Sin Paula Martínez, condenaron a sus violadores: «Hoy se sabe que no mentía»

⚖️ Seis años después de la violación grupal que sufrió Paula Martínez, y que desencadenara en su suicidio producto de las secuelas, la Justicia dictó sentencia de 19 y 20 años de cárcel para sus abusadores.

Publicado originalmente en Mu-La Vaca

Paula fue drogada y violada por ocho varones en 2016 en el barrio San Rafael, en Florencio Varela, donde vivía. Agobiada por las amenazas constantes, el abandono del Estado y la desidia, Paula Martinez se quitó la vida en diciembre de 2021. Meses después comenzó el juicio contra los cinco de los abusadores, que este martes fueron sentenciados. Sin ella. Un nuevo proceso judicial se avecina para Mauro Nahir Goncalves, el abusador que estuvo cinco años prófugo y fue capturado con el juicio en curso. Sin embargo, aún resta identificar a dos de los implicados de quienes se encontró ADN positivo en la ropa de Paula.

Son las doce del mediodía en el Tribunal Oral en lo Criminal número 4 de Quilmes, ubicado sobre la calle Hipólito Yrigoyen 475, horario fijado para que los jueces Andrea Calaza, Pablo Pérez Marcote y Alberto Ojeda anuncien la sentencia. Con la calle completamente cortada y un cerco de policías custodiando la puerta de los Tribunales, las personas que exigen justicia por Paula comienzan a concentrarse. Los familiares de los abusadores también están allí. Con un clima tenso, las fuerzas provinciales y federales dividen la calle para evitar cualquier tipo de conflicto entre las partes. 

Cerca de las 12.30 llega una procesión de personas marchando desde la estación de tren de Quilmes; Sandra Zapata, la madre, agitando su puño en alto, encabeza la columna. “Justicia por Paula” es el grito de guerra. Casi cien personas se acomodan frente al tribunal para bancar lo que será una larga jornada de lucha. La cara y la sonrisa de Paula resaltan sobre la fachada amarillenta del frente del tribunal. Es el único cartel que no pudieron sacar de las jornadas de audiencias que comenzaron el abril. 

“Si no hay condena, es impunidad”

Una hora y media después llega el llamado para subir a la sala. Sandra sostiene un cartel que tiene dos fotos de su hija: las mira fijamente durante varios segundos y niega con la cabeza. Alza la mirada al cielo como en una plegaria y dice: “Por favor hija”. 

Antes de entrar y como signo de que el momento de definición llegó, Sandra se arrodilla frente a una línea de policías del grupo GAD, levanta los brazos al cielo y le pide a Dios que imparta justicia. “Para que mi hijita descanse en paz”, dice mientras las lágrimas inundan su cara.

La percusión no dejó de sonar en ningún momento. A las dos de la tarde el camión del servicio penitenciario arriba al tribunal. Esposados y custodiados bajan corriendo todos los acusados. Gonzalo Daniel Sandoval, Cristian y Rubén Chávez, Diego Domínguez y Gustavo Carbonel. Del otro lado del cerco policial la gente repite una y otra vez: “Los violadores van a la cárcel”.

Una hora cuarenta minutos duró la lectura de los fundamentos del veredicto. La Justicia los encontró culpables y condenó a penas de 19 años de prisión efectiva a todos, menos para Diego Domínguez, cuya pena se extendió a los 20 años por el agravante de ser funcionario público, ya que ejercía como guardia comunal. 

Al salir, Sandra Zapata se fundió en un abrazo eterno con las madres de víctimas de abuso que la acompañaron durante todo el proceso. Sus puños siguieron agitándose al cielo, pero esta vez, con una sonrisa de oreja a oreja, gritó: “Para vos hija, se hizo justicia”. Y agregó: “Muchas gracias a todos por acompañarme. Hoy Paula estaría llorando de emoción y de alegría de que esto se terminó, de que todas las dudas que pusieron sobre lo que ella decía: hoy se sabe que no mentía”.

La Justicia fue lenta: seis años tardó para juzgar a los culpables. Paula no pudo soportar el abandono, el amedrentamiento y la desidia del Estado. Pero Sandra expresó que todo eso valió la pena. “Hoy el cielo también está de fiesta”, dice.

Sandra también lamenta que haya pasado tanto tiempo, porque hoy su hija no está. Dice que la extraña mucho pero que si siguió con esta lucha fue porque Paula la inició. Paula puso su cuerpo y su cara aún cuando sus verdades eran puestas en duda. “Ella la llevó adelante y yo, orgullosa de su lucha, la continúo”.

Varias de las personas que se acercaron a abrazarla, en medio de tanta conmoción, se refirieron a Sandra cómo “Pau”. La tercera vez, ella lanzó una sonrisa y dijo: “Sí, somos Paula, ella está acá ahora”.

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