidad de pensar una Argentina grande, como la que San Martín soñó.

Tenemos los niveles más bajos de desocupación en varios años, pero al mismo tiempo la pobreza ronda el 40 por ciento. ¿Cómo se explica este desajuste entre variables?

El empleo y la economía están creciendo enormemente, pero en el mundo ha impactado la pandemia y la brecha se amplió: el capital se concentró muchísimo y el 50 por ciento más pobre va a salir más pobre y el 50 por ciento más rico, aún más rico. Además hubo un proceso de financiarización porque, mientras la economía productiva se paró, la economía financiera se aceleró. Y los Estados jugaron un papel y fueron un elemento fundamental para la concentración económica. De cada 11 dólares que se generaban antes de la pandemia, 10 venían del mercado financiero y sólo uno de la producción, ahora es peor. Por lo tanto, la participación de los trabajadores en la producción en el mundo bajó muchísimo, y en la Argentina también se da así. Otra cuestión es que los trabajadores de la economía popular hoy no tienen organización ni reconocimiento, ni sindicatos, ni cuentan con la institución de la paritaria. A esto se le suma que los capitalistas han aprendido que sostener al trabajador en momentos de crisis es el costo menor. Hoy las crisis no son de despidos y los capitalistas contienen al trabajador porque ven que ese es el mal menor, que el capital se está reproduciendo en otro lugar. Los trabajadores de la economía popular solo tienen organización que venimos trabajando con mucha dificultad, entonces el trabajo se precarizó más. Bajó el nivel de desocupación. Además, hubo una reducción de trabajadores del empleo formal y hubo un crecimiento en la economía popular: eso hizo que la masa salarial de los trabajadores en su conjunto bajara. Las condiciones internas y externas hicieron que se agudizara la pobreza.

¿Y en este escenario cuál es el efecto de la inflación?

La inflación hay que verla como puja distributiva. Durante el gobierno de Cristina hubo constantemente un 20 por ciento y el Estado usó prácticamente todos los recursos a su alcance para que eso no dañara la puja distributiva, hasta la negó. Al principio con subsidios, que fue un golpe distributivo que dejó medio noqueado al mercado. Después el proceso distributivo siguió aumentando, pero la pobreza también aumentó. Aumentó el trabajo, pero la pobreza aumentó. Aumentó el subsidio a la pobreza, pero la pobreza también aumentó.

Fotos: Ale Bona

Antes hablabas de que no se puede «amansar el capitalismo». Hoy, al interior del Gobierno conviven dos posiciones: una que pide diálogo y moderación y otra que promulga un conflicto más concreto con antagonismos más claros. ¿Se puede amansar el capitalismo con diálogo y moderación?

No es moderación o conflicto. En Argentina los liberales no pueden consolidar un modelo liberal: cuando están fuera del Estado hacen teoría productivista y cuando llegan al Estado van a la generación del 90. Cuando llegan al Estado les gusta la especulación y la plata. Y después aparece un progresismo que no entiende que el mundo cambió y que quiere amansar al capitalismo al estilo de la socialdemocracia europea. Y eso era posible porque existía el socialismo real y el capitalismo decía: «el mal menor son estos locos que distribuyen pero hacen capitalismo». Pero hoy no está esa condición y en este nuevo mundo los modelos alternativos van por otro lado. Porque cuando querés amansarlo bien, el capitalismo te puentea, te aísla, te cierra los grifos, se va y vos te quedás con un galpón. Hasta te deja la fábrica, pero se va y se reconvierte en otro país o otra zona. La consigna «combatiendo al capital» pasó a ser «atrayendo al capital», pero este progresismo pierde la capacidad de atraerlo. Pero por ahí no es.

¿Y por dónde es?

Hay países que están construyendo alternativamente. Mirando a los viejos países socialistas, hay experiencias de construcción a dos velocidades. Si vos le decís a los chinos vamos a modernizar la producción de arroz, te dicen «no, qué quieren hacer». Dividen la economía hasta con dos pasaportes. Lo mismo hace Cuba, lo mismo intenta Vietnam. Pero nosotros desde nuestros países venimos planteando modelos alternativos con una economía popular y social pero dentro de las mismas condiciones y con el espacio enorme que te deja el capitalismo. Pero no adentro del mercado: ahí es todo capitalismo. Cuando Néstor dice que quiere poner a (Martín) Redrado de presidente del Banco Central pregunta: «¿Qué querés que lo ponga a (Carlos) Kunkel?». Allá adentro es muy difícil, ahí tenés que apostar al desarrollo de las variables capitalistas pero con las reglas del capitalismo. Pero este capitalismo te deja un espacio territorial enorme donde no quiere desarrollarse. Espacios sociales donde no quiere entrar, no tiene problema con las ferias. En Jujuy ese espacio es casi toda la provincia. Si al capitalismo le decís: quiero hacer la reforma agraria, te dice no tengo ningún problema. Pero lo planteás a un político de cualquiera de los dos lados y se asustan. El progresismo porque no quiere que le corten el grifo y los neoliberales porque quieren construir su modelo de fondo.

¿Y no creés que el discurso de la moderación ha hecho que se corra el centro político a posiciones de derecha y cada vez haya menos lugar para plantear cuestiones como la reforma agraria?

No, eso es viejo. Es como decía el Martín Fierro, cuando planteás esto se te acerca el pobre y se te aleja el rico. Ahora se te acerca el pobre y el que entiende el capitalismo. No es la tierra el valor del capitalismo, ya reemplazaron al trabajador pero a los que incorporan los incorporan con salarios altísimo. Hoy hay una nueva clase media asalariada: los sectores de la economía que llaman «formal» son clase media asalariada. La burguesía necesita una clase media pequeña, pero son conscientes que son una minoría. Y el tipo en algún momento tiene que salir del country y yo siempre le digo que ahí se va a cruzar con uno de los míos. Que tiene todas las broncas sociales juntas porque no hay nadie que la contenga ni le dé una salida. Pero los que no comprenden el capitalismo son los sectores que ven el mundo como en los 60 o como a principio de siglo. Hoy, un concepto de izquierda es el buen vivir, que antes el mismo socialismo estaba ligado a la idea de vivir mejor que es una idea que hoy está relacionada al capitalismo, a ideas de derecha. La idea de que todos podemos ser como esos 6 millones de trabajadores registrados es una zoncera, es lo que nos dice Francisco en Laudato Sí: si todos consumimos como Europa, el mundo necesita cuatro planetas. Y si todos en Argentina consumimos como ese sector social, si consumimos el agua que se consume en Buenos Aires, no alcanzaría nada.

Fotos: Ale Bona

¿Qué opinás de la idea de que la rebeldía se volvió de derecha? La premisa de que las ideas liberales tienen la capacidad de impugnar el sistema que los gobiernos populares perdieron.

El progresismo hizo que la rebeldía sea de derecha. Acá hay dos fracasos: uno del liberalismo por no poder instalar su Estado liberal, porque estamos los peronistas, los nacionales. Y después el fracaso de los progresistas: cuando se murió Perón había siete millones de trabajadores en blanco. En el mejor momento desde entonces, con Cristina y Néstor, seis millones y medio, ni siquiera los que había en ese momento. En ese momento eran un 80 por ciento de la clase trabajadora y hoy son el 20 por ciento. ¿Qué revolución estamos haciendo? ¿La del 20 por ciento? Cuando Perón llegó a la Argentina, el 20 por ciento estaba en blanco pero cuando se murió dejó 80 por ciento de trabajadores en blanco y en el sector privado. Lo primero que tenemos que hacer es reconocer a los trabajadores y después construir desde ahí. Pero la idea de trabajar con un pedacito de la sociedad es de derecha. La idea de decir que el capitalismo es mejor forma de producción es de derecha. ¿El consumo es un bien necesario? El consumo es una de las enfermedades. Hay que construir otro modelo pero no se puede construir ahí adentro. Hay un espacio enorme que nos dejaron los que pelearon antes. En ese espacio es donde se mueven las organizaciones populares.

Últimamente se habla de «convertir los planes sociales en trabajo», lo que niega que muchos de estos trabajadores efectivamente están trabajando y en cooperativas. ¿Qué pasó en estos veinte años y hacia dónde va la economía popular?

La única forma de mantenerse en un discurso progresista es negar la realidad. La idea de «convertir los planes sociales en trabajo» niega la primer cifra de esta discusión. Porque les cuesta entender que baja la desocupación y se mantiene la pobreza. Hoy en el mundo no es verdad que trabajando se sale de la pobreza. Y horizonte hay uno enorme. Francisco me contestó una carta maravillosa donde me explicaba por qué Argentina tiene todas las posibilidades. Primero porque el sistema no se pudo consolidar en Argentina. En el mundo se consolidó un sistema para un lado o para el otro: porque se estableció el neoliberalismo o porque el progresismo bajó banderas (como Lula que puso un ministro de Economía como el que hay que poner). Evo cuando tuvo que combatir la inflación puso a la Ministra de Economía Popular y ella se encontró con que solo dos tipos concentraban la producción. Decidieron armar 40 cooperativas lácteas y empezaron a producir leche en sachet.

¿Y por qué no se hace eso en Argentina?

Porque estamos intentando amansar a la Serenísima. Porque tenemos poca decisión de Estado. No va a ser la leche macrobiótica, pero se trata de construir otra cosa.

¿Cómo ves el rol de los medios? Una política que pueda democratizar las comunicaciones y jerarquizar una discusión que ha estado postergada incluso en el campo popular.

Yo creo que lo que hicimos con todo eso es que al final concentramos la palabras. Porque discutimos en la cancha de ellos. Nuestra cancha es otra. Creo que hay otra comunicación posible, otro mercado posible. Está claro que si me pongo a competir con los grandes medios me van a pasar por arriba. Primero me van a comprar. Y sino no te van a dejar hacerlo. Hay que construir una comunicación alternativa, otro lugar, donde están ellos no puedo. Hay que construir nuestro sistema de comunicación en los barrios, en las periferias, en los márgenes de lo que nos deja el capitalismo. Y hacernos fuertes ahí.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.